Pedro Brassesco es sacerdote, entrerriano, párroco de Nuestra Señora de Luján, de Ibicuy, y subsecreario ejecutivo de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), y se refirió a los casos de pedofilia que sacuden a la Iglesia de Entre Ríos que han ganado espacio en la agenda pública a partir del juicio oral que se sigue al cura Juan Diego Escobar Gaviria, en Gualeguay.
Brassesco hace una diferenciación y sostiene que “un problema en la Iglesia ha sido que algunos han confundido pecado con delito. El pecado siempre es perdonado por Dios cuando hay arrepentimiento, pero cuando se trata de un delito, además hay responder ante la justicia civil en la búsqueda del bien personal y social. Entonces a veces se lo ha circunscripto al ámbito de una falta moral, pensando que con el arrepentimiento personal sólo bastaba”.
Acá, la entrevista que le hizo el sitio Gualeguay 21.
-¿Por qué creen que pasan estas cosas, las cuales siempre pasaron pero que hoy ven la luz de forma crítica…?
-La sociedad y la Iglesia han ido tomando conciencia en las últimas décadas de la perversidad de los abusos sexuales y sus consecuencias en las víctimas. Sabemos que los abusos están presentes en diversos ámbitos sociales y que muchos de ellos se dan en el contexto de la familia o la educación. Es todavía más terrible cuando los abusadores son personas que tienen a su cargo el cuidado y protección de los menores. Pero lo importante es que las denuncias van permitiendo romper los pactos de silencio, tomar conciencia que no se trata de algo que hay que callar y ocultar porque está en juego la integridad y el futuro de menores o personas vulnerables. En este sentido, un problema en la Iglesia ha sido que algunos han confundido pecado con delito. El pecado siempre es perdonado por Dios cuando hay arrepentimiento, pero cuando se trata de un delito, además hay responder ante la justicia civil en la búsqueda del bien personal y social. Entonces a veces se lo ha circunscripto al ámbito de una falta moral, pensando que con el arrepentimiento personal sólo bastaba. El Papa Benedicto XVI, que encaró este problema de lleno con el concepto de “tolerancia cero” se daba cuenta que era un tiempo de purificación para la Iglesia, destacando aquello de que en la Iglesia no hay lugar para los pedófilos. En realidad no debe haber lugar para los pedófilos en ninguna institución ni sociedad y las denuncias y procesos judiciales que se están dando tenemos que verlo como una oportunidad de crecer en la prevención y en la conciencia de la perversidad de estos hechos.
Lamentablemente el problema son las generalizaciones. Y entonces vemos cómo se nos ataca a los curas, los comentarios sobre los obispos, como que todos somos pedófilos. Y eso es como decir que todos los políticos son corruptos porque hay políticos corruptos; que todos los abogados son unos cuervos, que ningún docente quiere trabajar porque hacen paro y piden licencia, que todos los médicos son unos comerciantes o que todos los periodistas son unos mercenarios. Esas generalizaciones duelen y nos hacen mucho mal como sociedad porque sabemos muy bien que la inmensa mayoría es gente honesta, que ama lo que hace y quiere lo mejor para los demás. Y eso también pasa en la Iglesia.
-¿Puede ser el celibato, frente a las tentaciones del consumismo vicioso, el principal causante de todo esto…?
-Ningún estudio científico, psicológico o psiquiátrico se anima a vincular celibato con pedofilia. De hecho la pedofilia está presente, como decíamos, en personas con familia, gente sexualmente activa y es parte de la trata de personas y el comercio de la pornografía infantil y el turismo sexual. El celibato y la pedofilia no tienen nada que ver. La pedofilia es una perversión. El celibato es un modo de vivir la afectividad. El celibato no es sólo el hecho de no tener una mujer sino que es algo mucho más amplio. Es abrir la afectividad, la paternidad, a muchas personas. Uno escucha que se dice que estas cosas pasan porque los curas no se casan y eso es antinatural porque es una necesidad fisiológica. La persona humana no es un animal que responde a sus impulsos instintivamente. Tenemos razón, voluntad y libertad para hacer o no hacer. Y por eso el ser humano puede encauzar su vida en función de diversos intereses que los considera superiores. Yo siempre pongo el caso de los vegetarianos o los veganos. ¿No les da ganas de comer un buen asado? ¿No parece poco natural que no reciban el aporte alimenticio que significan los derivados de productos animales? Y sin embargo, a partir de sus convicciones se mantienen firmes en su decisión. ¿Y el hombre o la mujer en pareja no siente atracción por otra persona? Y sin embargo cuando hay una decisión de mantenerse fiel a su pareja se abstiene de avanzar en otra relación.Nosotros consideramos que el celibato no es sólo una decisión personal o una imposición. Es además un don, es decir, que Dios capacita también para eso.
