Se trata del Aedes albifasciatus, también conocido como “mosquito de inundación”, que contagia la encefalitis equina. Ya había aparecido a fin de año y regresó en varias zonas del país luego de las dos semanas de diluvio.
«Estamos teniendo un nuevo pico de los ‘mosquitos de inundación’, los Aedes albifasciatus, que son producto de las lluvias abundantes y sostenidas de las últimas semanas», explica Sylvia Fischer, investigadora del Conicet en el Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (Iegeba, Conicet-UBA). Esto se da en algunas zonas del país donde se produjeron fuertes lluvias que trajeron consigo inundaciones la semana pasada.
Así, Fischer distingue desde la ciencia a esta otra «plaga voladora». No es de la especie Aedes aegypti, el vector del dengue, aunque esos mosquitos siguen subiendo el récord de casos y de muertes.
Al igual que sucedió en diciembre y fue variando en intensidad desde entonces, el aumento de las poblaciones de mosquitos es consecuencia de sus ciclos reproductivos, conjugadas con las condiciones ambientales.
Los que estamos padecen en algunos lugares, puntualmente, también son llamados «mosquitos charqueros».
El nombre corresponde a que sus larvas se desarrollan en los charcos temporarios que se forman a partir de lluvias intensas. En esta región, los picos de abundancia (la invasión de mosquitos) se asocian con stocks de sequía -momento en que se acumula gran cantidad de huevos que van colocando las hembras- y cuando ese terreno se llena de agua, suelen eclosionar todos los huevos juntos.
Las hembras, para completar la nutrición necesaria para sus huevos, empiezan a picar al mismo tiempo. La picadura técnicamente es más dolorosa porque se trata de una especie que pica al ganado, particularmente, a los caballos. Por eso es señalada como un gran problema veterinario, por ser potencial vector del virus de la encefalitis equina.
«Las condiciones climatológicas de este verano fueron muy particulares (de las olas de calor de fines de enero pasamos a las lluvias tan intensas), sumado a la gran acumulación previa de huevos», apunta Fischer, por lo que no se descarta un nuevo pico.
Las bajas temperaturas no son un freno, pero sí un limitante para esta especie.
«Tiene más tolerancia al frío el Aedes albifasciatus (incluso se encuentra en Tierra del Fuego), pero igualmente no esperamos que sus abundancias se sostengan tan altas cuando empiece el frío, sobre todo si cambia el régimen de lluvias», puntúa la experta.
El comportamiento del mosquito del dengue
El Aedes albifasciatus tiene un ciclo que depende directamente de lo pluvial. El del Aedes aegypti, en cambio, del agua en los recipientes que tenemos a la intemperie en el entorno doméstico, que se llenan por las lluvias, pero también por las personas, a través del riego.
«Las abundancias de Aedes aegypti todos los años son suficientemente altas para que haya transmisión, por lo cual es necesario sostener y fomentar los programas de prevención para reducir sus poblaciones, y hay que hacerlo todo el año, con o sin epidemia de dengue, para prevenir la siguiente», recomienda, como política pública contra esta crisis.
Clarín