La ciudad ubicada a 100 kilómetros de Paraná tiene entre sus pobladores a un joven que hace 19 años volvió a vivir por la ferviente oración de su mamá, Alicia Silio, a la Madre Maravillas de Jesús.
El que tiene fe no duda, el incrédulo necesita ver para creer. Ambos estudiaron el caso de Manuel Vilar en Nogoyá y en un juicio de la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano establecieron un fallo unánime: la Madre Maravillas había intercedido para obrar el milagro de la vida. Así lo resumió Alicia Silio en una entrevista con UNO, al rememorar el accidente de su pequeño hijo en 1998 y su oración permanente aún sabiendo que la muerte la acechaba.
En la misma casa quinta que tuvo lugar el accidente de su hijo Manuel Vilar, Alicia Silio rememora los hechos.
—El tiempo pone todo en otro perfil, las cosas se ven de manera diferente. ¿Pero cómo recordás ese día?
—Fue el 19 de julio de 1998 y Manuel –que nació un 6 de enero de 1997, Día de Reyes– tenía un año y medio. Estábamos pasando un día en familia, era un domingo de invierno pero estaba soleado, andábamos de manga corta. Estábamos reunidos con mi familia, mis hermanas, mi mamá que aún vivía. Entonces recuerdo que entré a la casa para hacer una torta. Me dijeron que me quedara tranquila que ellas cuidaban a Manuel. Pero él era muy inquieto, hiperactivo. Y lo veían ir y venir, pero parece que fue para pileta y nadie lo vio. Y cuando salgo después de hacer la torta y con un mal presentimiento les pregunto por él.
Alicia se paró en umbral de la puerta de la casa que hoy está remodelando para convertirla en un emprendimiento familiar. Desde ese lugar tiene una panorámica que incluye a la pileta. Según su relato, esa tarde el miedo la paralizó y no quería encontrarse con un destino fatal. Y fue su cuñada la que se acercó hasta la piscina y vio flotando a Manuel.
La pileta tenía cierta cantidad de agua, no era mucha pero sí demasiada para un bebé.
«Ahí corrí –y se emociona al recordar, se toma los brazos y siente un frío que la recorre– porque pensé que tenía posibilidades de hacer algo, reanimarlo. Entonces me tiro, lo levanto y cuando lo miro tenía sus ojitos abiertos, como que hacía mucho tiempo que estaba sumergido. No pudieron determinar cuánto tiempo estuvo en el agua, pero por las señales dicen que primero el cuerpo se hunde y con el paso de los minutos flota. Además, se le habían desatado los cordones de las botitas que tenía puestas y una especie de espuma había a su alrededor que es cuando se le llenan los pulmones de agua, daba todo el aspecto de una persona sin vida. No se puede describir. Pensé que lo iba a encontrar de otra forma, pero a lo mejor cayó al momento que entré a la casa. No sé.
Lo que siguió
Tras el dantesco cuadro que vivió Alicia al levantar el cuerpo inerte de su hijo, comenzaron las maniobras de reanimación para devolverlo a la vida. «Lo dejamos en el césped y mi hermana que estaba estudiando enfermería pensó que lo podía reanimar, pero cuando ve que estaba así lo dejó. No intentó nada. Recuerdo que me decían ‘el hospital’, entonces subimos a un auto que de los nervios no nos arrancó. Lo llevaba como a un bebé entre mis brazos porque no sabía qué hacer. Imaginate la escena, era todo gritos».
También Alicia señaló que conversaba con Dios en el momento más difícil de su vida: «Le pedía que me dé fortaleza para seguir viviendo por mis otras dos hijas, porque ya sabía que él había muerto. En ese momento me quería morir».
El relato continúa con el traslado al nosocomio local. «Llegamos al hospital y hay una parte que no recuerdo. Ahí se lo entregué a un policía que había. Quedé afuera y él entró a la Guardia donde lo recibió el doctor La Barba que le hizo los primeros auxilios, y no sé cuánto tiempo estuvo. Las enfermeras le decía que no había caso pero él seguía porque decía que tenía una hija de la misma edad. De lo que sí me acuerdo es que entró una vecina que nos vio llegar al hospital y me dijo ‘vos que sos tan creyente porqué no rezás’ y ahí se me iluminó todo, porque para Dios no hay imposibles. Y empecé a rezar la oración que me había aprendido de memoria de la Madre Maravillas, no me pregunten porqué pero yo la rezaba siempre, iba por la calle y la recitaba. Y ahí me dije ‘ya está’. Y di por hecho que iba a interceder y me lo iba a devolver vivo. Y empecé a escuchar que lloraba, y les decía a mis hermanos ‘ya está’ y ellos pensaban que había enloquecido. Dicen que nunca lloró, que solo lo escuchaba en mi imaginación. Él no estaba en condiciones de llorar. No podía respirar por sí solo, le hacían un sistema manual de bolseo. Me avisaron que había que trasladarlo y yo ya estaba tranquila. Así como sentí lo malo en la puerta de mi casa, empecé a presentir lo bueno; incluso cuando el doctor me dice que hay que llevarlo a Paraná y que estaba en vida vegetativa y que iba a tener secuelas. El médico salió y le hablaba a mi hermana que lloraba, porque como a mí me veía tan calmada pensó que no era la madre.
