En una extensa entrevista, el ex ministro del Interior, Rogelio Frigerio, analizó que “la realidad provincial replica la realidad nacional” y advierte a las autoridades provinciales que espera una convocatoria.
En una extensa entrevista con Osvaldo Bodeán en El Entre Ríos, el ex ministro del Interior, Rogelio Frigerio, define a la crisis económica presente como “la peor de la historia argentina”. “Parte del problema es que la dirigencia política no está entendiendo la gravedad de la situación”, explicó.
Consultado por una definición de sí mismo, indica: “Soy un hombre de familia, padre de dos hijos, una persona a la que las responsabilidades que tuvo a lo largo de su vida, desde muy joven, en la función pública o en el sector privado, no lograron –y espero que nunca lo logren- sacarlo del eje de las cosas que son importantes, la familia, los amigos. Privilegio eso antes de cualquier otra cosa. Por supuesto, también soy una persona con muchísimo compromiso con el país, algo que seguramente llevo en la sangre, por el ADN de mi familia”.
Sobre su rol de economista y político, explicitó: “Yo milito en la política antes de ser economista, así que probablemente ese sea el orden correcto. Milité desde muy joven en la juventud secundaria desarrollista y después fui funcionario en la década del 90, viceministro de economía, después de me dediqué más de una década larga a la actividad privada y volví hace unos años a la función pública en el proyecto de Cambiemos. Y ahora estoy otra vez en la actividad privada, porque no tengo cargos públicos ni partidarios, pero siempre vinculado con la política”.
“Hay una tergiversación de la idea de lo que es hacer política, sobre todo en los últimos tiempos en la Argentina, como que casi no se concibe la política sin el cargo. Sin querer ser autorreferencial, siempre pongo el ejemplo de mi abuelo que hizo política desde los 12 años hasta los 92, o sea, 80 años, y fue solamente dos años funcionario en el gobierno de Don Arturo Frondizi, hasta que la presión militar lo obliga a renunciar al cargo, pero siguió actuando en el gobierno desarrollista”, rememoró.
A la hora de definirse ideológicamente, afirmó: “Yo soy desarrollista y creo que, de alguna manera, siendo desarrollista, es difícil encasillarme. El desarrollista es básicamente una persona con ideas, por eso no me asusta el planteo ideológico, pero sobre todo muy pragmático, en orden a entender que la política tiene y debe tener un objetivo por encima de cualquier otro, y es que la gente viva mejor, y para eso es imprescindible trabajar por el desarrollo nacional”.
A ello, agregó: “Mi abuelo me contaba siempre que la génesis del gobierno estuvo muy vinculada con la idea de la unión nacional. Frondizi era el representante de la Unión Cívica Radical Intransigente, que representaba a las clases medias de la Argentina de aquella época, y mi abuelo entendía que aún ganando la elección -porque el peronismo estaba proscripto y todo hacía indicar que la elección entre Frondizi y Balbín la ganaría quien no fuera visualizado con antiperonista como se lo veía a Balbín-, sin un frente nacional, no se iba a poder llevar adelante un programa de transformación y desarrollo de la Argentina, y por eso se gesta esa alianza de clases y sectores de la vida argentina detrás de un plan de desarrollo”.
En ese contexto, aseguró que esto “está más vigente que nunca porque hoy, así como está, y sobre todo, en vista del deterioro de la Argentina, la oposición puede ganar la próxima elección, como ganamos la de 2015, pero eso, que te alcanza para ganar una elección en un país hoy mucho más complejo que hace 60 años, no te alcanza para transformar la realidad de ninguna manera”. “Ese mismo razonamiento corre para la provincia de Entre Ríos”, agregó..
Autocrítica
Como forma de autocrítica, el ex ministro admite que “sin dudas” su “principal error o falencia” fue “no haber podido convencer al gobierno del que formó parte para que hubiera una mayor apertura y se integrara a otros sectores, arrimándose a ese ideal frondizista”.
No obstante, aclaró que lo viene “intentando desde el primer momento”. “De hecho, a principios de 2015, cuando se empieza a gestar la idea de la unidad en la oposición, éramos muy pocos los que defendíamos esa estrategia. Los líderes del PRO y la mayoría de los líderes del radicalismo no estaban de acuerdo. No creían que eso era indispensable. Pudimos convencer a estos dirigentes descreídos de esta necesidad de generar una coalición para enfrentar lo que parecía un deterioro irrecuperable de las instituciones de la República. Y ahí sí tuvimos éxito, pudimos conformar Cambiemos. Aún con este acuerdo de la mayoría de la oposición, nos alcanzó apenas para ganar por poco más de un punto la elección, pero claramente no alcanzó para transformar el país ni para lograr los ambiciosos objetivos que nos habíamos planteado”, refirió.
