Las víctimas principales del robo de Cristian Larrosa, declararon ayer fueron coincidentes en sus dichos.
Comenzó ayer el juicio contra Cristian Alejandro Larrosa de 32 años de edad, empresario dueño de la empresa fumigadora Green Life, que opera en Buenos Aires. Larrosa está acusado de haber perpetrado un Robo Agravado por el Uso de Arma cuya aptitud para el disparo no pudo ser probada, el 20 de abril del presente año la Panadería San Carlos.
La fiscal María Albertina Chichi relató los hechos imputados y adelantó que pedirá una pena de cumplimiento efectivo. Adujo que tras el hecho Larrosa se sustrajo al accionar policial y que ocultó el arma que había utilizado.
La defensora Valeria Irel, a su turno dijo que no discutirá la autoría ni la materialidad del hecho, pero manifestó que su defendido es adicto desde los 15 años y que ha tenido varias recaídas. A principios de año vino nuestra ciudad para tratarse en la institución en la que se desempeña Julio Santa Coloma, a quien conocía por haber participado con él de un tratamiento de recuperación de adicciones en Buenos Aires. Solicitó que se tengan en cuenta las condiciones personales del mismo, el apoyo de la familia y concluyó que pedirá una pena proporcional y justa de cumplimiento condicional.
El acusado que no tiene antecedentes penales, se negó a declarar en esta etapa del juicio, por lo que la fiscal pidió que se incorpore por lectura su declaración en Fiscalía en la que el acusado adujo que la noche antes al asalto había consumido cocaína, pastillas y alcohol y que había discutido con su pareja que había viajado de Buenos Aires con su hijito. Ella se fue y él tomó el caño (en referencia a un objeto que simula ser un arma y que entregó a la policía como el utilizado en el hecho) encintado y fue a la panadería.
Declaran las víctimas
Las dos jóvenes que fueron víctimas directas del hecho declararon en primera instancia ante el Tribunal integrado por los jueces María Evangelina Bruzzo, Rubén Chaia y Mariano Martínez. Una de ellas, solicitó que el acusado no estuviera en la sala pues padece ataques de pánico tras el hecho.
Esta testigo relató que esa mañana se encontraba con su compañera de trabajo atendiendo a la clientela que era escasa pues estaba lloviendo, cuando alrededor de las 7 de la mañana ingresó el acusado vestido con una campera oscura y una bermuda clara y solicitó medio kilo de pan. Dijo que mientras ella le preparaba el pedido, él se acercó a su compañera diciendo “La caja, la caja”, que ella no entendía que pasaba, entonces él exhibió el arma que consideró que no era de juguete, sino real. Como ella se asustó y dio unos pasos hacia atrás le dijo que se quedara quieta y no le iba a pasar nada. A todo esto su compañera comenzó a poner el dinero exigido por Larrosa sobre la balanza y le preguntó si quería que llevarse también las monedas pero este dijo que no y salió con los billetes entre 700 y 500 pesos. Mientras ella entraba en una crisis su compañera llamó al panadero que estaba en el fondo, quien salió a perseguirlo mientras ellas le gritaban que tuviera cuidado, que estaba armado. La empleada que le entregó el dinero a Larrosa concordó con el relató de la primera, aduciendo que en un primer momento no se daba cuenta de lo que sucedía, hasta que este repitió su exigencia de que le entregara el dinero. A ambas le fue exhibido por separado el caño entregado por Larrosa como el objeto usado para el asalto y ambas concordaron a su turno no era el mismo que llevó a la panadería esa mañana: que la que exhibió era un arma de verdad. La segunda incluso dijo que era un arma con un tambor, que tenía como “raspado” arriba. Declararon luego los tres hombres citados y hoy proseguirá con nuevos testimonios. (La calle)