En la primera jornada de debate declararon tres denunciantes. Sus relatos fueron desgarradores y ratificaron lo expresado en la etapa de instrucción.

Seis años después de abrirse de oficio la causa, y a más de tres décadas de los hechos denunciados, el cura Justo José Ilarraz comenzó a rendir cuentas ante la Justicia entrerriana, acusado de abusos y corrupción de menores cuando se desempeñaba como educador en el Seminario de Paraná. Se trató de sucesos ocurridos entre 1985 y 1993, puertas adentro de uno de los institutos de formación de sacerdotes más importantes de la capital entrerriana. La denuncia de las víctimas permitió no solo romper con el silencio de muchos años, sino que además allanó el camino para que Ilarraz pueda ser juzgado por tribunales ordinarios y no mediante procedimientos eclesiásticos.

Ayer, después de varias reprogramaciones, el tribunal integrado por Alicia Vivian (presidenta), Carolina Castagno y Gustavo Pimentel encabezó el comienzo del debate en el Salón N˚ 1 convocando a los medios de comunicación que se acercaron a cubrir las alternativas del caso. Se explicó las razones por las cuales las audiencias iban a ser a puertas cerradas, además se adelantó que la restricción también iba a alcanzar a los alegatos y a la lectura del adelanto de sentencia. «Este es un debate que por el tipo de delito que se va a escuchar, se debe realizar a puertas cerradas por dos causas: primero para preservar el derecho a la intimidad de las víctimas y también para preservar la imparcialidad del tribunal, que es uno de los principios rectores de nuestra actividad», argumentó la jueza Vivian. También advirtió que el único canal de comunicación oficial iba a ser el área de Prensa de Tribunales, y ello implicaba que ninguna de las partes podía hablar de manera independiente o conjunta con los medios. Sin brindar argumentos demasiado convincentes, el tribunal además prohibió que se puedan tomar imágenes de Ilarraz sentado en la sala de audiencias, una acción más en torno al cerco de protección que se le sigue brindado al hombre acusado de delitos aberrantes.

A pedido de los abogados querellantes y de los fiscales Juan Francisco Ramírez Montrull y Álvaro Piérola el tribunal hizo lugar a que el adelanto de sentencia sea público. Pero se mantuvo en su postura de restringir la difusión de los alegatos. El querellante Milton Urrutia fue el único que se opuso a que el adelanto de sentencia sea abierto a la prensa.

Otra de las cuestiones preliminares abordadas consistió en la modalidad con la que se va a dar la declaración de los tres últimos obispos de la diócesis de Paraná. Tanto Estanislao Karlic, como Mario Maulión y el actual prelado, Juan Alberto Puiggari, hicieron uso de la opción de hacerlo por escrito, incluso hay presentado en el caso de Maulión y Karlic certificados médicos expresando la imposibilidad de prestar declaración. Por este motivo se solicitó a través de la Fiscalía que se corrobore el estado de salud de estas personas para verificar si están impedidas de brindar su testimonio. En el caso de responder por escrito, se le aportará un pliego de preguntas al tribunal para que lo vean las partes y luego se le remitan a los testigos.

El imputado llegó una hora antes del inicio del debate sin realizar declaraciones a la prensa y se recluyó en la Oficina de Gestión de Audiencias (OGA), hasta ser trasladado con una fuerte custodia al recinto donde se desarrolla el juicio.

 

Testimonios, día 1

Pese al paso del tiempo, las tres primeras víctimas de abuso que declararon ayer en la primera jornada del juicio revivieron el dolor, la angustia y la conmoción por lo vivido por aquellos años en el Seminario. Hubo que hacer varias pausas porque la emoción pudo más y no hubo margen para continuar con el relato. En su testimonio HRR se explayó libremente, y eligió hablar de su familia, de su infancia y de sus días en su localidad natal. Según reconoció en un breve diálogo con UNO, esta posibilidad le permitió ir adentrándose de a poco a la parte más traumática del relato. «En determinado momento el fiscal me preguntó si quería desarrollar lo que había pasado», recordó con la mirada en el piso.

