Desde que se sentó frente al Tribunal, Yamina Kroh no paró ni por un instante de llorar. Marcelo Galarza también se quebró por unos pocos segundos y se aferró a su declaración en beneficio de su hija. Cómo sigue el juicio.
Se cumplieron las nueve audiencias programadas desde un principio, pero debido a los imprevistos que la defensa ha tenido a la hora de citar a declarar a varios testigos que dicen sentirse amenazados y repudiados por la sociedad, la etapa de declaraciones en el juicio por el crimen de Fernando Pastorizzo finalizará el lunes en Gualeguaychú con la posibilidad de que declare de Nahir Galarza.
En caso que esto ocurra, es decir que finalmente la defensa recurra a exponer a Nahir Galarza como último recurso, la joven de 19 años tiene en su derecho como acusada a brindar su relato con la posibilidad de no contestar preguntas. Pero hasta ahora no hay confirmaciones oficiales y todo sigue siendo una mera especulación.
El lunes finalizará la etapa de declaraciones. En caso que pueda ser citada por la defensa en lo que resta del fin de semana, Shirley Kroh – hermana de la madre de Nahir Galarza- será una de las tres testigos que aún restan declarar. Se desconoce la identidad de las otras dos personas porque los abogados prefirieron mantener esa reserva para que no sean amenazados o insultados; y a último momento desistan de presentarse ante el Tribunal.
El testimonio de la madre
Las lágrimas y desconsuelo de Yamina Kroh eran propios de una mujer mentalmente desgastada por todo lo que le ha tocado atravesar desde diciembre a la fecha.
Su voz quebrada debía ser consolada continuamente por un sorbo de agua para poder seguir. Incluso hubo momentos en que parecía que no iba a poder continuar con sus palabras, pero siempre se sobrepuso y contestó a todas las preguntas que se le hicieron.
Contó que conoció a Fernando Pastorizzo dos años antes, diez minutos antes de salir de viaje hacia Río de Janeiro con su familia. Dijo que ocupó el lugar de Sol Martínez en ese viaje porque al ser menor de edad no contaba con la documentación necesaria para cruzar la frontera y entonces «Nahir pidió llevar a un amigo». Tanto Yamina Kroh como Marcelo Galarza coincidieron en lo mismo: ambos aseguraron no haber visto antes a la víctima hasta minutos antes de partir al viaje.
Esta mujer se despertó el 29 de diciembre de 2017 como todos los días. Percibió que su hija estaba en la casa y preparó el desayuno para luego ir juntas al gimnasio. «Cuando la desperté no me dijo nada y después del desayuno me dijo que la había llamado la madre de Fernando», relató Kroh, que pocos minutos después recibió a la Policía en su casa y desde entonces todo cambió en su vida.
Llegó la Policía y las trasladaron a la madre y a la hija a la Fiscalía a declarar. «Mi marido no estaba y la tuve que acompañar yo», dijo la mujer. Luego de varias horas pudieron regresar a la casa y fue ahí – según sus palabras- cuando Nahir le dijo que tenía que hablar con un abogado.
Ese abogado que se presentó en la casa fue Víctor Rebossio, que ese mismo día acompañó nuevamente a la joven a los Tribunales para nunca más volver. «Dijo «ahora la traigo» y nunca más volvió. Mi casa era un caos, mi hijo discapacitado lloraba a los gritos. Estuvo un mes sin hablarme porque me echaba la culpa de lo que había pasado con su hermana», dijo en medio de un mar de lágrimas.
Nahir Galarza sentada junto a sus abogados no estaba ausente de lo que su madre contaba frente a los jueces. Ella también secaba su silencioso llanto con una arrugada servilleta de papel que exprimía dentro de su puño izquierdo.
A Yamina Kroh se la interrogó por las lesiones que supuestamente revestía su hija y que nunca nadie denunció. «Yo la notaba rara, nerviosa, y por eso la llevaba a que se relaje (a la masajista)». Cuando le preguntaba a Nahir por esas marcas, su hija le respondía que «no pasaba nada y que me quedara tranquila».
