El caso de Nahir Galarza, que asesinó a su novio Fernando Pastorizzo en Gualeguaychú, conmociona a la sociedad. Una psicóloga menciona algunos puntos que indican cuándo estamos en una relación tóxica. Los signos de alarma.
¿Quién no escuchó o repitió alguna vez frases como «no me dejes corazón», «sos el aire que respiro» o «sin tu amor no viviré»? Para la mayoría de nosotros pueden sonar románticas, pero para algunos especialistas, más que tratarse de «la historia de un amor», según el título de un bolero, son alertas de relaciones tóxicas.
Las relaciones tóxicas, que los expertos definen en oposición a las relaciones «sanas», son vínculos que enganchan y generan dependencia, hacen sentir asfixia, miedo, angustia, es como estar atrapado en una red sin salida. Si sentimos que esa persona nos altera, nos hace mal, despierta nuestro «lado oscuro», es que estamos en una relación «enferma» o tóxica.
Cuando alguien ha perdido su propia estima, se vuelve dependiente emocional de los demás. Sin embargo, el licenciado en psicología Bernardo Stamateas dice en uno de sus libros que «todos nacemos dependientes de los otros», el escritor se refiere a que «un niño depende de sus padres hasta los 18, 19 años o más». A esa edad, los jóvenes ya empiezan a tomar sus propias decisiones y la dependencia, en esa segunda etapa de la vida, es negativa.
El amor no debe convertirse en una obsesión.
La persona dependiente es dócil porque en realidad se siente indefensa, y por esta razón, muchas veces termina involucrada en relaciones con maltratadores, psicópatas o manipuladores.
En los últimos días, el caso de Nahir Galarza conmociona a la sociedad porque se trata de una adolescente de 19 años que asesinó a su novio regando las redes de mensajes de amor.
Al respecto, la licenciada en psicología Marisa Russomando, especialista en crianza y familia, resalta la importancia de «diferenciar algunas manifestaciones que en general se confunden con demostraciones de amor, cuando en realidad se trata de control.»
La licenciada cuenta que las relaciones más patológicas, que luego devienen en violencia, como lo que ocurrió con la pareja de Gualeguaychú, comienzan con ciertas conductas que, en nombre del amor, limitan el derecho del otro: cuestionar la vestimenta, controlar el horario, revisar el celular, celar constantemente, prohibir que vea a los amigos o no dejar que realice las actividades que hacía antes de conocerse.
Afecto y dependencia
De esta manera, el que ejerce el control, va separando al otro de sus lazos afectivos y genera dependencia.
«Esta es la base de la confusión, por la inexperiencia, de las chicas jovencitas que recién se inician en sus relaciones de pareja», explica Russomando.
La diferencia entre un adulto y un adolescente sometidos a una relación tóxica, es que el adolescente no tiene del todo construida su identidad y eso lo hace más vulnerable; y como no tiene experiencia, existe el riesgo de que considere normal algo que es patológico.
Es importante detectar las señales. ¿Cómo saber si la relación en la que estamos puede ser tóxica?
Signos de alarma
-Celos constantes (le molesta que pases tiempo con tu familia y amigos).
-Control (de horarios, celular, gastos personales, amistades o forma de vestir).
-Limite a la libertad de elección y de realizar actividades.
-Desvalorización.
-Menosprecio (te dice frases como: «no servís para nada» o «estás gorda»).
-Desautorización (delante de los hijos, por ejemplo).
Subestimación (le resta importancia a tus méritos y virtudes).
-Amenazas y malos modos.
-Agresiones verbales.
-Agresiones físicas (cuando se llega a esto es porque hubo señales no escuchadas).
-Algunas personas empiezan a somatizar (por la angustia contenida).
Razones por las que podemos mantener una relación tóxica
-Por baja autoestima.
-Por miedo a la soledad.
-Por creer que se puede cambiar al otro.
-Por dependencia emocional.
-Algunas personas, por miedo a seguir con su vida o por la dependencia económica.
Cómo liberarse de una relación tóxica
En algunas parejas, la buena comunicación puede ayudar a recomponer el vínculo, en otras, es posible que no haya vuelta atrás y la única salida sea la terapia, ya sea de pareja o individual, donde trabajar la autoestima, aprender a poner límites, a decir lo que duele o hace mal y a diferenciar actos de amor de situaciones de control.
La licenciada Marisa Russomando, dice a TN en que el tratamiento psicológico es la mejor alternativa. Sin embargo, dice que algunas personas prefieren acudir a grupos sociales o religiosos, que si bien no resuelven el nudo del problema, suelen orientar a la víctima y la ayudan a entender que tiene que correrse de ese vínculo.
Los especialistas coinciden en que es clave entender que amor y control son cosas distintas. (El Once)