Rosana Bertone relató cómo impactó en su vida el abuso sexual que sufrió cuando era niña. En un crudo testimonio, dio detalles del hecho y pidió que nadie dude de los relatos de las mujeres cuentan lo que padecieron.
La gobernadora de Tierra del Fuego, Rosana Bertone, nacida en Entre Ríos, se refirió al abuso intrafamiliar que sufrió durante su infancia. Reconoció que el «abuso sexual intrafamiliar» que sufrió en su infancia le «arruinó la vida» y ante la seguidilla de confesiones de personalidades que revelaron situaciones de acosos o ataques sexuales dijo que está «bien que se sepa, que las mujeres cuenten su experiencia, más de allá de si decidieron o no realizar una denuncia judicial».
«Siempre alguien piensa si los hechos habrán sido tan así o uno mismo se siente culpable pensando si a lo mejor provocó una situación en el otro. Es absurdo y terrible, pero sucede. El descreimiento es inherente a las denuncias de abuso», advirtió Bertone en una entrevista con la agencia Télam.
Si bien la mandataria (nacida en 1972 en San Salvador, Entre Ríos) ya había hecho referencia a su propio caso de manera aislada, en 2015, en este reportaje aceptó por primera vez dar detalles de cómo esa experiencia influyó en su vida y todavía tiene efecto, en su vida política y personal.
«Sufrí abuso sexual intrafamiliar entre los 11 y los 12 años. Tardé mucho en hablarlo hasta con mi propia familia porque pensé que no me iban a creer. Sólo pude superarlo por la intervención de mi abuelo materno, a quién sí pude contarle porque me unía con él una relación muy especial», indicó la gobernadora fueguina.
– ¿Le costó hablar este tema con su familia?
-Imagínese que en esa época no se hablaba ni de sexo con la familia. Yo era chica. Por suerte tuve el apoyo de mi abuelo que se hizo cargo solo de la situación. Creo que lo afectó mucho y falleció de cáncer. Teníamos una relación muy fuerte. Muchos años después, tras ser madre, pude hablarlo con más gente.
– ¿Le pasó tener miedo de contarlo y que no le creyeran?
-Si claro. Pensaba que no me iban a creer. Pienso que ahora debe ser lo mismo. Siempre alguien piensa si los hechos habrán sido tan así, o uno mismo se siente culpable pensando si a lo mejor provocó una situación en el otro. Es absurdo y terrible, pero sucede. El descreimiento es inherente a las denuncias de abuso.
-Cómo hizo para sobrellevar esa situación?
-Tuve contención psicológica y también me apoyé mucho en la fe. Creo que por eso soy tan creyente. Como el abusador era de la familia mi abuelo no quiso hacer la denuncia penal, así que tuve que aferrarme a lo que tenía.
-Superar lo que le pasó la hizo más fuerte para encarar la vida?
-Leo muchos reportajes de mujeres famosas abusadas y algunas dicen que llegaron a ser lo que son producto del aprendizaje y de la situación que les tocó vivir. La verdad que en mi caso no es así. A mí me arruinó la vida. La vida sexual, la formación de una pareja. ¿O por qué me focalizo tanto en mi trabajo? Bueno, porque de alguna manera me cuesta construir en lo afectivo. Uno queda afectado, quiera o no quiera, y por más que transcurra el tiempo.
-Le costó formar pareja, por ejemplo?
-Creo que sí. Con mi ex marido, con quien por supuesto hablábamos del tema, tuvimos que enfrentar situaciones. Él me ayudó muchísimo porque yo tenía mucho temor a que a mi hija le pasara lo mismo. De hecho mi hija que es psicóloga y pensaba dedicarse a los niños, hizo una especialidad y trabaja con mujeres abusadas.
-¿Qué le parece este movimiento surgido a partir del caso Darthes, y de los testimonios de mujeres que empezaron a conocerse?
-Me parece bien que se sepa, que las mujeres cuenten su experiencia, más de allá de si decidieron o no realizar una denuncia judicial. Yo creo que la mayoría de los abusos ocurren en el seno de la propia familia, aunque también en el ámbito laboral. En el mundo de las actrices, por ejemplo, creo que siempre se supo pero nadie se animaba a contarlo. Y pienso que hay muchos más casos que no se saben.
-En su caso fue una liberación poder contarlo públicamente?
-La verdad es que fue espontáneo. En una entrevista por radio, en el año 2015, hablábamos sobre los agravios que estaba sufriendo durante la campaña electoral. Y yo dije que no creía que pudiera sufrir un ataque peor que el abuso sexual del que había sido víctima. Y lo sostengo. No creo que nadie en política pueda hacerme pasar por una vulneración física y psicológica peor que aquella.
– ¿Qué repercusiones tuvo cuando lo contó por primera vez en público?
-Me llamó mucha gente para contarme su experiencia. Muchas mujeres pero también muchos hombres. Recuerdo un caso de Ushuaia, una persona muy reconocida. Su propio padre lo había violado de chico, en reiteradas oportunidades. Me contó cómo eso influyó decididamente en su vida.
– ¿Su abusador vive actualmente?
-Si vive. Y en mi familia todo el mundo sabe quién es. Eso lo hace más complicado todavía.
-No aspira a que se haga justicia?
-La Justicia penal, por más que yo soy abogada y conozco el sistema penal, a mí no me resolvería nada. Como soy creyente creo más en la justicia divina. Pero eso en mi caso. Entiendo que se pida la detención de los abusadores, sobre todo de aquellos que reinciden una y otra vez.
-Usted dijo que los abusos le arruinaron la vida y sin embargo tuvo hijos, es abogada y construyó una carrera política que la convirtió en gobernadora. ¿Cómo se compatibilizan ambas situaciones?
-Es que quizá pude ser lo que soy porque no tuve la posibilidad de tener la vida afectiva que cualquier otra mujer, a lo mejor tiene, o aspira a tener. No tengo dudas que el trabajo te tapa o te cubre determinadas carencias que de otras formas no se pueden sobrellevar. Puedo ser una mujer exitosa profesionalmente. No lo desconozco y lo agradezco. Pero uno busca otros objetivos en la vida, interiormente, como mujer. Puedo tener éxito político, pero también muchas carencias emocionales por todo lo que estos hechos me han dejado como secuela. Tal vez trabajo tanto para no pensar en lo que me pasó. (Télam)