En la octava audiencia del juicio por el crimen de Pastorizzo, declararon seis testigos. Además un experto balístico presentado por la querella dijo que el primer disparo fue casi a quemarropa y el segundo a una distancia no mayor a 50 cm.
Pasado el mediodía de este martes, finalizó la octava audiencia del juicio oral y público que se le sigue a Nahir Galarza, de 19 años, por el homicidio doblemente agravado por el uso de arma de fuego y la relación de pareja no conviviente de Fernando Pastorizzo (20), ocurrido en la madrugada del 29 de diciembre del 2017 en la ciudad de Gualeguaychú.
El debate se había reanudado a las 9:15, con el aporte de seis testigos propuestos por la defensa técnica de la imputada, representada por los abogados Horacio Dargainz y José Ostolaza.
El primer testigo en declarar frente al Tribunal (integrado por los doctores Mauricio Derudi, Arturo Exequiel Dumón y Alicia Vivian), fue Víctor Adriel García, médico ginecólogo que presta servicio en el Sanatorio Adventista del Plata.
El médico reconoció que atendió a Nahir en dos oportunidades: el 30 de diciembre de 2016 y en los controles anuales del 22 de diciembre del año pasado. En esa última fecha detectó que Nahir presentaba una lesión cutánea en la pierna izquierda, de carácter leve. Y cuando la interrogó sobre cómo se la había producido, sostuvo que ella le manifestó que no se acordaba.
La segunda testigo fue una vecina de la familia Galarza, identificada como Elvira Beatriz Selorerna y su aporte fue el de dar testimonio de los ruidos molestos que generan los boliches de la zona de la Costanera y que impiden conciliar el descanso en el barrio.
Luego declaró el cabo primero Juan Cruz Ramírez, quien fue convocado, al igual que los demás testigos, por la defensa técnica. Ramírez integró una unidad móvil del Grupo Especial, compuesto por diez funcionarios policiales al mando del padre de Nahir, Marcelo Galarza; hasta que se disolvió en 2015 por orden de la superioridad, previo juicio por una denuncia a raíz de una supuesta sustracción de armas pertenecientes a cazadores furtivos.
Dijo que Marcelo Galarza siempre utilizó su pistola 9 milímetros (la misma que se utilizó para ultimar a Fernando Pastorizzo) sin seguro y con un proyectil en la recámara.
Ante una pregunta de la defensa, admitió que un disparo puede accionarse de manera accidental o involuntaria; pero no pudo referenciar que se produzcan varios disparos por armas semi automáticas de manera involuntaria o accidental.
El cuarto testigo fue Eduardo Javier Acuña, también policía y que prestó servicios en los Grupos Especiales, pero también como instructor de tiro en la Escuela de Agentes de Villaguay.
Dijo que ha presenciado el disparo involuntario de armas, y cuando ello ocurre la persona se paraliza; aunque algunos pueden seguir sosteniendo el arma: «Todo depende del shock de la persona», declaró.
Luego admitió que no es perito en armas ni tampoco mecánico armero y no está habilitado como instructor de tiro por el Registro Nacional de Armas (Renar).
El quinto testigo fue Sergio Manuel Cabral, también funcionario policial, que estuvo bajo las órdenes de Marcelo Galarza. Reconoció que el padre de Nahir utilizaba su pistola con un proyectil en la recámara y sin seguro, como así también que tuvo conocimiento de que a alguien se le disparó el arma de manera involuntaria, pero nunca dos disparos o de manera múltiple.
Este testigo tuvo un momento de confusión al no reconocer las diferencias entre una pistola automática y una semiautomática.
La sexta y última testigo fue la abuela de Nahir, Brígida María Galvez; quien pese a comprenderle las generales de la ley por el rango de parentesco, decidió declarar igual.
Relató que durante el verano del año pasado escuchó a su nieta decir: «Sóltame, sóltame», mientras Fernando la tenía de los pelos y del cuello. Que en esa oportunidad le gritó y que Fernando tomó su moto y se fue del domicilio de Nahir.
Sostuvo que Nahir le pidió que no le contara nada a sus padres y que ella respetó ese pedido y admitió que en esa única oportunidad dialogó sobre lo sucedido con su vecina que vive en frente.
Relató que no sabía qué tipo de relación tenía su nieta con Fernando. Al principio dijo que la víctima no iba a su casa, aunque luego admitió que sí lo hacía; e incluso reconoció como cierto lo dicho por una vecina que sostuvo que a Fernando lo veía varias veces durante la semana.
Con respecto al viaje de vacaciones al Brasil que Fernando Pastorizzo realizó invitado por la familia Galarza, reconoció que fue el único que lo hizo.
Por último, el experto balístico de la querella, Edgardo Ceferino Crespo, dio sus conclusiones como consultor de esa parte.
Se trata de una persona que es diplomada en Criminalística y Criminología, que es perito balístico y perito mecánico armero e instructor de tiro.
Destacó en su informe «in voce» que el primer disparo se produjo por la espalda y el segundo ingresó por el tórax, cuando Fernando yacía en el suelo.
Que el primer disparo se tuvo que realizar casi a quemarropa y el segundo, luego de rodear a la víctima a una distancia no mayor a 50 centímetros, apoyándose en las conclusiones que en su momento realizaron los peritos de Criminalística de Paraná. También destacó que no hubo disparo involuntario.
Las audiencias se retomarán el jueves a las 8:30 con el aporte de más testigos a propuesta de la defensa técnica. (El Argentino)