Caso Micaela: Pavón habló desde la cárcel y contó su versión de lo que pasó

«Mucha gente me conoce, sabe que soy incapaz de hacer una atrocidad de esas y toda la vida laburé», afirma. Sus abogados se quejan del Procurador García porque «a las 48 horas dijo en todos lados que el caso ya estaba resuelto.

Néstor Pavón lleva 24 días detenido. Es su primera experiencia en el encierro, porque nunca lo habían arrestado ni por una contravención. Espera que sea la última y que termine lo antes posible. Nació hace 36 años en Gualeguay, trabajó desde los 10 en un taller, nunca pudo empezar la Secundaria, tiene un lavadero de vehículos, y un nene de 13 años con su pareja. Un día de invierno del año pasado, un muchacho fue a pedirle trabajo y él poco después lo llamó para que empezara a lavar autos y camiones. Nunca imaginó que nueve meses después, por culpa de ese nuevo empleado cumplidor, iba a terminar en un sucucho que hace de Alcaidía frente a la plaza Constitución, señalado como el criminal que afligió a todo el país por el asesinato de la estudiante de 21 años, Micaela García.

Primero, a Pavón le habían imputado el delito de encubrimiento por ayudar al asesino de Micaela a escaparse de Gualeguay. Cuando Sebastián Wagner declaró, dijo que estuvo con Pavón. Confesó haber abusado sexualmente de Micaela y que su patrón, además, mató a la víctima. Suficiente para atar los cabos sueltos en la investigación (Wagner no actuó solo, no conocía el lugar donde ocultaron el cuerpo, en las cámaras se observa a otro arriba del auto). Entonces el fiscal le imputó el asesinato al dueño del lavadero.

En ese cuarto con una reja que da a un patio de la sede policial, los presos se aburren porque no les dejan tener una radio. Están dos de los implicados en el caso de Micaela, con uno que incumplió una restricción de acercamiento, un par de ladrones de poca monta y algún revoltoso. Pavón se acerca a la reja, saluda a su abogado Andrés Carvajal y se pone al tanto del mundo extramuros. Luego apoya los antebrazos en un barrote horizontal y empieza: «¿Estás grabando? Bueno».

Durante media hora va hilando hechos, diálogos y circunstancias con sus detalles. La misma historia se la contó al fiscal Ignacio Telenta cuando lo imputó por un delito que lo podría llevar a prisión perpetua: Homicidio agravado por alevosía, críminis causae y femicidio. Pero declarar lo dejó bien parado y hasta orientó la investigación para dar con otro sospechoso de haber participado junto a Wagner del crimen de Micaela. Por esto, el viernes detuvieron al hijastro del violador liberado, Gabriel Ignacio Otero, de 21 años.

 

¿Cómo fue la salida del viernes a la noche?

Ese viernes (31 de marzo) se presenta Sebastián a trabajar, decía que se había peleado con la mujer, que cuando andaba así no quería trabajar. Yo le decía ‘lo que tenés que hacer es irte de ahí, alquilás una casa y la traés a tu abuela de Concepción para que te firme ella la autorización como tutora’. Fui a comprar unos bizcochos, laburamos y a la noche le digo ‘andá para tu casa, si el ambiente está complicado venite para casa, te voy a llevar a comer y después te vas a dormir a la gomería’.

A las 22.30 más o menos lo llamo. Dijo ‘Acá está todo mal, ya me peleé de vuelta, estoy sacando las cosas para el auto y voy para tu casa’. Llegó y salimos a comer con el nene mío a un comedor del parque. A las 3.30 me llama mi señora que había salido con sus amigas. Me dice ‘Ya es tarde, ¿y el nene?’. ‘Ya nos estamos por ir porque está medio dormido’. Estuvimos hablando un rato más, al nene mío lo llevamos a dormir al auto. Tomamos una cerveza más, salimos, dimos una vuelta y fuimos para casa. Entro al nene y le digo a Sebastián ‘¿qué vas a hacer? ¿Vas a hablar con tu señora o vas a ir al lavadero?’. ‘No ?dice-, si llego a esta hora me echa a la mierda’. ‘Y bueno -le digo- tomá la llave del lavadero y andá a dormir allá, hay un colchón, una cobija, y mañana vemos’. Se fue, yo metí el auto marcha atrás, cerré el portón, entré a la casa, oriné, le di un beso al nene y me acosté a dormir.

 

¿Qué pasó el sábado?

