A esta altura de las cosas, aparece como superflua la pregunta acerca desde cuando está en esa condición. En tanto que lo primero que se debe destacar es el hecho que la actual directora del hospital, haya actuado de manera que tomara estado público esa situación.
Una circunstancia que ha posibilitado que el reclamo administrativo que al respecto ha efectuado, ciñéndose a la vía jerárquica pertinente, se haya visto ahora acompañado por otro similar del Concejo Deliberante de esa ciudad, tal cual como hemos tenido la oportunidad de informar.
Y si nos ocupamos del tema, no es solo por las consecuencias en Colón de esa carencia, sino por cuanto consideramos indispensable que las máximas autoridades sanitarias de nuestra provincia, informen públicamente el número de hospitales de la provincia que dan cuenta de esa carencia, ya que intuimos que el indicado, no se trata de un caso aislado. Es más, vemos en la situación referida, una muestra reveladora de una vieja corruptela de nuestra administración pública. La cual, como se sabe, es la de seguir avanzando con la inauguración de obras públicas que no siempre están del todo concluidas. A lo que se suma el proceder varia veces a inaugurar la misma obra, cuando no se lo hace por tramos. Sin dejar de señalar que cada vez más se asiste a esas ceremonias públicas que, cuando no significan la escandalosa valorización de la insignificancia, se limitan a no ser otra cosa que el anuncio de una obra que en algún momento va a iniciarse. Una prueba de que no solo se descuida preservar lo que ya está hecho, sino que lo se hace, cuando no queda incompleto, muestra deficiencias que exigen casi –o sin casi- haya que empezar de nuevo.
Se debe señalar, que en el caso de Colón, existen vecinos inquietos que están barajando la posibilidad de impulsar una campaña para que con el aporte popular se supla la falencia, mediante la adquisición con lo recolectado – sonaría mal que utilicemos la palabra “recaudación”, porque ella tiene un tufillo de imposición tributaria- destinarlo a la adquisición de otro aparato que reemplace al que ha quedado inutilizado. Nada tenemos que objetar contra una iniciativa de este tipo, que habla de una respetable, y no solo eso, también valorable muestra de interés por las cosas del común.
Pero por nuestra parte, se nos ocurre que la situación a que aludimos, no es otra más de las existentes, en las que la sociedad debe suplir – es decir cumplir una función “subsidiaria” de lo que es una obligación del Estado. Un Estado al que se lo ve cacarear en forma permanente diciendo que se trata de un “Estado presente”, cuando no se lo ve sino “ausente” al momento de tener que gestionar lo público, como corresponde, al menos aplicando en forma ineficiente los recursos de los que dispone. Siguiendo en lo que se ha convertido poco menos que en una “jeremiadas” correspondería señalar aquí, una prueba más de lo que suena parecido a un comportamiento esquizoide galopante, que reside en el hecho que, al mismo tiempo que nuestros gobiernos desde hace tiempo se ocupan de “repartir subsidios” para satisfacer reclamos, que queremos creer que en todos los casos son razonables, aunque estamos también seguros que un impreciso número de ellos responden a situaciones que lejos están de ser prioritarias algunas y otras no parecen ser otra cosa que una oportunidad de saludar con “un sombrero ajeno”.
Nos encontramos así ante una situación paradojal en que “los gobernados tienen que “subsidiar a los subsidiadores” que ocupan funciones de gobierno” para “suplir”, lo que ellos debieran hacer y no hacen, tal como es precisamente el caso del que nos venimos ocupando. Y todo ello, en momentos de “bolsillos flacos” cuando no “vacíos”, y cuando el rosario de impuestos que se aplican se vuelve insoportable. Habría que hacer referencia en este momento a la necesidad de encontrar una manera por la cual desde la sociedad, se pueda controlar a quienes desde el gobierno gastan de una manera dispendiosa, por no decir lisa y llanamente mal; entre los que se incluye a aquellos que las normas fijan como cometido el controlar como se gasta. En tanto, consideramos que el hacerlo nos llevaría muy lejos del contenido habitual de esta columna que es tratar de atender a cuestiones lugareñas, por más que a veces, la utilicemos como ejemplo, de manera de aludir a situaciones que se dan en todas partes.
El Entre Ríos
