Gastón Mercanzzini fue procesado por robar fichas en el casino

La Cámara del Crimen procesó a Gastón Ariel Mercanzini, quien cumple condena por haber agredido al Presidente y otra sentencia anterior por violencia de género contra su ex pareja.

Gastón Ariel Mercanzini, el hombre que está preso por lanzarle un botellazo al presidente Javier Milei el 10 de diciembre pasado, no para de recibir malas noticias. Tras su condena a tres años y medio por ese incidente y el cumplimiento de otra sentencia por violencia de género contra su ex mujer, ahora la Justicia decidió procesarlo por robar fichas en el casino. La noticia había sido detallada por Infobae a fines de abril. En primera instancia, un juez no encontró suficientes pruebas en su contra, pero la fiscalía apeló ya la Cámara del Crimen lo encontró, en esta etapa, responsable de hurto. Además lo embargó por casi 800 mil pesos. El fiscal Leonel Gómez Barbellá también quiere quede con prisión preventiva en este expediente.

De acuerdo con la investigación, el 18 de junio de 2023 el acusado se apoderó ilegalmente, sin aplicación de la fuerza ni violencia física en las personas, de dos fichas de apuestas del interior de las salas de juego del Casino de Buenos Aires, ubicado en Puerto Madero. Allí se aproximó a la mesa de juego denominada “Craps 2″ y disimuladamente tomó dos fichas de $1.000 cada una que no estaban en juego, alejándose del lugar.

Luego, trató de apoderarse ilegítimamente de otras ocho fichas que no estaban en juego que se encontraban en otras dos mesas de apuestas. Para ello, primero se acercó a la mesa “Midi Punto y Banca”, se sentó en el lugar de un jugador momentáneamente ausente y al cabo de unos minutos tapó disimuladamente con su campera ocho fichas, dos por un valor de $ 5.000 y seis por un monto de $ 10.000, llevándolas consigo. Sin embargo, esto fue advertido por el jugador sentado a su lado, quien le solicitó que no se las lleve, por lo que volvió a dejarlas y se alejó de la mesa.

Después, el acusado se ubicó en otra mesa denominada “Tripoker” y requirió cambio de dinero mientras tomaba una pila de cinco fichas por un valor de $1.000 cada una, pertenecientes a otro jugador. Dicha maniobra fue advertida por la encargada del sector, quien se acercó a la mesa y le exigió su devolución, entregando el hombre las fichas en cuestión. En abril de este año, el hombre fue citado a prestar declaración indagatoria bajo la calificación provisoria de hurto y hurto en grado de tentativa.

El juez de instrucción dictó la falta de mérito: dijo que debía profundizarse la investigación. A su criterio, en el material fílmico de las cámaras de seguridad del lugar surgían cuestiones que todavía no podían esclarecerse, como la identidad de los presuntos tenedores de las fichas, y tampoco se contaba con la secuencia completa de los videos de la que pudieran dilucidarse lo ocurrido finalmente con esas fichas ni cuál fue el perjuicio generado.

Pero el fiscal Gómez Barbella y el auxiliar fiscal Arrieta apelaron esa decisión: señalaron que en las filmaciones provistas por el casino, junto con el testimonio del jefe de vigilancia de la empresa encargada de la seguridad del lugar, se logró establecer con precisión no sólo de las mesas de juego donde el encartado desplegó su accionar delictivo, sino también de la cantidad y el valor de las fichas sustraídas. En ese sentido, se destacó que en uno de esos episodios, la supervisora de la mesa reservó las fichas poniendo sobre ellas una ficha blanca, destinada para advertir que en la mesa existió un problema, por lo que se pide un control mediante el sistema de videovigilancia. En ese momento, se determinó que las fichas no le correspondían al acusado sino a otro cliente que posteriormente regresó a la mesa, y la supervisora le entregó las fichas para que continúe jugando.

Los representantes del Ministerio Público Fiscal remarcaron que, si bien hasta el momento no se logró identificar a los particulares damnificados que permanecían en las mesas, las secuencias descriptas dan cuenta que esas fichas objeto de las conductas del encausado no pertenecían al casino, sino que se trató de piezas que no estaban en juego y que fueron depositadas por sus dueños que momentáneamente estaban ausentes al momento de los hechos. Además dijeron que el perjuicio generado, para la fiscalía, fue debidamente dilucidado por el testigo de la empresa por su seguridad ya que por las tareas que desarrolla diariamente pudo precisar sin dificultad alguna la cantidad y monto de las fichas involucradas en cada caso, aportando incluso en respaldo de sus dichos, una imagen en la que se pueden individualizar los tres tipos de fichas que especificó durante su declaración.

