La hermana de Susana cree que su ex cuñado “planificó el homicidio”. En diálogo expresó que lo considera «un sicópata».
Lo considera un psicópata. Reveló que Ramón De la Cruz Ortiz, después de matarla, envió un mensaje desde el celular de Susana a su propio celular para mostrarle a la Policía.
Celia, una de las hermanas de Susana Villarruel, la mujer asesinada el lunes 10 de julio, en el arroyo El Cura, pidió que el imputado Ramón De la Cruz Ortiz “cumpla con lo que tiene que cumplir, cadena perpetua. Que no vaya a una granja, ni que lo hagan pasar por loco, espero que se haga justicia”.
Celia Villarruel consideró que su ex cuñado “lo vino planificando a todo esto. Vos no le vas a sacar el teléfono a la persona que mataste y te vas a reenviar un mensaje a vos, y vas a hacer la denuncia…ningún loco lo hace… Hasta decir la dejé en la parada de colectivo y me fui en un remis…son muchas cosas…”.
El 30 de junio, Ramón se presentó en RADIO MÁXIMA para decir que su mujer lo había dejado en la calle con los chicos. El lunes 10 de julio, Susana Villarruel desapareció y Ramón relató a la Policía que había ido a verla para dejarle dinero, y la había dejado a las 7,30 en la parada del colectivo. El cuerpo apareció el miércoles 12 en la zona del Arroyo El Cura, apuñalado. El hombre, por sus contradicciones, había sido detenido en la tarde del martes. Ellos llevaban juntos 9 años y vivieron en el asentamiento Sur, y luego en el barrio Toto Irigoyen junto a tres hijos de ella, una de él y una en común.
Mientras buscaban a Susana, la madre de Ramón denunció que su hijo la había golpeado hasta dejarla inconsciente el 18 de enero, en una vivienda de Del Valle y Montevideo, pero la mujer no lo había denunciado por miedo.
Al respecto Celia, hermana de Susana, dijo en RADIO MÁXIMA que “ahí tenés, es un psicópata, un asesino…querer matar a tu madre y hacerte el que no hizo nada…”.
Relató Celia que “la madre de él dice que le contó a Susana, y Susana no quiso creer… La madre dijo que no quería hablar, porque él la iba a matar…cuando estábamos buscando a Susana, la madre me contó la historia y yo le pedí que hiciera la denuncia… Ella no quería hacerla porque le tenía mucho miedo…Susana nunca le contó a nadie eso. Yo no sabía esto de la madre…yo no sabía nada del asalto…”.
“Esas personas no se arrepienten. Si no se arrepintió de querer matar a la madre, menos se va a arrepentir de esto…Esta gente no se cura…”, insistió Celia.
Acerca de la presencia de Ramón De la Cruz Ortiz en RADIO MÁXIMA el 30 de junio, Celia dijo que “si vos te ponés a mirar, no hubo arrepentimiento…”.
Agregó que “él decía que era religioso,era una farsa, todo una pantalla. Hay gente que te dice que no lo puede creer…”.
LOS CHICOS
En cuanto a los chicos, Celia confirmó que desde ahora vivirán con su hermana Eva hasta que la Justicia tome una decisión definitiva.
“Los chicos se mudan a la casa de mi hermana, quieren estar todos juntos. Ellos son hermanos. El varoncito, hijo de él, está con la madre. La nena está con mis sobrinos, y ella pide que no los separen, quieren estar todos juntos, ellos lo pidieron. Después se verá”, indicó la hermana de la víctima.
SIN SOSPECHAS
De cualquier modo, Celia confirmó que nunca tuvieron sospechas acerca de la personalidad violenta del principal sospechoso, Ramón De la Cruz Ortiz, aunque agregó que en los últimos tiempos la pareja tuvo problemas “porque él empezó a vender las cosas de la casa”.
“Sobre consumo de drogas de él, ahora se comenta todo. Vos te enterás de las cosas después…Nosotros les preguntamos a los chicos, pero nos dicen que discutían como todos, pero nunca vieron que le pegara. Pero ella estaba todo el día sola porque los gurises iban a la escuela, así que uno no sabe. Y es difícil a veces contar para la mujer golpeada…”, manifestó Celia.
“Ël no se acercaba mucho a la familia. Vos por ahí ibas a visitarla a ella y él se iba, o se metía en la habitación. Te saludaba, nada más. Pero de pasar una fiesta o cumpleaños, nunca. Lo conocimos cuando estaban saliendo de novios”, expresó.
Reconoció también que “sorprendió un montón, nunca nos imaginábamos que iba a terminar haciendo estas cosas, que era un violento. Si te hablaba, te hablaba bien. Si sufría maltratos, Susana no decía nada. Ella también se fue alejando un poco de la familia. Nosotros no nos dimos cuenta de nada. Notamos el alejamiento, pero era comprensible porque tenían muchos chicos y tenía que tener plata para andar en colectivo o en un remis”.
Al describir a su hermana Susana, Celia dijo que “ella era muy dócil. Vos le decías algo y se ponía a llorar, no era por ahí de retrucarte o enfrentarte, nada que ver”.
Contó asimismo que “yo sabía por mi hermana que se estaban separando, que estaban haciendo el divorcio. Pero no hace mucho de esto. Era más que nada porque ella era la que aportaba en la casa, y él nada, al contrario. Si agarraba un trabajo, trabajaba dos o tres días y no trabajaba más. El vendía todas las cosas. Los de Asistencia Social tuvieron que darle todo, dormían en el piso. Ellos estaban chochos cuando les entregaron la casa (barrio Toto Irigoyen, para salir del asentamiento). Cuando se mudó, yo les dí, mi mamá les dio y cuando fueron las asistentes vieron que no tenían nada…”.
Sobre las horas de la desaparición de Susana, Celia relató que “ese día (lunes 10 julio, cuando Susana desaparece y es asesinada), me llaman a las 11 y media de la noche para preguntarme por Susana, y yo no sabía nada. Me pidieron el número de mi hermana Eva, nos manteníamos en contacto a ver si había aparecido. Cuando me dijeron que no aparecía, pensé que algo le había pasado, porque ella no dejaba a los chicos solos. Fuimos al hospital por si había tenido un accidente, porque ese día estaba horrible y llovía. Después fuimos a la comisaría Octava a ver cómo estaba el tema. Le pedimos permiso para buscarla sin entorpecer”.
“Si no fuera por esa chica que dio el testimonio de que mi hermana jamás llegó a la parada ni tomó el colectivo, creíamos lo que él decía…”, expresó Celia Villarruel. (Máxima Gchú.)