Pedro Arrúa, un peso pesado del narcotráfico, y Javier Caire, están acusados de armar una red narco desde la Unidad Penal N° 4.
Uno ponía sus contactos en el norte del país para traer la droga; el otro utilizaba sus allegados en la ciudad para distribuirla y venderla. Ambos se conocieron en la Unidad Penal N° 4 de Concepción del Uruguay y el encierro no les impidió continuar en el negocio por el cual fueron condenados. Por el contrario, se rearmaron y tejieron nuevas redes. Sin embargo, sus movimientos fueron descubiertos y ahora serán juzgados nuevamente por narcotráfico. Esta vez, junto a familiares y colaboradores.
Según una investigación de la División Toxicología de Concepción, instruida en el Juzgado Federal de esa localidad, dos conocidos del ambiente narco que compartían el mismo espacio en la cárcel habrían dirigido el negocio desde allí. Uno es Pedro Amadeo Arrúa, un misionero de 54 años, más conocido como Pitty, quien tiene una condena por un importante cargamento de marihuana en Córdoba y su nombre sonó en causas de contrabando y hasta en la Ruta de la Efedrina. El otro es Javier Caire, quien trascendió en la causa conocida como de los narcopolicías, condenado el año pasado por Asociación ilícita junto a efectivos de fuerzas federales y otros narcos.
Ambos están imputados y sus procesamientos fueron recientemente confirmados por la Cámara Federal de Apelaciones de Paraná, al igual que los demás acusados.
Nuevos y viejos conocidos
La investigación comenzó a mediados del año pasado, cuando efectivos de la División Toxicología de la Departamental Uruguay de la Policía de Entre Ríos observaron que personas provenientes de Posadas, Misiones, viajarían a Concepción a fin de proveer estupefaciente a otras de la zona y se hospedarían en distintos hoteles cercanos a la Terminal de Ómnibus. Luego, mediante imágenes, seguimientos e intervenciones telefónicas se pudieron constatar las actividades de comercialización de drogas. Y así surgieron los viejos conocidos para los investigadores.
Al parecer, según la resolución del procesamiento del juez Pablo Seró, Alexis Damico, Ilda Rosa Galeano y Francisca Coronel, llegaban desde el noreste del país y visitaban a Arrúa en la cárcel. Se hospedaban en dichos hoteles donde coordinaban entregas de drogas en la zona a Nadia Soledad Maidana –pareja de Javier Caire–, Walter Fernández Cañete –empleado de Caire–, Brian Ríos, Graciela Ofelia Barreto (pareja de un narco preso en Chaco), su hija Keila Clotet, su pareja Guillermo Emanuel Cheves, y Fabiana Angio.
El 30 de agosto se cumplieron con múltiples órdenes de allanamientos y requisas sobre los distintos domicilios y vehículos sindicados por los investigadores.
Al costado del cementerio, por avenida 9 de Julio, interceptaron al auto Suzuki Swift en el que iban Ríos y Fernández Cañete, a quienes les encontraron dinero, celulares, dos envoltorios con más de medio kilo de cocaína; en la casa de Clotet hallaron unos 450 gramos de la misma sustancia, 20 envoltorios, celulares, entre otros enseres. De la requisa del auto Nissan en que se conducía Barreto, frente al hotel Virrey, se incautaron 15.100 pesos que presuntamente iban a ser entregados a Galeano. Asimismo, se efectuaron allanamientos en las celdas de Arrúa y Caire, y también en la UP Nº 7 de Resistencia, donde se encuentra alojado la pareja de Barreto.
La Cámara Federal, al analizar la causa, sostuvo que Pedro Arrua «intervino como organizador de actividades de comercio constatadas desde la unidad penitenciaria. Esto se gestaría a través de Galeano, Coronel, Barreto, entre otros imputados, quienes oficiaban en la intermediación y entrega de tóxicos, todo lo cual se encuentra asentado en numerosos informes y tareas de vigilancia. Más allá de las visitas de Galeano y Coronel al interno, hay un detalle de las comunicaciones telefónicas entre Arrúa y otros sospechados, como Damico y Giménez, de la que surgen datos referidos a ‘armar todo’, al temor de ser escuchados, al dinero, cantidades, contactos, así como una especie de rendición de cuentas».
En este sentido, vale remarcar que en su celda se encontró un papel con un teléfono que correspondería a la pareja de Barreto, con anotaciones que resultan de relevancia para la causa.
En tanto sobre la situación de Caire y su pareja Maidana, sostienen que la mujer haría «al menos de intermediaria» entre su marido y los dependientes de Arrúa – por ejemplo con Galeano– quien se contactara con ella y luego le entregara una bolsa frente al hotel Mitre. Además, entre Caire y Maidana «se constatan diálogos sugestivos sobre adquisición de moneda extranjera o sobre cómo debían ‘armar todo'».
Respecto de Caire también se reseña otra escucha relevante mantenida con Angio acerca del resguardo de la droga y el dinero, y les endilgan a ambos la cocaína que les hallaron a Ríos y Cañete en el auto, ya que responderían a ellos. Cabe recordar que Caire fue condenado el 7 de junio a cinco años y seis meses de prisión junto al otro jefe de la banda que traficaba cocaína en la costa del Uruguay, Mario El Gordo González.
En tanto que Pitty Arrúa, está alojado en la cárcel de Concepción desde el 25 de noviembre de 2016 por un transporte de 40 kilos de marihuana. Esta droga fue hallada oculta en el motor de un camión, en un control de Gendarmería Nacional en Gualeguaychú. Pero Arrúa no iba en el vehículo, sino que está sindicado como autor intelectual de la operación narco.
La cárcel como lugar para tejer nuevas redes y rearmarse
En las cárceles de la provincia, los presos federales, casi todos por narcotráfico, comparten los mismos pabellones, por lo general separados de los que están presos por otros delitos. En varias causas se ha constatado que en el encierro, los narcos se rearman y durante el tiempo compartido en el mismo espacio tejen nuevas redes para que sus allegados extramuros muevan la droga de un lado a otro y la comercialicen.
Un ejemplo –además del referido de caire y Arrúa– es el del Gonzalo Caudana, quien está esperando un nuevo juicio por narcotráfico. En esta causa tramitada en el Juzgado Federal de Paraná, surgieron varios personajes que están o estuvieron en la cárcel. Una pieza clave sería Walter Ramírez, condenado por el camión con 605 kilos de marihuana hallado en plena avenida Ramírez y Urquiza de la capital provincial. Desde el encierro, este hombre mantenía contactos y oficiaba como intermediario de distintas bandas. También apareció el nexo con Natalia Bonazzola, condenada por narcotráfico en Concordia, y con otros conocidos del narcotráfico paranaense, como los Bernal de Villa Mabel y Zulma Daniela Castillo, quien vendía drogas en el barrio La Floresta. (UNO)