El parricidio del mecánico Nelson Cabral, de 67 años, conmociona a San Salvador. Su hijo, que padece esquizofrenia, está internado
Los hermanos Cabral estaban en la casa, sentados en la mesa picando algo antes de la cena, cuando entró Roberto y les dijo: «Listo, lo maté». Fueron corriendo hacia el taller contiguo y encontraron a su padre muerto. El hijo le había pegado un fierrazo en la cabeza tras una discusión y como si no hubiera ocurrido nada fue a su casa y se sentó. Hasta le pareció extraño la llegada del personal policial de San Salvador, unos minutos después, pero no se resistió en ser trasladado hasta la Jefatura Departamental.
El parricidio ocurrió en el barrio Pancho Ramírez de la ciudad de San Salvador, al anochecer del jueves. Los fiscales Mauricio Guerrero y Maria Clara Mondragon Pafundi iniciaron la investigación del hecho junto a la Policía local, en medio de la conmoción que el crimen ocasionó en los habitantes.
Cabral tenía 67 años y era un conocido mecánico de la zona, que se dedicaba más que nada a arreglar maquinarias agrícolas. El taller lo tenía pegado a la casa y su hijo Roberto, de 39, vivía al lado en un departamento. Padece esquizofrenia que le diagnosticaron hace unos 20 años, por lo cual había estado internado en el hospital Felipe Heras de Concordia un tiempo. Aparentemente, según datos de la investigación, había dejado de tomar la medicación.
No se sabe a ciencia cierta cuál fue el motivo de la discusión, el miércoles a las 19.30, en el taller. Algunos dicen que había un pedido de dinero por parte del hijo, aunque no se descarta algún brote o delirio por parte del muchacho, pero nada está confirmado.
Al menos un golpe fue el que le propinó en la cabeza al hombre, con un fierro que podría ser la manija de un crique o algo similar. Luego caminó tranquilamente hacia la vivienda, entró e informó a los presentes que había matado al padre. Los hermanos corrieron hacia el taller, lo encontraron tirado, ensangrentado, lo subieron al auto y lo llevaron al hospital San Miguel, pero los médicos constataron que ya había muerto. El cuerpo fue trasladado a la morgue de Concordia para practicar la autopsia.
La Policía había sido informada, por un lado, desde el nosocomio del ingreso del fallecido, y por otro desde el barrio por el conflicto familiar. Al llegar los uniformados a la vivienda de calle Van Den Dooren 60, entraron y Roberto Cabral les preguntó a los uniformados qué estaban haciendo. «Vinimos por el problema, nos tiene que acompañar», le explicaron. «Bueno, ¿dónde me subo?», dijo el hombre como si se tratara de un trámite.
Desde la Fiscalía se dispusieron una serie de medidas periciales, principalmente psiquiátricas y psicológicas, que determinarán el estado mental del autor del crimen, para establecer en primer lugar si se trata de una persona inimputable o si puede discernir sobre la criminalidad del hecho que cometió y de este modo avanzar con la acción penal en su contra, teniendo en cuenta que la única pena posible, en principio, para este delito es la prisión perpetua.
Anoche continuaba internado en la sala 8 del hospital Masvernat de Concordia, con custodia policial, aunque no se encontraba bajo una crisis de nervios ni psicótica. (UNO)