“Había obviamente que tener una actitud mucho más generosa después del triunfo electoral y también en la segunda oportunidad que tuvimos, que fue después de haber ganado la elección de medio término. Pero ahí no tuve éxito, no tuvimos éxito aquellos que pensábamos de esta manera, no pudimos lograr que aquellos que tenían más poder de decisión entendieran la necesidad de ampliar la base de sustentación política de nuestro espacio”, reconoció.
“A pesar de eso, con un trabajo incansable y casi artesanal, pudimos generar gobernabilidad, aun siendo la administración más débil del último siglo en la Argentina. Teníamos un tercio de la Cámara de Diputados de nuestro color político y solamente un quinto de la Cámara de Senadores, cinco gobernadores sobre 24, no mucho más del 20% de los intendentes del país. Es decir, no teníamos ni poder parlamentario ni poder territorial y, sin embargo, con mucho diálogo, con mucha vocación de construcción política, pudimos ser el primer gobierno no peronista en casi también 100 años que termina su mandato, y pudimos llevar adelante muchas de las leyes que nos propusimos, a pesar de tanta debilidad en el Congreso. No pudimos ir más allá de eso. No pudimos generar condiciones para que nuestra coalición gobernante pudiera tener más músculo político, más volumen y, en consecuencia, más posibilidades de llevar adelante una agenda ambiciosa”, analizó.
En este marco de análisis, planteó que “el diálogo es casi imposible, pero a la vez es imprescindible, si queremos salir de esta decadencia con la que convivimos desde hace tantas décadas los argentinos”. “Tenemos que seguir insistiendo, porque cuando uno analiza los últimos 50 años, medio siglo de la historia argentina, si quiere desde el gobierno de Frondizi a esta parte, no hemos hecho otra cosa que retroceder, que deteriorar la calidad de vida de nuestros compatriotas. Y cuando uno trata de encontrar un común denominador en todas las gestiones que tuvieron responsabilidad es la falta de acuerdos, de consensos sobre las cosas que tenemos que hacer para salir de esta situación”, indicó.
“En consecuencia, por más que sea difícil o casi imposible, por más que muchas veces sea más cómodo posicionarse en un extremo y seguir tirando piedras o devolviendo las piedras que se reciben, creo que no tenemos otro camino, otra salida, si queremos una Argentina mejor y una Entre Ríos mejor, que es insistir por el lado de la construcción de puentes y del diálogo, y de la idea de que se necesita más de uno para solucionar los problemas que, solo, en más de 50 años, nadie pudo arreglar”, sentenció.
“No estoy planteando que todos somos igualmente responsables. Probablemente algunos hayan tenido más oportunidades de gobierno que otros, pero sí hemos sido corresponsables en lo más básico, en lo más evidente, que hoy los argentinos no viven mejor que hace 50 años. Somos, de alguna manera, responsables todos los que hemos tenido un paso por la administración pública. Esto obliga a tener una actitud mucho más humilde que la que uno ve en la mayor parte de la dirigencia política, que tiene esa tendencia natural a echar culpas y a deslindar responsabilidades. Yo creo que nadie hoy en la dirigencia política argentina tiene derecho a echar culpas y que todos tenemos la obligación, le diría hasta moral, de ver cómo hacemos para resolver los problemas que quitan el sueño a los argentinos”, aseveró.
Consultado por cuál es el límite de Rogelio Frigerio, afirmó que “este consenso que requiere Argentina para dejar atrás los problemas de toda la vida, que venimos repitiendo de manera recurrente desde hace más de medio siglo, implica que la dirigencia política esté dispuesta a socializar los costos que conllevan las reformas estructurales que hacen falta. Para eso, la convocatoria tiene que ser amplia. Por supuesto que no requiere como condición la unanimidad. Uno espera que los extremos no estén dispuestos a hacer este esfuerzo, pero aún con los extremos afuera de esta mesa de trabajo que la sociedad demanda a gritos, en la que los políticos se sienten a dedicar tiempo y energías a ver en qué están de acuerdo en vez de priorizar las diferencias y los enfrentamientos, creo que basta con una gran mayoría y no es condición indispensable la unanimidad”.
El rol del Papa
Sobre el rol del Papa Francisco, opinó: “No creo para nada que el Papa esté ocupándose de la construcción política del kirchnerismo. Me parece que eso forma parte de este deporte que tenemos los argentinos de imponerle una grieta a todo, a cualquier cosa. Creo que hay muchos que hablan por el Papa y le hacen un flaco favor, que hubo algunos gestos, fotografías, encuentros, que se hubieran podido evitar o explicar mejor, pero más allá de eso creo que tiene cosas mucho más importantes en su papado que ocuparse de las internas político partidarias de nuestro país. Creo que hay que escucharlo más a él y no tanto a los que dicen que hablan en su nombre”.