–En tu lugar creo que no coordino dos palabras. Imposible imaginar un momento tan doloroso y cómo reaccionar.
–Estaba tranquila, lo sentía llorar siempre.
–¿Y cómo fue el traslado?
–Yo iba adelante en la cabina y él iba atrás con la doctora. Lo llevamos al Hospital San Roque de Paraná. Ahí entró en Terapia intensiva y lo entubaron, le pusieron respirador y me dijeron que estaba muy mal. En un coma profundo y que de esa noche no iba a pasar. Seguí pidiendo y en un momento hasta supe en qué momento se iba a poner bien. Porque hablaba con la Madre Maravillas y le preguntaba ‘cuánto tiempo’ y sentía –no lo sé explicar– que me marcaba 19 horas. Confiada esperaba llegar a las 19 horas, al principio las contaba pero después solo confié. Y se los decía a los demás, pero todos pensaban que deliraba. Hasta la doctora. Casi no me hablaban. Y me dejaban verlo porque yo no molestaba, solo rezaba. A la madrugada rogué que se haga la voluntad de Dios, ‘si te lo vas a llevar, dame fortaleza para seguir’. Y cuando dije así, Manuel se despertó. Y me dijo ‘Mamá’. Lo dejaron internado hasta el miércoles pero porque no entendían cómo pudo ocurrir algo así. No es normal un caso así».
Se había producido un milagro.
La trascendencia
«Después del alta médica nos vinimos para Nogoyá».
–¿Cómo fue ese proceso? ¿Cómo se conoció la noticia?
–Para mí desde el hospital se hizo saber, porque enseguida fue un medio local para hacerme preguntas. Pero no la nombré a la Madre Maravillas. El mismo jueves de la semana del accidente me llevaron al programa de Mauro Viale que estaba temprano. Ese día nosotros ya éramos tapa de Clarín.
–¿No pudiste disfrutar la vuelta a la vida de Manuel?
–No. Y lo entendí así. Que Dios quería algo más. A mí no me importaba si era tapa o con qué medio hacía la nota, sabía que no podía negarme porque Dios quería que se supiera. Y cuando nombré a la Madre Maravillas en la televisión una señora escuchó y le avisó a las hermanas del Convento de Buenos Aires. Ahí me ubicaron en el programa pero no las dejaron hablar conmigo porque era exclusividad del canal. Me llevaron engañada al convento, y ahí bajé y me arrodillé para agradecer, pero era todo cámara. No era íntimo. Entonces me prometí volver otro día para agradecer bien. Las Carmelitas me hicieron pasar, les conté lo que había pasado y ellas enseguida pensaron que era el milagro que faltaba. Mandaron todo a Roma, al postulador de la causa. Este vino a la Argentina, investigó y se hizo el juicio. Con seis a favor y seis en contra. Se investigó la historia clínica, hablaron con los médicos de Paraná, los familiares. Cuando se hizo el juicio el fallo fue unánime. Era un milagro la vuelta a la vida, como también que no le hayan quedado secuelas.
–¿Y él nunca te relató -como dicen los que han pasado el umbral y vuelven- si tuvo una imagen?
–Al principio sí. Y después no le hablamos más y se olvidó. Tal vez lo tiene en el subconsciente. Ahora no se acuerda de nada. Al principio no le había nunca mostrado una imagen de la Madre y cuando vio un cuadrito que me regalaron él se sorprendió al verla. Incluso me di cuenta que él no quería estar acá. Eso lo sufrí mucho.
–Como que le torcieron el destino
–Sí
–¿Él te lo reprocha?
–No sé. No me lo va a decir, pero lo siento. No fue fácil. Él estuvo del otro lado y volver no… (y sus ojos expresan desconcierto). Al principio lo decía, como que él quería estar allá. No hablaba bien, porque era chiquito, pero se daba entender. Después dejamos de hablar, traté de llevarlo lo mejor posible.
