Tanto en la zona portuaria como hacia el oeste de la ciudad, aseguran que viven en ‘tierra de nadie’ ante los reiterados robos y delitos en los barrios.
La inseguridad se pone en agenda social cuando vecinos de distintos barrios hacen saber de la realidad que se vive en determinadas zonas de Concepción del Uruguay. Ante la falta de respuestas oficiales y el miedo que provocan las ‘zonas liberadas’ que se generan en algunos sectores, es que a través de las redes sociales o los medios de comunicación, los vecinos alertan a la comunidad sobre la realidad que viven a diario.
La zona portuaria
En el caso de la zona portuaria, muy concurrida durante el día, se convierte en un lugar poco seguro por la noche y LA CALLE dialogó con los vecinos del lugar.
Desconocidos intentaron extraer en la madrugada de ayer el caño de agua que pasa por el frente de una vivienda ubicada en la calle Spiro y Belgrano, en la zona portuaria. Si bien no se logró ese objeto, sí se registraron daños en esa instalación, lo que provocó un derrame importante sobre la calle del edificio de la Prefectura Concepción del Uruguay.
Éste no es el único hecho que debieron sufrir este fin de semana quienes residen allí al dar cuenta de actos íntimos registrados prácticamente en un lateral de la finca por dos parejas, amparadas en la oscuridad de la noche y la espesa vegetación existente en el predio aledaño. “La gente pasaba en auto y tocaba bocina”, dijeron los moradores, a quienes se les hizo y hace difícil descansar teniendo que padecer los ruidos de los bocinazos como de los parlantes y de los motores de los autos que transitan con velocidad. Esta cuestión desencadenó recientemente en accidente, ya que un vehículo impactó a otro y terminó rompiendo un sector del cordón y la vereda. “Esto es moneda corriente”, dijeron los vecinos para indicar que el movimiento es permanente sobre todo los martes, jueves, viernes y sábados, desde las 22:00 hasta las 5:00 ó 6:00.
A todo esto se suma el consumo de alcohol y, se sospecha, que de otras sustancias quienes toman a la zona portuaria como lugar de festejos. “El sereno del Club Regatas anduvo a las 8:00 de ayer con una bolsa de consorcio llena de botellas de vidrios recolectadas”, dijeron los frentistas para acotar que “es lamentable ver cómo queda la zona, que, pareciera, liberada.
Nos sentimos desprotegidos y eso que pagamos religiosamente los impuestos”. “La vez pasada, salí para pedir que bajaran la música y me encontré a cinco o seis parejas tiradas en lo que parecía una competencia de sexo. A todo esto, días atrás dos motochorros asaltaron a un punta de pistola a un repartidor, que se bajó de su vehículo para orinar al costado, porque los baños estaban cerrados”, ilustraron. Por estos desmanes y delitos, que se suscitan desde hace prácticamente 3 años, los vecinos dieron aviso a las autoridades municipales –incluso a la de la gestión anterior-, la Policía y la Prefectura, pero las respuestas deseadas aún no llegan.
La zona oeste de la ciudad: un patrullero y muchos robos
Otra de las zonas más perjudicadas es la zona oeste de la ciudad. Y en un sector que está en constante crecimiento, se va necesitando una expansión de los servicios que sumen a la seguridad. En este contexto, vecinas del dicho sector, han utilizado como recurso las redes sociales para hablar sobre la realidad que allí se vive: “Somos habitantes de la zona oeste de la ciudad; lugar que al parecer es “tierra de nadie”. Decimos esto debido a que en las últimas dos semanas hemos sufrido robos reiterados en nuestra vivienda; enterándonos que no fuimos las únicas damnificas”.
Respecto de la respuesta oficial, las vecinas manifestaron: “Al concurrir a la comisaría para realizar las debidas denuncias, nos enteramos que la jurisdicción de la misma abarca desde la Terminal de Ómnibus hasta la fábrica Sadepan; y que para recorrer semejante área disponen de sólo un móvil policial”.
“¿Cómo es posible que puedan ofrecer protección, seguridad y una respuesta rápida ante un hecho delictivo o una emergencia?”, se preguntaron las damnificadas.
Finalmente destacaron: “Nos sentimos desprotegidas, olvidadas y burladas en uno de nuestros principales derechos que es la seguridad”, concluyeron. (La calle)