Su relato fue emotivo y a la vez extenso, dando detalles precisos de los hechos.

La defensa le preguntó por una carta que el sobreviviente le había enviado al cura en algún momento. Se dispuso un cuarto intermedio para dar con esta misiva porque no la encontraban en el expediente. De todos modos ese documento no revestía demasiada relevancia para la investigación de fondo. Por pedido del sobreviviente, Ilarraz se retiró de la sala cuando el testigo expuso ante el tribunal.

Fabián Schunk, uno de los siete sobrevivientes de la saga de abusos en el seno de la curia de Paraná, siente haberse sacado un peso de encima. Y no es para menos; esperó más de 30 años para contar una verdad que estuvo silenciada más de lo debido. Aceptó el consejo de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico y pidió que Ilarraz no estuviera presente cuando se produjera su declaración. «Tuvo todas las garantías a lo largo de 30 años del derecho jurídico, tuvo todo para objetar para que esto no llegue a juicio. Nosotros no le íbamos a dar el derecho de estar ahí, de intimidarnos, de coaccionarnos y de ejercer el poder sobre nosotros», dijo molesto.

El exseminarista aseguró que vivió con mucha angustia este proceso, «porque es revivir a carne viva todo, cada momento, cada circunstancia, irse hacia atrás y recordar un montón de cosas. De hecho en mi declaración aquí recordé cosas que salieron en el discurso, que aparecieron en mi memoria en el momento. Y aparecen cosas en los sueños de cada noche».

Fabián va y viene por el pasillo que desemboca en calle Córdoba, cruza algunas palabras con su mujer y con la gente que se acercó para hacer el «aguante».

«Me siento más aliviado, y hace mucho que uno no tiene la tranquilidad de haber llegado al destino, y lo que nosotros por cuenta propia tuvimos que forjarnos», señaló en diálogo con UNO.

Sobre el contenido de su declaración sostuvo que versó sobre los padecimientos de los cuales fue víctima: «El abuso psicológico y el abuso físico, sobre todo la manipulación que Ilarraz ejercía sobre nuestras mentes. Cómo él iba captándonos y cómo era su sistema de captación y de recompensa. Después en qué consistían puntualmente los abusos y luego una amplia descripción en tiempo y forma del lugar y de los espacios».

Schunk aseveró que haber arribado a la etapa de juicio representa «una reparación para la sociedad y sobre todo para la Iglesia de Paraná. Porque la Iglesia fue conducida por mucho tiempo por gente siniestra y gente que le mintió a los chicos, a nuestros padres, a las víctimas. Le mintió a la sociedad y que hasta el día de hoy sigue ocultando cuestiones que debería destapar. Es un acto reparatorio y un acto de justicia para la sociedad. Porque a partir de esta denuncia, de la denuncia de la causa Ilarraz y de la ley por el Respeto de los tiempos de las víctimas, ningún pedófilo, ningún cura, se puede amparar en el paso del tiempo. Esa ha sido nuestra principal motivación».

Dijo que cuando en la audiencia le preguntaron porqué hacía la denuncia, recordó que su primera reacción fue el llanto. «Les dije que mi señora me lo había pedido por mis hijos. Me dijo puntualmente en una noche del 2012: ‘Pensá si esto se lo hacen a Nicolás. Y a partir de ahí ya no tuve más miedo, ni de aparecer en la prensa ni de dar la cara ni de ir de frente. Porque uno cuando es papá ya no mide las consecuencias».

