El poder de la palabra de Dios no podrá ser acallado, o al menos modificado a la hora de poder escucharlo de los modos tradicionales que están acostumbrado los feligreses de la histórica parroquia San Miguel. ¿Qué pasó en la tarde de este domingo?, hubo una concentración de vecinos que fueron a participar de la misa en el predio abierto de la iglesia ubicada en Buenos Aires y Carlos Gardel de Paraná.
Donde surge el debate, en que la actividad no había sido autorizada por la Municipalidad de Paraná, y tampoco había contado con el visto bueno del arzobispo Juan Alberto Puiggari.
Mucha gente que necesita escuchar la palabra de Dios, venía reclamando a las autoridades religiosas de Paraná, realizar oficios religiosos con la presencia de la feligresía, pero contando con los protocolos de seguridad y higiene para enfrentar el coronavirus.
Eso pasó este domingo, hubo misa. El párraco Gustavo Horisberguer y la gran mayoría de las numerosas personas que se acercaron al predio de San Miguel, tenían su correspondiente tapabocas, había alcohol en varios lugares y la necesaria distancia social.
Lo que para algunos será un llamado de atención, para otros fue una acción digna de destacar del cura de la Iglesia San Miguel.
«El curita que tenemos, se la aguanta y no tuvo problemas en enfrentar a los políticos», dijo a UNO uno de los presentes.
Una sana rebeldía
En tanto, UNO supo que este movimiento de realizar un oficio religioso sin contar con la autorización municipal, tiene a varios sacerdotes encolumnados detrás de la figura de Horisberguer.
Otro cura explicó a este medio: «La gente se cansó de esperar ir a la Iglesia a orar, a escuchar la palabra de Dios, o a estar un rato reflexionando. Lo que pasa es que uno ve que en la costanera se llena de gente, sin los tapabocas, sin la distancia social, y eso ocurre en otros lados también, por lo que nos parece desmedido que no se nos deje hacer lo que la población nos pide».
El sacerdote contó a UNO: «Me enteré que este domingo se hizo una misa para la televisión. No había nadie dentro del templo, pero afuera se juntó bastante gente. Y algunas personas hasta lloraron de la emoción de poder participar en la calle de una misa».
«Me hago responsable y asumo las consecuencias»
En ese marco, UNO pudo dialogar telefónicamente con el sacerdote que dio la misa en la tarde de este domingo en la Iglesia San Miguel. Gustavo Horisberguer, fue muy atento, pero aclaró que no es de hablar con los medios. «Soy de bajo perfil, prefiero arremangarme e ir a trabajar. No estoy acostumbrado al tema de hablar con los periodistas», aclaró, pero así y todo dio fuertes definiciones sobre su comportamiento que va a generar polémica, críticas y adhesiones.
El sacerdote confirmó que realizó la misa sin autorización de la Municipalidad. «La verdad es que la gente no esperó, y me pidió hasta el cansancio que hoy diéramos misa. Y la verdad es que asumo la responsabilidad y las consecuencias, porque llevo la palabra de Dios que no hace mal a nadie».
«Observamos que se podía avanzar con la idea, en un espacio abierto, siempre cumpliendo con las exigencias de Salud, y para por sobre todo cuidarnos del coronavirus. Así celebramos la misa, ya que no podía darle la espalda a la gente que se acercó», referenció para alertar: «Nosotros tenemos siempre que escuchar a la gente, a nuestros vecinos que nos apoyan que están con nosotros».
«Me parece que muchos podrían hacer esto, de escuchar al pueblo para saber tomar las mejores decisiones», definió el sacerdote.
Paso siguiente, aclaró con respecto a la situación del arzobispo de Paraná Juan Alberto Puiggari. «La verdad es que a nuestro arzobispo le avisé, lo notifiqué del oficio religioso. Y no esperé que él me indique qué hacer. Hice lo que creí mejor, que era estar con los vecinos hablando de Dios, tal como nos pide y nos enseña el Papa Francisco».
Insistió en marcar: «La decisión de realizar la misa, fue mía exclusivamente. Soy el responsable de este oficio religioso, y obviamente me voy a hacer cargo de las consecuencias por lo que hice».
Horiberguer dijo más adelante: «con mis 46 años, veo que la gente que hoy estuvo en el predio de San Miguel, quería escuchar la palabra de Dios, pero además, son vecinos de Paraná, que votan, que pagan sus impuestos, que tienen sus derechos y obligaciones, y que nadie de ningún sector de la comunidad se les debe prohibir tener fe y vida espiritual».
«Los vecinos necesitan estar un rato en una iglesia, o donde sea escuchando y reflexionando sobre lo que está pasando. Y conociendo el evangelio. Creo que esto debe ser muy tenido en cuenta por nuestros gobernantes», sintetizó finalmente.
UNO