–Lo que se desprende de lo que relatás, vos le encontraste un motivo a este milagro. Falta que lo encuentre él
–Sí.
Los designios de Dios
–¿Cómo es transformarse en la mamá de un milagro?
–Siempre lo tomé con naturalidad porque soy muy creyente y sé que existen esas cosas. Dios nos habla mediante estos milagros con un propósito. Al principio no lo entendía porque no sabía que la Madre Maravillas necesitaba un milagro para ser santa, ni siquiera sabía que era beata. Cuando empezaron a tomarse los testimonios para validar el milagro entendí que lo que había pasado era por esa razón. Lo tomé naturalmente en base a eso, después la exposición mediática cuesta, uno no está preparado. Yo pensé que salíamos de Terapia intensiva y terminaba todo ahí, que quedaba en mi corazón y listo, pero se ve que Dios quería otra cosa.
–Vos lo tomaste de esa manera ¿Y Manuel?
–A Manuel le cuesta más que a mí. Porque la que rezó y pidió por él fui yo. Era tan chiquito y creció con eso y le pesó un poco. Ahora de más grande hemos empezado a hablar más del tema. Y ahí me explica que es como que le cuesta que lo miren, lo reconozcan. Porque después vivió un segundo episodio y ya era más grande.
Él se enteró por otros, porque me aconsejaron que no le hable del tema para no confundir su imaginación. Entonces fue una vez a la escuela, pero no recuerdo si en jardín o en los primeros grados de Primaria, y la maestra le contó a los chicos ‘El es Manuel, el chico del milagro’ y le relató lo que había pasado. Entonces cuando volvió de la escuela me preguntó si era verdad que había pasado todo eso. Él sí recuerda cuando estuvo con el papa Juan Pablo II pero cuando le decían ‘vos sos el que estuvo con el Papa’ él respondía que no. Con perfil bajo, para que no lo reconozcan. Inclusive ahora él prefiere ir a lugares donde haya poca gente, las ciudades grandes le gustan porque nadie lo conoce y es uno más. Pero acá lo identifican por ese tema y se hace un poco denso. Manuel tiene una sabiduría que por ahí sorprende. Habla poco, pero te dice dos o tres palabras y te acierta justo en lo que por ahí querés saber o tenés dudas. Eso me llamó la atención desde chiquito.
Otra oportunidad
Cuando tenía 12 años, Manuel volvió a sufrir un accidente.
«Fue en una estancia de la localidad de 20 de Setiembre. Se fueron varios chicos a pasar el día de viernes a sábado. Y ese sábado habían remontado un barrilete. Había viento pero ellos no se conformaban con que estuviera alto, querían más altura y encontraron un alambre eléctrico de boyero y le agregaron. El viento cambió y fue a dar a los cables de alta tensión. Manuel lo agarró y le entraron 7.000 voltios en la mano (donde tiene las cicatrices), la electricidad le pasó por todo el cuerpo y salió por los pies y las zapatillas (tenía huequitos). Ahí lo reanimó un matrimonio amigo que estaba con ellos. Le hicieron respiración, los masajes. A mí me avisaron cuando estaba en el Hospital San Blás. Los enfermeros lo reconocieron y él no entendía nada. Veía todo en blanco y negro. Para que lo revisen lo llevé al Instituto Favaloro donde yo tenía un turno que había pedido tres meses atrás. Tenía heridas de adentro para afuera y no se podía calzar. No se le curaban. Y los doctores que lo revisaron me dijeron que si no fuera por las cicatrices no creían que se hubiera electrocutado. No tenía nada en el corazón, ni una arritmia.
–¿Otra vez un milagro?
–Y siempre se lo encomiendo a la Madre. A mis tres hijos, hoy también a mi nieto. Por todo el que me pide siempre rezo. A mí me mandan por facebook, por mensaje que rece o les consiga una estampita. Siento que es mi misión.
–¿Te cambió tu proyecto de vida familiar?
–(Piensa un momento) No, yo fui aceptando que las cosas suceden así. Y ahora, últimamente, lo entendí como que a Manuel le cueste aceptar. Le digo es lo que nos tocó y él se enojaba, pero ahora lo veo mejor. Él no aceptó que tuviéramos que pasar por todo esto, no es nada lindo. Yo lo cuento como un milagro pero no es fácil, resumo en minutos un largo camino recorrido. Traté de estar presente con mis tres hijos, pero Manuel siempre ocupó un poco más. Salían ellos juntos y llegaba Rocío y lo primero que le preguntaba era por su hermano. Y ella me decía ‘pero llegué yo’, como que me quedaba tranquila si estaba él. Y hace un tiempo logré desapegarme.