-¿Se toma consciencia en la formación sacerdotal sobre el escenario moderno de tentaciones…?
-Sí. Pero en realidad las tentaciones siempre han estado pero en cada época han sido de distinto tipo. Siempre vamos a ser tentados y no se trata de aislarse del mundo sino de vivir en el mundo con el estilo de vida que nos ha enseñado Jesús para transformar el mundo. La formación sacerdotal va asumiendo estos desafíos pero como en toda formación no hay fórmulas que garanticen resultados porque estamos hablando de personas. Cada uno viene con su historia, tiene sus propias características personales, medios y limitaciones. Los curas no somos superhombres capacitados para todo.
-¿Está la iglesia preparada para reconocer estas causas…?
-La iglesia utiliza desde hace algún tiempo los medios que da la ciencia a través de la psicología. En la mayoría de los seminarios se hacen psicodiagnósticos antes de ingresar, durante y al final de la formación. Últimamente se han ido formando comisiones y se profundiza en la prevención.
-¿Qué recursos tiene la Iglesia, a nivel territorial y papal, para atender estas cosas…?
-El Vaticano ha ido dando directivas claras. En Argentina la Conferencia Episcopal dio normas de cómo actuar en caso de denuncias. Se está conformando una comisión que se aboque al tema de prevención, algunas diócesis ya lo han hecho. Lo importante es que quede claro que no debe haber lugar para los pedófilos y que hay que acompañar a las víctimas.
-¿Es posible que puedan aplicarse evaluaciones sicológicas periódicas a los sacerdotes…?
-Como te decía, las evaluaciones se hacen en la etapa de formación. Pero esto se empezó a hacer en los últimos 10 o 15 años. Es una posibilidad. Pero con el mismo criterio deberíamos pensar en evaluaciones psicológicas para todos los docentes por el sólo hecho de que ha habido caso de profesores pedófilos. Quiero decir que la prevención principal está en la formación, determinar si alguien es apto para la tarea que va a tener que llevar adelante, y eso se debe hacer desde un enfoque multidisciplinar, no sólo psicológico o acotado a las perversiones sexuales.
-¿Es posible que se suprima el celibato en el sacerdocio…?
-Es posible, porque es una ley de la Iglesia. Pero si alguna vez se suprime no será por este motivo sino después de un proceso donde se considere que es lo mejor para el bien pastoral. No creo que suprimiendo el celibato deje de haber problemas o escándalos. Porque si los curas se casan, probablemente haya curas infieles o violentos con su familia. Como ocurre actualmente en tantas familias. Es decir, habrá otros problemas. Pareciera que el celibato es una preocupación de la gente que no es célibe antes que de los propios curas, que somos los involucrados en el asunto. Nosotros valoramos el celibato porque nos da la posibilidad de tener la vida dispuesta a servir a todos en la comunidad, sin atarnos a nada ni a nadie en particular. Vuelvo a decir que el celibato no significa anular las capacidades afectivas o de paternidad, sino darle una dirección diferente, ni a una sola persona o cosa, ni exclusivamente biológica. Uno no deja de querer y de sentirse querido. Las personas célibes no somos infelices, al contrario, somos plenamente felices como lo puede ser otra persona a través de otros caminos. El problema es que la discusión del celibato se da partiendo del supuesto que es algo negativo o la causa de trastornos psicológicos. Y no hay ningún estudio que pueda sostener algo así. La real discusión se va a dar cuando se vea que otra cosa es mejor o más necesaria. (Gualeguay21/Entre Ríos Ahora)