¿Y por qué no dijo nada? Porque «iba a ser peor si se enteraba el padre, ella decía que no sabía cómo iba a reaccionar», respondió la mujer al tiempo que entre sollozos se dirigió a Nahir: «perdón hija por no haberte cuidado».
La declaración del padre
Marcelo Galarza ingresó a la sala luego de un cuarto intermedio. Era la otra palabra esperada, aunque se especulaba que no iba a agregar mucho más de lo que ya se conocía y que se había discutido anteriormente en el juicio. Este Oficial Principal fue quien estuvo en boca de todos por ser su arma reglamentaria la que mató a Fernando Pastorizzo.
Galarza no dijo nada distinto a lo que minutos antes dijo su esposa. Trató por todos los medios de no quebrarse y lo logró en gran parte, sólo flaqueó cuando recordó el momento en que el fiscal Sergio Rondoni Caffa le avisó que su hija iba a quedar detenida.
Repasó sus antecedentes dentro de la Policía y los episodios en los cuales estuvo involucrado: por ejemplo el juicio oral en el que fue absuelto por una legítima defensa por un hecho sucedido en Concordia, que luego tuvo su repercusión en Gualeguaychú cuando le colocaron una granada en la puerta de su casa.
Galarza aseguró que siempre actuó con responsabilidad dentro de su labor como funcionario público y que tomaba los recaudos necesarios con respecto a sus elementos de trabajo. «El arma estaba en mi casa», aludió, y explicó que la dejaba arriba de la heladera los días que tenía que ir a trabajar.
Habló sobre la sensibilidad que particularmente tiene su pistola 9mm y que no todas las armas son iguales porque «la sensibilidad del gatillo depende del desgaste» y que es la persona que la utiliza la que sabe el tipo de sensibilidad que tiene. «Si uno que no la conoce mete el dedo mal, puede salir una ráfaga de dos, tres o cuatro disparos».
También hizo referencia a la problemática barrial que tienen todos sus vecinos, que a raíz de los boliches en la zona se hace imposible conciliar el sueño. «Yo lo soluciono trabajando por las noches los fines de semana, en un adicional», indicó, pero aseguró que en su casa si no se prende el aire acondicionado y el televisor es imposible dormir.
Galarza les indicó a los tres jueces del Tribunal que pidió que la planimetría que se hizo en su casa durante toda una mañana a mediados de enero, se hiciera en el horario en que se cometieron los hechos, para demostrar que nadie oyó nada de la pelea que mantuvieron Nahir y Fernando en la madrugada del crimen. «Esto era sencillo y no lo constataron; y si no se hizo supongo que los abogados lo solicitaron», agregó.
Al igual que su mujer, Marcelo Galarza dijo que conoció a Fernando Pastorizzo diez minutos antes de emprender el viaje a Brasil. «Me dijeron que era un amigo», señaló, y contó que «no hablaba con nosotros, yo trataba de hablarlo y no me contestaba. Pensé que era muy tímido». «Viajó con nosotros, pero eso no quiere decir que lo conocí», agregó.
Según relató, Galarza participó de trabajos y operaciones muy peligrosas, como una vez que comandó la custodia del jefe del servicio de inteligencia israelí antes del nacimiento de su hija, pero «cuando nació Nahir me cambió la vida, dejé de ser yo».
También se le preguntó por las supuestas lesiones evidentes que tenía su hija, y Galarza respondió que no estaba ajeno a ello porque una vez observó un golpe en la cara interna del muslo, pero cuando quiso saber más sobre ello, su esposa le dijo: «dejá, no le digas nada». «Hoy debo decir que tengo culpas. Si ella padecía de alguna cosa rara y yo lo hubiera notado, hubiera sido distinta la cosa», comentó. (El Día)