La crisis argentina
En otro orden, sostuvo que “parte del problema es que la dirigencia política no está entendiendo la gravedad de la situación”. “Como ejemplo solamente, en el segundo trimestre de este año caímos más en términos de actividad económica que en todo el 2001. Es decir, en tres meses la economía se deterioró más que a lo largo de todo el año 2001, que nos trae recuerdos tan desagradables como la hiperinflación de los 80. Además, es una crisis la de hoy que, al menos por ahora, no parece de salida rápida y fácil, porque, a diferencia de lo que ocurrió en 2001, el mundo no está jugando tan a favor, no tenemos la soja a 600 dólares la tonelada, ni los países desarrollados de alguna manera ayudando a salir a la Argentina. Hoy cada país está lidiando con sus propios problemas, y la Argentina también va a tener que lidiar con su situación más complicada, por lo cual creo que sin dudas esta es la peor crisis de la historia en la Argentina, donde tenemos una tremenda recesión, cuando ya hace una década que el país no crece”, planteó.
Entre Ríos y su deuda
Respecto de la realidad provincial, Frigerio dijo que ve la situación de la deuda “con enorme preocupación”. “La realidad de Entre Ríos replica la realidad nacional. Espero que este esfuerzo que se hace por mejorar el perfil de deuda, por patear el problema para adelante, tenga sentido y se aproveche, y se aproveche el tiempo para que la provincia deje de ser insolvente. Porque si solamente pateamos la pelota para adelante, lo único que hacemos es transferir responsabilidades a los que vengan después”, reflexionó.
“De nuevo, es difícil que el gobierno actual de Entre Ríos lo pueda hacer por sí mismo, pero yo estoy esperando una convocatoria y la voy a esperar hasta último momento de las actuales autoridades, a ver cómo juntos resolvemos este problema, sin mirar tanto quién es el responsable de que hoy Entre Ríos esté como está, porque yo creo que eso a la gente no le interesa. Lo que le importa a la gente es cómo resolvemos la situación. Soy un convencido de que va a ser muy difícil que en estos tres años y meses que le quedan a la actual gestión, si se encierra, si no tiene la voluntad y la vocación de convocar a todo el arco político a ver cómo juntos logramos una Entre Ríos mejor, me parece que no va a ser posible. Pero quiero marcar y resaltar la vocación que tenemos de estar a la espera y responder favorablemente a una convocatoria de las actuales autoridades de la provincia, si entiende que estos problemas de tanto tiempo en la provincia es hora finalmente de empezar a resolverlos”, analizó.
Caja de Jubilaciones
Al ser preguntado sobre cómo reformar el sistema previsional entrerriano para revertir el déficit que se agrava año tras año, Frigerio sostuvo que “lo primero es el diagnóstico. No hemos hecho otra cosa en estos últimos años que deteriorar cada vez más el sistema previsional de la provincia, y, por supuesto, no tenemos mucho más tiempo para encontrarle una solución”.
“Lo más importante que requiere la solución es consensos, porque, cualquier fuerza política que imponga su mayoría circunstancial y logre alguna reforma, siempre corre el riesgo de que quien venga después dé marcha atrás y volvamos a foja cero, como ha ocurrido invariablemente en las últimas décadas de la Argentina, donde el que llega borra todo lo que hizo el anterior, porque precisamente faltó el consenso al hacerlas. Después, el segundo requisito es estar dispuestos todos a socializar los costos de este tipo de reformas que, claramente, la provincia no puede esperar más para hacer. Es decir, son de las cosas que hay que sacar de la discusión político partidaria y electoral. Y, en última instancia, creo que lo primero que hay hacer, antes de sentar en la mesa a expertos que junto con todo el arco político diseñen una salida, es terminar con todos los privilegios, con absolutamente todos los privilegios, todas las inequidades del sistema. Yo creo que la gente está esperando eso de nosotros”, explicitó.
Coparticipación
“En principio, remarco mi preocupación por lo ocurrido con la quita a CABA y su derivación a la provincia de Buenos Aires, de manera inconsulta e intempestiva. Yo creo que eso le hace muy mal al federalismo. Ni siquiera se le sacó a la ciudad de Buenos Aires para repartir entre el resto de las provincias. Fue una quita a una de las pocas jurisdicciones de la oposición para darle a la provincia desde el punto de vista electoral más importante del oficialismo. Hay que tener mucho cuidado con esas actitudes, porque si la tienen con CABA, también la pueden tener en algún momento, si la cosa se complica más, con otras provincias”, analizó el ex funcionario macrista.
