Un análisis de sangre que sirve para detectar ocho de los tipos de cáncer más comunes y ayuda a identificar su ubicación, fue desarrollado por investigadores del Centro Oncológico Kimmel de Johns Hopkins, de Estados Unidos.

El análisis, denominado «CancerSeek», es una prueba única y no invasiva que analiza simultáneamente la concentración de ocho proteínas cancerígenas y la presencia de mutaciones genéticas por cáncer en el ADN circulante en la sangre, informó ese centro de salud a través de un comunicado.

La prueba tiene como objetivo detectar los ocho tipos de cáncer más comunes -ovario, hígado, estómago, páncreas, esófago, colorrectal, pulmón y mama-, que representan más del 60 por ciento de muertes por esa enfermedad en Estados Unidos, cinco de los cuales no cuentan con ningún análisis de detección.

«El uso de una combinación selectiva de biomarcadores tiene el potencial de cambiar las medidas que usamos para la detección de cáncer», dijo Nickolas Papadopoulos, autor principal y catedrático de Oncología y Patología.

Joshua Cohen, estudiante de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y primer autor del documento publicado recientemente en la revista Science, señaló: «Las células tumorales circulantes con mutaciones de ADN pueden ser marcadores sumamente específicos para el cáncer».

«Para aprovechar esa particularidad inherente, desarrollamos un panel genético pequeño pero sólido, que pueda detectar por lo menos una mutación presente en la mayoría de los cánceres», explicó.

La prueba fue evaluada en 1.005 pacientes sin metástasis. La media de sensibilidad diagnóstica o habilidad de encontrar un cáncer fue de un 70 por ciento, y osciló entre un 98 por ciento para cáncer ovárico y 33 por ciento para cáncer de mama.

En tanto, en los cinco cánceres para los que no existe prueba -ovárico, hígado, de estómago, pancreático y de esófago- la sensibilidad diagnóstica osciló entre un 69 y un 98 por ciento.

«Una innovación de nuestro método es que combina la posibilidad de observar varias mutaciones de ADN junto a las concentraciones de ciertas proteínas para tomar una decisión final», comentó Cristian Tomasetti, profesor adjunto de Oncología y Bioestadística, quien desarrolló el algoritmo.

Tomasetti planteó que «otro aspecto novedoso es que utiliza el aprendizaje automático para que la prueba detecte con exactitud la ubicación de un tumor, incluso en las zonas anatómicas más pequeñas, en un 83 por ciento de los pacientes».

Aunque la prueba actual no detecta todos los tipos de cáncer, sí identifica muchos que de lo contrario no serían ubicados.

«La gran mayoría de terapias con las que contamos benefician a una cantidad limitada de pacientes. Si queremos lograr avances en la detección precoz, tenemos que empezar a pensar de manera más realista y reconocer que ninguna prueba puede identificar todos los tipos de cáncer», dijo Bert Vogelstein, codirector del Centro Ludwig e investigador en el Instituto Médico Howard Hughes, en Johns Hopkins.

La profesora de Medicina, Cirugía y Radiología Anne Marie Lennon coincidió: «Óptimamente, la detección precoz de los cánceres supondría una curación total tras sólo una operación, pero hasta los tipos que no se pueden curar de ese modo responderán mejor a las terapias sistémicas si existe una enfermedad menos avanzada», dijo la también directora clínica de Gastroenterología y directora del Programa Interdisciplinario de Quistes Pancreáticos.

Actualmente la prueba CancerSeek está siendo validada en estudios de detección a gran escala.

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