—Nunca nombrás al papá de Manuel, en ninguno de los episodios.
—Lo que pasa que cuando pasó lo de la pileta con Manuel él no estaba. No fue testigo. Sí después en el hospital. Se quedó siempre a un costado porque no vivió nada. Además, la creyente soy yo. En un principio se enojó. Cuando estábamos en Terapia un poco se enojó porque no lo había cuidado. Entonces fuimos a la iglesia, rezamos y después entendió el valor de la oración. Él no quiso ver cómo estaba entubado, siempre pensaba que iba a pasar lo peor. Y cuando lo vio, entonces empezó a creer. Hoy por hoy ya no estamos juntos.
Un día especial
—¿Cómo fue el día de la canonización? Estuviste con Juan Pablo II, hoy santo.
—El día de la canonización de la Madre Maravillas de Jesús, en España, a mí me tocó llevarle el agua y a Manuel las hostias para consagrar. Fue un día de fiesta. Lo tenía ahí y él no me miraba nunca, nos bendijo y le prestaba mucha atención a Manuel. No le podía hablar porque los guardias te sacaban, pero necesitaba decirle algo así que crucé el límite y le hablé, entonces me miró y se sonrió. Luego me sacaron. Hoy a la distancia tomo dimensión de lo vivido, en ese momento estaba muy embarullada. Estaban los familiares de la santa, los reyes de España.
—¿Te quedaron fotos de ese momento?
—No. Porque lo guardo todo acá (y se toca el centro del pecho). No me gusta mostrar tampoco. Ahora todo sale, se expone. Pero fue muy lindo. Conocí conventos que fundó ella también.
Fe por sobre todo
Alicia asegura que la Madre Maravillas es milagrosa con los niños. «Cuando Manuel estuvo internado le copié la oración a otra mamá que hacía mucho que su hijo estaba internado y le dije que pida con fe. Ese día le dieron el alta. Eran de Santa Elena. Pienso que a veces somos cómodos y no queremos rezar, si supieran el valor de la oración. A mi me dijeron que fui valiente porque la gente se te burla cuando decís que sos creyente. Vos no le podés explicar la fe a otro, o la tenés o no la tenés. Vos le decís que estuvo muerto y volvió a la vida y ya te van a empezar a buscar la vuelta que pudo haber sido esto o lo otro y para mi es fe. No es fácil de transmitir. Es la voluntad de Dios. No es fácil perder un hijo y orar y no conseguir la gracia, te enoja y te aleja de la fe. Pero siempre hay una razón. A nadie le gusta sufrir y por eso hay un camino de aprendizaje», describió.
Sobre las Carmelitas
«Nogoyá es una ciudad de mucha fe por la Virgen del Carmen. Está el convento de las Carmelitas que tuvieron un montón de inconvenientes pero siempre pasa. Pasa porque como existe el bien, existe el mal y se va a meter y va a tratar de alejar a la gente. Por lo menos a mí me pasa. El proceso de canonización para mi fue muy difícil. Pero si no daba mi testimonio, lo del milagro hubiera quedado trunco. Porque está en uno seguir o no. Dios nos da el libre albedrío. La pasé muy mal, pero si abandonaba creo que el mal triunfaba. Hay que seguir por más trabas y cosas que pasen en el camino y no perder la fe. Soy un instrumento de Dios, no tengo poder de nada. En la calle me pasaba que la gente quería que la tocara, no es así el tema. Puedo rezar, darles una estampa, yo no tengo nada en especial lo único sí que creo fervientemente, no tengo dudas».
Quién fue la santa
María de las Maravillas de Jesús Pidal y Chico de Guzmán nació en Madrid el 4 de noviembre de 1891. Era hija de los marqueses de Pidal, pero desde su infancia tuvo claro que quería consagrar su vida a Dios y a los más humildes.
Atraída por la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz ingresó el 12 de octubre de 1919 en el carmelo de El Escorial (Madrid). Tomó el hábito en 1920 e hizo su primera profesión en 1921.
En 1924 la hermana Maravillas fundó un monasterio de Carmelitas en El Cerro de los Ángeles, junto al monumento del Corazón de Jesús. Más tarde verían la luz nueve fundaciones más en España y una en La India.
Después de la guerra y desde su clausura en La Aldehuela la hermana Maravillas fundó un colegio para niños necesitados, levantó una iglesia e hizo construir una barriada. Siempre se distinguió por su carisma, su vida mística y su firmeza.
Murió en el Carmelo de La Aldehuela, el 11 de diciembre de 1974.
Fuente: UNO