Al otro día como a las 8.30 me llama un cliente y me dice ‘te dormiste’. ‘No -le digo-, los gurises están ahí’. ‘No hay nadie para lavar acá’, dice. ‘Bueno ya voy para allá’. Me levanté y empiezo a llamar a mis dos empleados. Di una vuelta por el parque, pensé que este tomó algo de más, se mamó y estaba durmiendo en el auto. No estaba. Llamé hasta que me pude comunicar con Chicha (el otro empleado). Me dice ‘No hay nadie, está todo con llave’. ‘Pero si Sebastián está durmiendo ahí adentro’, le digo. ‘No, no hay nadie’. ‘Bueno, rompé el candado -le digo- y atendé a la gente’. Me fui para el lavadero, mientras tanto seguía llamando a este gurí que no me podía comunicar.

Llegué al lavadero, me puse a trabajar y cerca de las 10 me contestó el teléfono la mujer de Sebastián. Me dice que lo encontró descompuesto, tomado, que no sabía lo que le pasaba y lo llevó para la casa. Dijo que estaba todo embarrado, se había quedado empantanado, el auto estaba embarrado adentro entero. Y le digo ‘bueno, no me interesa, necesito la llave del lavadero’. Me trajo la llave el hijastro con su mujer y unos gurises atrás en el auto de Sebastián, el Renault 18. Me dijo ‘el loco está redescompuesto’. Le digo ‘no me interesa, él tenía que venir a trabajar, o por lo menos avisarme’. El auto se veía salpicado por barro afuera pero adentro no se veía sucio.

A las 19.30 aparece Sebastián y deja el auto parado en la esquina del lavadero. Se viene caminando y me dice ‘disculpá, estaba redescompuesto’. Le digo ‘vos me fallaste para la mierda, por lo menos me tendrías que haber traído la llave del lavadero’. ‘Disculpá ?me dice-, ¿terminaron de trabajar?’. ‘Sí, ya terminamos’, le digo. Me pregunta si podría lavar el auto. ‘No -le digo-, ya nos estamos yendo, porque mientras vos dormías nosotros estuvimos trabajando todo el día. En eso me llama un cliente y me dice si no le llevo el camión para el estacionamiento. Entonces le digo a Sebastián ‘Si querés manguerealo por fuera al auto pero rápido porque ya nos vamos’. Llevé el camión, vine en seguida. Le pagué a Sebastián la semana y se fue.

 

¿Le preguntaste a Wagner dónde se había metido con el auto?

Me dijo ‘No, no sé, andaba con la otra lacra por allá en una chacra y me quedé empantanado’. Le pregunte ‘¿con quién andabas?’. ‘No, no sé, qué se yo, andábamos rechupados’, dice. ‘¿Pero andabas tomado?’. Se quedó callado.

 

¿El domingo lo viste a Wagner?

El domingo no lo vi. Salí a dar una vuelta con mi señora y el nene. Fuimos a darle de comer a los perros al lavadero. Como a las 10 vi pasar el auto de Sebastián, iba manejando el hijastro con su mujer de acompañante.

 

¿El lunes fue a trabajar?

Apareció en el lavadero desganado, que se había peleado con la mujer, que estaba todo mal. Le digo ‘pero boludo ya te dije, ¿por qué no la traés a tu abuela, te alquilás la casa y te dejás de hinchar las pelotas? Si vos podes pagar un alquiler’. ‘Sí, voy a hacer eso ?me dice-, pero lo que quisiera hacer es irme un par de días a la casa de mi vieja, a conocer a mi sobrino’.

Trabajó el lunes a la mañana, a las 14.30 volvimos y andaba con pocas ganas. Le digo ‘hay que lavar la cabina de ese camión’. Por allá se nos perdió, no estaba lavando la cabina, no estaba por ningún lado. Salgo a hacer un mandado y cuando vuelvo, Leo, uno de mis empleados, me dice ‘el Seba se fue a la mierda. Dice que se quería matar, que no sabía si colgarse o qué hacer. Estaba recansado de pelearse con la mujer’. A las 7 y pico le digo ‘cerrá la gomería del lavadero, me voy hasta la casa de Sebastián a buscar el auto, lo único que falta es que se mate y no me ha pagado el auto’, en joda. Por el Renault 18 le di a un muchacho que lo vendía un par de cheques míos, y Sebastián me lo iba pagando por semana.

Fui para la casa y le digo ‘¿qué pasó Seba?’. Dice ‘ando para atrás, me vivo peleando con esta loca. Si vos me aguantás en el laburo me voy un par de días a la casa de mi vieja’. Le digo ‘Sí, Seba, si vos sabés que conmigo estás laburando rebien, no tengo por qué quejarme. Tomate un par de días, si querés tomate una semana pero no podés porque tenés que firmar’. ‘No ?dice-, ya firmé’. ‘Bueno andate un par de días a la casa de tu vieja y mejor porque si te quedás en el lavadero esta loca te va a ir a romper las bolas a cada rato’, le digo.

 

¿En qué consistió tu ayuda para que se fuera de Gualeguay?

