El impacto de la inflación en la canasta básica se aceleró. Comerciantes admiten subas del 30% en el año. También se siente en las galletitas y las pastas. Lo atribuyen al alza del trigo y del dólar.
El impacto de la inflación en la canasta básica se aceleró en los últimos meses, en especial tras el sacudón financiero y la devaluación de este mes. Pero hay un rubro sensible en el que las subas se están sintiendo con especial fuerza: el de la harina de trigo y sus derivados. En panaderías dicen que hoy pagan por su principal materia prima hasta el triple de lo que valía a principio de año. Afirman que eso influyó para que el pan más económico ya acumule una suba de precio cercana al 30% en lo que va del año. Y advierten: de no abaratarse la harina, pronto habrá otro aumento.
Emilio Majori, vicepresidente de la Federación de Panaderos de la Provincia de Buenos Aires, recuerda que en enero y febrero aún compraban la bolsa de 50 kilos de harina 000 a no más de $ 200 o $ 210, pero en abril el valor ya se fue a entre $ 350 y $ 400. En estos días, asegura, los molinos ya no se la venden a menos de $ 650, con casos de hasta $ 800.
«Está fuera de control y es un aumento muy duro, que no llega aislado. Nos subieron las tarifas de luz, gas y agua, los alquileres, llegaron las paritarias. Por eso, no quedó otra que aumentar», explica Majori.
Los valores
Y detalla: «El pan francés en cualquiera de sus formas -milonguitas, flautitas, mignones- rondaba los $ 38 el kilo a principio de año en Provincia. Ahora lo tenemos a $ 45 a $ 55, pero creemos que no por mucho tiempo. De seguir la harina así, será inevitable que pronto supere los $ 60, con otro 10% de incremento».
Es un paso que colegas de otras latitudes ya están dando. Esta semana la Cámara de Panaderos de Salta llevó el pan a $ 60 por kilo y el Centro de Panaderos de Córdoba lo llevó a $ 65.
Impacta en el precio de las pastas
Las fábricas de pasta, por su parte, también debieron remarcar precios en los últimos días, aunque juran que fue «sólo un 8 a 10% en promedio» porque el consumo retraído les impide trasladar una mayor parte de las subas de costos. Fideos al huevo o ñoquis en torno a $ 140 el kilo, y cada plancha de ravioles a $ 65 o $ 70 son algunos de los nuevos valores.
«Nosotros usamos semolín o harina 0000. Hace un año pagábamos la bolsa de 50 kilos a $ 350 y en febrero $ 420, pero ahora superó los $ 700. Y para colmo subió 65% el cajón de huevos, que para nosotros es un ingrediente muy importante», planteó Héctor Manazzoni, al frente del Centro de Fabricantes de Pastas de la Provincia de Buenos Aires.
Otros productos
En este marco, los farináceos pasaron también a liderar las subas del «changuito» de 50 productos masivos que Clarín monitorea en seis cadenas de supermercados. El paquete de harina 000 relevado, por ejemplo, un 119% en el último año (de $ 7,68 a 16,86), el paquete de fideos secos un 59% (de $ 15 a $ 23,90) y las galletitas en torno al 37% .
¿Por qué aumentó la harina?
Los comerciantes sospechan que los molinos acaparan el producto para generar escasez y venderlo luego a mayor precio, pero este sector lo niega y señala a los productores de trigo.
«Nosotros no aprovisionamos, compramos trigo todos los días y a nosotros la tonelada nos pasó de $ 2.500 en diciembre a $ 6.500 hoy. No podemos no trasladarlo», plantea Diego Cifarelli, presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera, y afirma que «la harina sólo incide entre 15 y 18% en el costo del kilo de pan».
«Lo que pasó -explica- es que en el mundo se redujo la oferta de cereal y eso elevó los precios en dólares, que influyen directamente en el mercado interno. Pero acá se sumó la devaluación y las inundaciones. Aún así, si uno compara, en el mundo la tonelada cuesta 200 dólares y acá cuesta 260, habría que ver por qué…».
En el Gobierno, por ahora, se limitan a decir que están monitoreando la situación y niegan que falte trigo. Fernando Blanco Muiño, director de Defensa al Consumidor, consideró que «hay un poco de especulación» detrás de los aumentos. Pidió «no avalar» las subas comprando a precios elevados y sugirió «no tener miedo a las segundas y terceras marcas».