Es una aliada en el cuidado de la salud. Sugerencias para escuchar con atención plena.
Estás tranquilamente viajando en tu auto y de pronto escuchás esa melodía. Sí, esa que parece penetrar profundo como una daga moviendo recuerdos entrañables, nostálgicos, que te transportan a otro momento en el cual hiciste esa primera conexión sensitiva con ella. De pronto los sabores, los olores e imágenes de ese contexto son arrastrados con fuerza por el desliz sonoro de esos compases. ¿Quién no ha tenido oportunidad de vivir una experiencia de déjà vu profunda con una melodía? ¿Quién no ha sido sorprendido por el tremendo poder memorístico de una canción?
Con semejante poder, cómo no habría de tener la música un bien ganado mote de “moduladora de nuestras emociones”. Pero, además, y como dice la licenciada Agustina Santos, del equipo de musicoterapia de Ineco (Instituto de Neurología Cognitiva), también “es común escuchar expresiones como la música es sanadora, la música tiene un efecto mágico, o avisos que dicen aprenda un idioma con Musicoterapia, la música de Mozart mejora la inteligencia o la música clásica relaja” , lo cual no es exactamente así y confunde a quien lo ve.
Como mencionábamos antes, no hay dudas que la música nos moviliza, puede ayudarnos a evocar recuerdos, expresar emociones, generarnos sensaciones de placer. Pero, ¿existe un tipo de música específica que nos genere bienestar?, le preguntamos a la profesional.
“Si bien se ha reportado que determinados componentes de la música (el modo, el ritmo, la altura, la armonía) inducen ciertas emociones en los oyentes, no hay un tipo de música que evoque las mismas emociones o sensaciones en los distintos individuos; así como por ejemplo el heavy metal puede generar una emoción negativa en un sujeto, puede evocar una emoción fuerte y positiva en otro. No hay un ‘estilo’ o ‘canción’ que pueda ser prescripta cual receta médica o de cocina para obtener una determinada respuesta; los efectos que produce en el oyente variarán según sus características personales -cultura, experiencias personales, historia en relación a la música, preferencias-; y la situación en la que se encuentre particularmente al momento de oírla”.
Y agrega: “La música está presente en nuestras vidas, experimentamos distintos entornos sonoros y musicales constantemente incluso cuando dormimos; forma parte de nuestra existencia de manera natural y puede constituirse como una aliada en el cuidado de nuestra salud”.
Pero, ¿Por qué la música genera placer? ¿Cómo nos ayuda a reducir el estrés? ¿Sirve para disminuir la ansiedad?
Música y neurociencia
Es creciente el interés en el campo de las neurociencias en dilucidar los efectos de la música en el cerebro y su impacto en nuestro bienestar. Veamos un poco qué dicen las investigaciones en la actualidad. “Hace unos años -relata Agustina- el doctor Robert Zatorre en conjunto con un grupo de investigadores en Canadá llevaron adelante un estudio para saber por qué la música nos genera placer. Compararon la respuesta a la música placentera versus la música neutral, confirmando que las respuestas emocionales fuertes a la música dan lugar a la liberación de dopamina (neurotransmisor) que activa el circuito de recompensa –el mismo que se activa al comer una comida rica o tener sexo- lo que ayuda a explicar y entender el valor recompensante de la música.»
La especialista cuenta que «otro estudio publicado en la revista Music and Medicine, llevado a cabo en Suiza y que estudió los efectos de la audición de música de preferencia de un grupo durante 2 semanas, 30 minutos por día, versus otro grupo que se relajaba sin música, arrojó resultados que sugieren que escuchar música significativa puede tener efectos más fuertes en la reducción del estrés e incrementar las emociones positivas cuando se la utiliza como aliada en la relajación. En Barcelona un estudio comparó la eficacia de la música frente a los efectos del diazepam (sedante) en la reducción de la ansiedad prequirúrgica. Un grupo recibió diazepam y el segundo escuchó música de preferencia -tanto el día anterior como el de la cirugía-, indicando que la música alcanzó igual eficacia que los sedantes en la reducción de la ansiedad prequirúrgica”.
Para la profesional, “no es necesario tener un talento innato, tener ‘cultura musical’ o ser un músico profesional para atravesar experiencias significativas; la música puede evocar emociones positivas en cualquier individuo y éstas son fundamentales para alcanzar el bienestar integral”.
Escuchar con Atención Plena
Uno de los aspectos fundamentales de la música es la atención cautivante (concentrativa) que puede ejercer sobre nuestro cerebro. Una melodía que nos moviliza nos lleva rápidamente a una experiencia de Atención Plena (Mindfulness) donde abrimos una nueva conexión sensitiva y experiencial con el presente. Muchos deportistas, por ejemplo, la utilizan en el calentamiento precompetitivo para ganar en concentración y motivación.
Agustina nos brinda algunas sugerencias para la vida cotidiana:
✔️ Escuchá música editada de preferencia con atención plena, teniendo intención conciente y disposición cognitiva para conectar con ella.
✔️ Involucrate en experiencias significativas con la música, valete de ella para mejorar experiencias cotidianas, desde el momento de cocinar o descansar en casa como cuando querés relajarte en tu trabajo.
✔️ Proponete desafíos cognitivos musicales. Ejemplo: aprendé a tocar un instrumento musical, aunque sea algo sencillo, pero que implique abrir nuevas conexiones neuronales.
¿Quién duda de que la música le da un tono diferencial a nuestras vidas y abre nuestra alma (y nuestro cerebro) para acceder a nuestra emocionalidad más profunda? Entonces, ¡sigamos cantando bajo la ducha pero además agreguémosle esfuerzo y compromiso aprendiendo más sistemáticamente! Que seguramente eso redundará en bienestar.
*Martín Reynoso es psicólogo, coordinador de Mindfulness en INECO y autor de «Mindfulness, la meditación científica». (Clarín)