Me preguntó por alguna traffic que lo llevara puerta a puerta. Le dije que cobran un bolazo, entonces lo llamé a un amigo camionero que viaja a Campana. Le digo ‘Eduardo, tengo uno de mis empleados que se vive peleando con la mujer y quiere irse un par de días a la casa de la madre, ¿no lo llevás?’. ‘Sí ?dice-, salgo a las 4’. Le explico al padrastro de Sebastián, que estaba en Moreno, por teléfono: ‘Agarre la ruta 7 derecho hasta la ruta 6, derecho hasta la 9, antes de llegar a la 9 a mano derecha hay una parada de colectivo, ahí va a estar Sebastián’.

 

¿Y la plata que le diste antes que se vaya?

Como a las 3.30 (madrugada del martes) llega a mi casa. Me dice ‘¿vos Miyo no tenés algo de plata por lo que te he dado por el auto?’. ‘Sí -le digo-, no mucho pero algo te puedo dar, pero si vos te venís a alquilar te van a pedir un mes de entrada, un mes de comisión y un mes de anticipo, necesitás tres meses de alquiler, no te gastés toda la plata’. Me fijo en la billetera y le digo ‘tengo estos 3.000 pesos, si te hace falta más decile a tu padrastro o a tu vieja que me pase un CBU y te mando un par de pesos más’. Dejamos el auto en el lavadero, llega el dueño del camión, saqué la compactera del auto, los papeles y me fui para casa.

 

¿Qué pasó cuando apareció la Policía en el lavadero?

 

¿Por qué no les dijiste a dónde se había ido Wagner?

Cuando estaban peritando el auto, todos me decían ‘ohohoh estás hasta las manos, estás hasta las manos’, y tanto estás hasta las manos que me agarró cuiqui de quedar detenido, como cómplice de este desgraciado, y cuando fui a Fiscalía a declarar me abataté, me asusté, y no declaré que se había ido para la casa de la madre, y eso me quedó como cómplice.

 

¿Por qué pensás que Wagner dijo que vos mataste a Micaela?

No sé por qué pudo haber declarado lo que declaró, siempre le daba una mano. Yo he tenido buenos patrones, cuando me han podido ayudar me han ayudado y yo como patrón trato de ser lo mismo.

 

¿Te dijo por qué estuvo condenado?

No, un día que llegó tarde a laburar le digo ‘Ah mierda que te apretaron las sábanas’. ‘No ?dice-, ando levantado de temprano, pasa que tenía que hacer un trámite’. En una de esas que estábamos tomando mate se queda pensando y dice ‘yo la verdad estuve preso, ya pagué la condena, quiero hacer las cosas bien, no quiero volver a caer preso, una vez por mes tengo que ir a firmar y a la psicóloga’. ‘Bueno -le digo- yo la verdad no soy juez para juzgarte, mientras vos acá en el laburo me respetés a mí y a los clientes, tu pasado no me va ni me viene’. Siguió manguereando, vino gente a la gomería y quedo ahí la charla.

 

Tu mujer y tu nene ¿cómo llevan esta situación en la calle, en la escuela?

Por lo que me han contado, mucha gente la señala como la mujer de Pavón, mediáticamente culpable, al nene también, pero en la escuela hay muchos chicos que son hijos de padres que me conocen, entonces no repercutió mucho. Lo que sí, la sociedad de Gualeguay hasta que no se prueba lo contrario te condena mucho. Una vez que se prueba lo contario los que te condenaron no dicen ‘era inocente’, pegan media vuelta y siguen su vida, son bastante crueles.

 

Cuando salgás ¿cómo te imaginás que va a ser el trabajo, el día a día?

Yo lo que quisiera, aunque sea, es salir a trabajar, después mucha gente me conoce, sabe que soy incapaz de hacer una atrocidad de esas y toda la vida he laburado, desde los 10 años que arranqué con el taller del finado de mi abuelo. Muchos me han dicho ‘cuando salgas de acá no sabés lo que es, tenés que irte’. ‘No -les digo-, toda mi vida he laburado acá, la he peleado de abajo y voy a arrancar de vuelta y tarde o temprano se va a saber la verdad’. Yo lo que más quiero es poder salir, seguir laburando y poder continuar con mi vida. Lo único que sé hacer es trabajar.

 

Cuando declaraste todo esto ¿el fiscal te dijo algo?

Me dijo ‘quedate tranquilo, si puedo probar todo lo que decís te vas a poder ir’.

El defensor Carvajal dijo a Uno que esta semana hará pedidos para que Pavón recupere la libertad. Y aprovechó para quejarse del procurador general de la provincia, Jorge García: «A las 48 horas dijo en todos lados que el caso ya estaba resuelto». (El Once)

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