Son 18 las personas que se encuentran en la asociación civil El Prado, una institución que funciona hace 18 años. Julio César Santa Coloma, responsable del lugar, apuntó al exponencial crecimiento de los índices de adictos y a la falta de acompañamiento por parte del Estado en todos sus estratos.
El problema de las adicciones necesita de políticas públicas claras y eficientes, que traduzcan una verdadera intención política de combatir el flagelo que se cobra la vida de decenas de personas todos los días en Argentina. Está claro que, más allá de los gobiernos de turno, la falta de estas políticas a nivel nacional tiene una repercusión por demás negativa, en cuanto a recursos y herramientas, en las provincias y en los municipios de todo el país.
Ante la inexistencia de recursos estatales, proliferan las iniciativas de organizaciones de la sociedad civil para contener y acompañar a las personas adictas. La fundación El Edén, creada hace poco más de siete años en Concepción del Uruguay, es uno de los tantos ejemplos de este tipo de iniciativas.
ElDía dialogó con Julio César Santa Coloma, presidente y creador de la fundación por la que actualmente pasan (es una casa de día, sin internación) más de 60 personas a diario. Pero además es responsable de la asociación civil El Prado, que trabaja la misma temática hace más de 18 años y contiene a 60 personas.
“Trabajamos con 27 profesionales tradicionales y no tradicionales (médicos, psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, operadores socioterapéuticos, etc.) y hace más de siete años nos conformamos como fundación por iniciativa propia”, explicó Santa Coloma, un adicto recuperado que se puso al hombro la iniciativa.
“Nuestro propósito es articular con todas las instituciones existentes para poder brindar asistencia y tratamiento a aquellas personas que lo necesitan. Dentro de la comunidad terapéutica trabajamos con un programa de la Sedronar, dependiente del Estado Nacional, que nos permite dar respuesta, aunque sea insuficiente, a buena parte de la región y la provincia de Entre Ríos”, indicó.
Además de coordinar El Edén, Santa Coloma es responsable de la asociación civil El Prado, un centro de diagnóstico y tratamiento para la prevención de las adicciones.
En la actualidad, en el lugar se alojan 60 personas, de las cuales 18 son oriundas de Gualeguaychú. En este sentido, su responsable aseguró que “el consumo de droga se triplicó en los últimos tres años” y que “Gualeguaychú encabeza, luego de Concepción del Uruguay, la lista de ciudades de las cuales recibimos chicos y chicas con problemas de adicciones”, luego viene Chajarí, Concordia, Buenos Aires y Paraná, donde ya funciona un centro para adictos.
En este sentido, Santa Coloma puso de manifiesto el problema de la imposibilidad de los adictos de continuar con el tratamiento una vez que abandonan el lugar (están allí entre 3 y 9 meses generalmente), ya que “en Gualeguaychú, al igual que en las otras ciudades, no hay lugares para continuar con este trabajo”.
El Edén se financia en buena medida por las becas del Sedronar (85% de los internos está becado), la ayuda de la Municipalidad de Concepción del Uruguay y donaciones de diferentes instituciones.
Por otro lado, y en el marco de la Emergencia Nacional en Adicciones declarada por el gobierno nacional, el responsable de estas dos instituciones remarcó la necesidad que tienen de que el Estado acompañe con mayor fuerza el trabajo que hacen a diario y, particularmente, apuntó a que “sea el propio Estado el que compre el predio de 3 hectáreas donde funciona El Edén para poder tener muchas más herramientas, en términos de programas y subsidios, por ejemplo, para dar mayores y mejores respuestas”.
Gualeguaychú, una cuestión personal
Santa Coloma nació en la villa 1-11-14 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el Bajo Flores. Allí probó por primera vez la pasta base de cocaína, aunque, según el mismo contó a ElDía, probó “todo tipo de sustancias habidas y por haber” antes de recuperarse.
El 21 de junio cumplió 9 años “limpio”, sin probar siquiera una gota de alcohol. Pero, mucho tiempo antes, y luego de vivir algunos años en Gualeguaychú, se juró hacer lo imposible para que la pasta base (paco, cascarilla, entre otros derivados) no entre en la ciudad.
“A diferencia de Concepción, donde no hay, acá se consume hace tres años por lo menos. Eso me pone muy mal, muy triste. Por lo que siento la obligación de hacer algo por los pibes, empezar a articular políticas con el Municipio, yo me prometí dejar la vida por esta causa y nada ni nadie me va a desviar en esto”, aseguró.
Promesas incumplidas: un Estado ausente
Hace tres años, el entonces ministro de Educación, Deporte y Preveción de Adicciones de Entre Ríos, y hoy intendente de Concepción del Uruguay, José Lauritto, anunció la construcción del primer centro para adicciones en Gualeguaychú.
Fue en el marco de una reunión mantenida con el ex intendente Juan José Bahillo y el ex obispo de Gualeguaychú Monseñor Jorge Lozano. A través del Programa Incluirse, se fue anunciada la obra que debió estar terminada en 2015.
En ese momento informaron la construcción de dos centros para adictos, uno en Paraná y otro en Federación, y cinco Centro Preventivos Locales de Adicciones, uno de los cuales iba a tener lugar en la ciudad, con una superficie de 2 mil metros cuadrados.
“El mismo será construido en el terreno perteneciente al IAPV, en el Barrio Eva Perón, donde se ubicaban antiguamente las piletas de aguas servidas. El resto de los centros se construirán en Paraná, Concordia, Colón y Concepción del Uruguay. La totalidad de estos centros de atención serán financiados por el gobierno de la provincia de Entre Ríos”, publicó ElDía hace tres años. Hoy, el anuncio no es más que un montón de promesas incumplidas por parte de un Estado que, mientras los adictos se multiplican, continúa estando ausente. (El Día)