Consultado respecto de las derivaciones que podría tener la investigación en curso, el denunciante avizoró en el horizonte que se pueda abrir una causa por supuesto encubrimiento. «Quizás esté prescripto, quizás no, eso es una cuestión técnica, que la tienen que evaluar. Pero de hecho hubo encubrimiento, de hecho los comunicados que sacaron son vergonzosos, de hecho asumen la culpa cuando dicen ‘no supimos qué hacer con Ilarraz’. Y les digo: ¿Qué tal si hubieran intentado hacer algo con el sentido común? Simplemente habernos cuidado como un padre debió haber cuidado a sus hijos y de custodiarnos de esa manera. Hubiesen intentado eso y seguramente le salía bien. Pero durante tantos años estuvieron cuidando su fama, cuidando su jerarquía y hoy en día es hora de que esto salga a la luz y que más allá de que un juicio por encubrimiento al castigo ya lo tienen. Van a pasar a la posteridad por ser la diócesis que más pedófilos ha tenido denunciados en Argentina y con el cura que tiene la condena más severa. Van a pasar a la posteridad como los obispos que encubrieron a los pedófilos», sentenció.

 

El testimonio que cerró el día

El tercer y último testimonio de la primera jornada del juicio contra Justo Ilarraz estuvo signado por similares patrones que los anteriores, en cuanto a que repasaron lo que ya habían declarado en la etapa de instrucción. En este caso, DS señaló que abandonó el Seminario a los tres años de haber iniciado la carrera sacerdotal y tomó la decisión después de habérselo contado a sus padres y a su novia. También mencionó que fue convocado para dialogar por el arzobispo emérito Estanislao Esteban Karlic. Fue la única víctima que pidió que el imputado presencie su relato.

Hoy la actividad se reanudará a partir de las 8.30 con la declaración de las cuatro víctimas restantes.

Las audiencias continuarán el lunes 23, el martes 24, el miércoles 25 y el jueves 26; retomarán el 3, 4, 7, 8, 9, 10 y 11 de mayo. Fueron citados a declarar 75 personas, entre ellas los últimos tres arzobispos, así como también el obispo de Concepción, Tucumán, José María Rossi, último superior de Ilarraz. También harán lo propio 26 sacerdotes y cuatro exsacerdotes.

Los querellantes y a las víctimas que representaban en esta causa fueron mutando a medida que avanzaba la investigación: actualmente son siete. Santiago y Victoria Halle, Lisandro Amavet; Marcos Rodríguez Allende y Walter Rolandelli; Milton Urrutia y su socia, María Alejandra Pérez. En representación del Ministerio Público Fiscal lo hicieron Juan Francisco Ramírez Montrull y Álvaro Piérola.

 

Justicia y verdad

Una chica, hija de una víctima del cura, rompió en llanto al verlo pasar. «Esperamos un castigo ejemplar. Una sentencia que signifique una reparación histórica», dijo a Liliana Rodríguez, integrante de la Red, al precisar cuál era la expectativa de la agrupación frente al proceso. «Esta sentencia tiene que ser una reparación para los valientes que se animaron a hablar. No es que esperaron 30 años. Pudieron (hablar) después de 30 años», dijo Rodríguez, que además es psicóloga.

«Estamos de acuerdo en no compartir el mismo espacio físico. No todos podemos reaccionar de igual modo», dijo la profesional en elíptica referencia a la situación de las víctimas frente al religioso. A un costado, hombres y mujeres se identificaron con pancartas. «Yo apoyo a los sobrevivientes de Ilarraz», decían.

 

Pedirán que citen a un testigo considerado clave

Uno de los abogados querellantes, Marcos Rodríguez Allende, confirmó a UNO que en la audiencia de hoy solicitarán al tribunal de juicio que cite a un testigo clave que supuestamente habría desaparecido del Seminario cuando se consumaban los casos de abusos de y de corrupción de menores. De acuerdo a la hipótesis de la acusación, esta persona pertenecía al curso de los exseminaristas que luego denunciaron los casos de abusos que sacudieron a la opinión pública. «Esta persona aún no figura en el expediente», afirmó Rodríguez Allende.

Por otro lado, el letrado confió a este medio que ayer luego de finalizada la primera audiencia se reunió con la presidenta del tribunal, Alicia Vivian, para insistir con el pedido de que los alegatos sean públicos. «Se están coartando las garantías del debido proceso. Toda la sociedad debería poder escuchar todo lo que ocurrió durante esos años en el Seminario», finalizó. (UNO)

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