Y agregó que “el gobierno anterior, más allá de la autocrítica y los errores que cometió, que hay que asumirlos y aprender de ellos para ser mejores en el futuro, nadie puede discutir que ha sido uno de los gobiernos más federales de la historia. Entre otras cosas porque restituyó a las provincias 15 puntos de la coparticipación, que precisamente el gobierno anterior los había sacado”.
Admitió que en tal sentido Macri “fue obligado por una sentencia para tres provincias y el presidente interpretó que ese fallo era justo y me mandó a mí a negociar con las provincias para ver cómo podíamos también reconocer ese derecho al resto. Lo hicimos, por supuesto no de un día para el otro porque también recibimos un Estado quebrado, pero sí a lo largo de un acuerdo de 5 años”.
“Hoy en día hay una situación económica muy vulnerable en las provincias, entre otras cosas porque esta crisis y esta cuarentena han reducido drásticamente el nivel de la recaudación de impuestos coparticipables”, acotó.
El futuro de Frigerio en Entre Ríos
“Lo último que hago es pensar en mi futuro en la política”, dijo el ex ministro al ser consultado sobre lo que viene. “De hecho estoy disfrutando de mi familia y de la posibilidad que me dan estos tiempos de ocuparme de mis asuntos, que por muchos años desatendí. Entre otras cosas, mi actividad productiva en la provincia”, sentenció.
“Sin embargo, para mí, lejos de implicar un demérito, tener responsabilidades en la provincia sería un honor. Pero más allá del lugar que uno ocupe, a mí lo único que me entusiasmaría sería formar parte de un proyecto, un proyecto distinto, que no sea mezquino, que no haga hincapié en las cuestiones personales, ni siquiera partidarias, que tenga en vista solamente el objetivo de tener una Entre Ríos mejor, de formar parte de un gobierno donde estén los más idóneos y no los que responden a determinada camiseta partidaria, donde realmente haya una generosidad y una humildad que deje de lado los intereses personales y partidarios que tanto daño le han hecho a la política y a la provincia misma. Si ese proyecto se da, y estoy trabajando para que se dé, yo voy a formar parte en el lugar que sea”, refirió.
“La verdad es que después de haber tenido muchas responsabilidades, he sido desde muy joven, a mis veintitantos años, viceministro de Economía y después he sido ministro de Interior y Obras Públicas. No tengo ningún tipo de necesidad de ocupar cargos y de hecho no los ocupo en la actualidad. Ni siquiera tengo cargos partidarios, y hago política porque lo llevo en la sangre”, aseguró.
En tal sentido, opinó que “la provincia necesita un proyecto convocante, que vaya más allá de los límites que a veces se autoimponen los partidos políticos y las personas, y que convoque a los mejores en cada área. Yo creo que eso es lo que está esperando la gente de nosotros”.
Internas del PRO
– El Pro de Entre Ríos exhibe en estos días una llamativa agitación interna, con dos listas presentadas para cargos partidarios, una encabezada por Eduardo Caminal y la otra por Roberto Niez. ¿Cómo ve este proceso? ¿Hay un apoyo explícito a alguno de los dos?
Consultado por el proceso de elecciones internas en el PRO de Entre Ríos, Frigerio indicó que fue “consultado por algunos dirigentes”. “Yo planteé que, así como soy un ferviente creyente de que las elecciones son la mejor forma de definir quiénes tienen que ser los candidatos de cada fuerza, y por eso defiendo las PASO, no creo para nada que este sea un momento en el cual haya que poner energía, esfuerzo, recursos, en una elección interna de un partido político”.
“No me parece bien que no nos podamos poner de acuerdo en algo tan menor como las estructuras partidarias del PRO. Creo que hay que hacer esfuerzos para buscar consensos, primeramente internos, y ocuparse, poner energías en lo único que importa, ver cómo hacemos para resolverle los problemas que le quitan el sueño a los entrerrianos”, sentenció.
En cuanto a esa búsqueda de consensos, planteó: “Si no se puede llegar a un consenso, se votará y los afiliados definirán quiénes son los más capaces para dirigir la vida partidaria. Yo sí pedí, además de un esfuerzo por el consenso, como un consejo, que también hagan un esfuerzo para que aquellos que tienen cargos en la función pública, no tengan a su vez otros cargos en la vida partidaria, que le den lugar a otros dirigentes, a otros militantes, para que tengan oportunidad de tener una experiencia en la política, que no la pueden tener porque los cargos los ocupan siempre los mismos, y creo que eso no es bueno para la democracia ni para la participación que requiere”.