“La sola afirmación del Juzgado sobre la necesidad de profundizar la investigación a partir de las cuestiones que deslizó, sin efectuar ninguna aclaración sobre qué diligencia probatoria entiende que podría arrojar luz a los sucesos no es más que un sobreseimiento encubierto porque paraliza el proceso al encontrarse agotada la investigación -según nuestro parecer- la que, por cierto, permanece delegada en cabeza de este Ministerio Público Fiscal”. Por esos motivos, solicitaron se revoque la falta de mérito y se decrete el procesamiento del acusado. La postura también fue ratificada por el fiscal general ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, Ricardo Sáenz, que mantuvo el recurso interpuesto por Gómez Barbella.

La Cámara del Crimen acompañó ese criterio. Los jueces Pablo Lucero y Magdalena Laíño sostuvieron: “en efecto se ve al imputado acercarse a una mesa, tomar dos fichas que no estaban en juego y retirarse. En otro, se lo observa sentarse en otra mesa, tapando con su campera unas fichas que estaban ahí y tomándolas. Sin embargo, el jugador que estaba al lado se percató de ello y lo confrontó, por lo que el causante devolvió las fichas y se fue del lugar”.

“Asimismo, en otro video, se advierte que el encausado se sentó en una tercera mesa, le pidió a la crupier que le cambiara dinero y, cuando ella estaba contándolo, él tomó una pila de fichas de un jugador de al lado suyo, que se encontraba ausente. Esa maniobra fue vista por una encargada que se aproximó a la mesa, quien le exigió la entrega de las fichas que había tomado y las reservó a un costado. Finalmente, cuando aquel jugador ausente retornó, le dieron las fichas para que siguiera jugando”, resumió Lucero en su voto, al que adhirió la jueza Laíño. Para el juez no era válido el argumento de la defensa diciendo que estaba borracho y no se dio cuenta lo que ocurrió: “las características de las maniobras atribuidas ilustran planificación y coordinación incompatibles con un cuadro de inimputabilidad”.

La figura de Mercanzini quedó expuesta luego de lanzarle un botellazo al presidente Javier Milei el 10 de diciembre pasado, cuando se trasladaba desde el Congreso hasta la Casa Rosada junto a su hermana e hirió a uno de sus custodios. El hecho se conoció al día siguiente cuando las imágenes se viralizaron. Desde los medios periodísticos comenzaron a publicarse su perfil en redes sociales: fotos con distintos referentes del Frente de Todos kirchneristas y comentarios “expresando desprecio hacia el gobierno actual y críticas relacionadas con la bandera estadounidense en el Obelisco”. “Son tan cortos de mente que me tuve que hacer otro perfil, no voy a ir en cana y si voy con la frente en alto, me animé a lo que muchos no pudieron”. El mensaje fue escrito por Mercanzini, cuando las imágenes ya estaban dando vuelta por las redes sociales y a él lo estaban buscando.

Se entregó al día siguiente, con un corte en la frente y quedó preso. Dijo que estaba borracho al momento de los hechos. “Quiero pedirle disculpas al Presidente y a su hermana. No quise lastimar a nadie, no tuve ninguna intención de hacerlo. Yo no tengo militancia política, las fotos que aparecieron en los medios con dirigentes políticos me las saqué de cholulo”, declaró en su indagatoria. Gran parte de su declaración la usó para contar su historia: el ex funcionario de Cultura de Concepción del Uruguay, en Entre Ríos, es adicto, fue condenado a tres años por violencia de género y terminó viviendo en la calle. “Esa semana, del 3 al 10 de diciembre, me emborraché tres veces. El día del episodio estaba borracho. No sé qué se me cruzó por la cabeza. Estaba dolido al escuchar que para el Presidente electo el plan de convertibilidad era bueno. Me afectó mucho eso. Escuchar en la plaza que la gente aplaudía, que estamos mal, pero que la vamos a pasar peor, que los Falcon verdes…”, señaló.

En un juicio abreviado reconoció su responsabilidad y acordó una pena de un año y medio, a la que se le sumó la condena que tenía a tres años de prisión por violencia de género al momento de los hechos. La sentencia se unificó en tres años y medio.

Infobae

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