Máximo Benjamín Ferreyra Zárate tiene 6 años y es oriundo de Gualeguay. Recibió un trasplante de corazón hace una semana en el Garrahan y este lunes lo trasladarán a terapia intermedia. La emoción de sus padres.

Trasplantaron de corazón al niño entrerriano oriundo de Gualeguay. Máximo Benjamín Ferreyra Zárate, de seis años, fue intervenido con éxito en el hospital Garrahan, en Buenos Aires, y se recupera favorablemente. Gracias a su evolución, este lunes lo trasladarán desde terapia intensiva a una sala de terapia intermedia.

Al pequeño hace casi un año le detectaron una miocardiopatía restrictiva. Los médicos le explicaron a la familia que el pequeño necesitaba un trasplante de corazón para salvar su vida, y hace siete meses ingresó en la lista de emergencia del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai). Con miedos, incertidumbre y angustia, su papá Sebastián Ferreyra y su mamá Danna Zárate transitaron este tiempo, hasta que, finalmente, el 27 de agosto apareció un donante.

“Fueron siete meses y un día de espera, un tiempo que se hizo largo y angustiante, porque no sabíamos si iba a llegar o no el trasplante. Se iba demorando todo, pero gracias a Dios llegó un corazón para Max”, contó papá Sebastián.

Fue el sábado 26 a la tardecita cuando les avisaron de esta novedad. “Él vive con la madre en Luján y yo en Entre Ríos, donde estaba trabajando, y ella me avisó. Así que dejé todo y me fui a Buenos Aires”, mencionó.

“La operación duró aproximadamente casi ocho horas. Los médicos nos han dicho que fue un éxito la intervención. Y él lo aceptó bien a su nuevo corazón. El proceso de recuperación ha sido espectacular, porque fue todo encaminado para que esté perfecto. Eso es lo bueno de todo”, remarcó visiblemente emocionado.

A su vez, destacó: “Él se despierta y ya habla, ya volvió a ser el mismo que antes. Estamos constantemente cuidándolo. La madre se queda 12 horas con él y las restantes me quedo yo, uno de día y otro de noche. Estamos continuamente con él. Se lo ve más tranquilo, se lo nota contento. Está esperando la hora de irse a su casa”.

“Es como volver a nacer”

Aún va a pasar un tiempo hasta que llegue ese momento, pero tanto Sebastián como Danna ya se van interiorizando de los cuidados posteriores que deberá tener el pequeño: “Tiene que tomar la medicación específica para que no rechace el corazón nuevo, con muchos cuidados durante seis meses, porque él no tiene defensas todavía en su cuerpo. Así que es como volver a nacer. Hay que cuidarse con el tema de la higiene, puede recibir visitas, pero siempre con cuidados como lavarse las manos y demás”, manifestó el papá de Máximo.

Por otro lado, comentó que en estos meses de espera tuvo oportunidad de charlar con otros papás de otras provincias que ya habían pasado por esta instancia, quienes le infundieron ánimo y esperanzas mientras llegaba un corazón para su hijito.

Danna también compartió su felicidad por la posibilidad de que Max haya recibido un trasplante y aseguró: “Es inimaginable esto. Para explicar lo que una siente en la espera y ahora hay que pasarlo. Hay que estar en este lugar para sentir la desesperación porque pasaban los días y el corazón no llegaba”.

“Fueron meses de no dormir bien, meses de esperar a que suene el teléfono, meses de cuidarlo mucho; y a la vez decir `vamos a hacer lo que él quiere porque tiene que disfrutar, por si pasa algo´. El último control que le hicimos previo al trasplante ya estaba muy mal, estaba muy sintomático, y necesitaba urgente un corazón nuevo. La verdad fueron muchos momentos terribles”.

Transcurrido ese proceso, y ya con la recuperación favorable del niño, destacó: “Después de todo eso, pasó una semana y ya lo trasladan a terapia intermedia. Ahora por 15 días todavía le tienen que pasar unos antibióticos, y está muy medicado todavía”.

Donar órganos salva vidas

Cuando Máximo ingresó en emergencia del Incucai, sus papás iniciaron una campaña de concientización en redes sociales sobre la donación pediátrica de órganos, ya que si bien en el país está vigente la Ley Nº 27.447 de trasplante de órganos, tejidos y células -conocida como la Ley Justina-, que establece que todos los mayores de 18 años son donantes y llegado el momento los médicos pueden realizar la ablación sin que sea necesario un permiso de la familia –a menos que hayan expresado en vida lo contrario–, para el caso de los niños y jóvenes menores a esa edad sí se necesita indefectiblemente la autorización de padres o tutores.

Tanto Danna como Sebastián se propusieron seguir trabajando en la difusión y sensibilización del tema. “Es como que todos volvimos a nacer el 27 de agosto, el día del trasplante, y no va a ser una fecha más. Hice muchas promesas para que llegue este día, y una de ellas es seguir con la campaña en conjunto con la madre para concientizar a más gente sobre la importancia de donar órganos, y principalmente sobre donación pediátrica”, dijo Sebastián.

En este marco, contó: “El donante de Máximo no solamente le salvó la vida a él, sino también a otra niñita más que fue trasplantada de pulmón al mismo tiempo. Estábamos las dos familias en la sala de espera”.

En tanto, Danna destacó: “Es milagrosa esta oportunidad”, y también subrayó que seguirá llevando adelante esta tarea de concientizar sobre donación de órganos, e hizo hincapié en que las mamás y papás realicen controles periódicos a sus hijos, para poder detectar de manera temprana cualquier dolencia, ya que un diagnóstico temprano también puede salvar vidas.

“Muchos podemos llegar a ayudar concientizando sobre este tema, porque es algo de lo que casi no se habla casi. Y el hijo de cualquiera puede ser el que necesita un trasplante, cualquiera puede estar en emergencia nacional del Incucai y necesitar salvar su vida”, reflexionó por último.

Diario Uno

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