Los conocimientos adquiridos en una jornada sobre RCP y primeros auxilios fueron la clave para socorrer a su compañero en el aula. Buscan que esa prueba piloto de capacitación, se extienda a todas las escuelas de la ciudad.
En noviembre del año pasado, gracias al apoyo de la institución educativa y de la Corporación del Desarrollo de Gualeguaychú (CODEGU), unos 100 alumnos de sexto año de la Escuela De Educación Técnica N°2 «Pbro. José Maria Colombo» realizaron una capacitación intensiva de en reanimación cardiopulmonar (RCP). Durante la jornada, el doctor Juan Venturino brindó a los adolescentes los conocimientos básicos para prestar primeros auxilios en una situación límite o de vida o muerte. Sin embargo, nadie pensó ese día que menos de un año más tarde todo ese conocimiento se iba a poner a prueba y, lo mejor de todo, con resultados satisfactorios.
Era una tarde más en la EET Nº2. El profesor dictaba una consigna y todos en el aula prestaban atención, hasta que de pronto uno de los alumnos se ahogó y dejó de respirar. La situación extrema desató un sorpresivo caos, y en un principio todos quedaron en shock por la situación. La reacción inmediata del profesor a cargo fue la de llamar a la preceptora.
Pero pasado el choque por la inédita situación, Matías Munyo, uno de los alumnos, reaccionó: levantó a su compañero, lo tomó por la espalda y le aplicó la Maniobra de Heimlich, un procedimiento de primeros auxilios para desobstruir el conducto respiratorio, normalmente bloqueado por un trozo de alimento o cualquier otro objeto, pero además una técnica efectiva para salvar vidas en caso de asfixia por atragantamiento. El chico no aprendió eso en Youtube, en la calle o en el boliche. Lo aprendió en la capacitación de noviembre del año pasado.
Tenía que hacer algo. Y entonces lo hice, nada más
«Cuando mi compañero se ahogó, todo se enquilombó», definió Matías a ElDía con la plasticidad y consistencia que sólo los adolescente saben usar. «Estábamos en clase, el profesor estaba dictando y de pronto uno de mis compañeros se levantó de golpe y se comenzó a ahogar. No podía respirar y se estaba poniendo morado», recordó Munyo sobre ese día.
El relato es consistente entre todos los testigos del hecho: Matías le aplicó la maniobra una vez, sin que pase nada, dos veces, también sin lograr algo, y una tercera vez más, pero esta vez con los resultados deseados. Una bola de flema salió despedida del ahogado y, poco a poco, logró recobrar la respiración y recuperarse.
«En ese momento sentí que lo iba a partir por la mitad, porque lo apreté con todas mis fuerzas. Pero luego de la tercera vez, logró volver a respirar. Se había ahogado con flema porque es asmático. Le subió de pronto y le tapó las vías respiratorias», contó el héroe adolescente, quien narró la historia junto a sus compañeros Juan Giménez y Leandro Falco.
«Todos estábamos parados alrededor de él, casi todos paralizados», amplió Giménez, testigo del episodio alarmante que rompió la rutina. «De pronto, Munyo lo levantó, los agarró de atrás y comenzó a aplicarle la maniobra», especificó Falco.
Son pocas las veces en que una persona se encuentra frente a frente con una situación límite, esas que el actuar puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Y a Munyo le tocó vivirla en el aula, un jueves a la tarde mientras un profesor dictaba una consigna. Ante la emergencia, no sólo tuvo el impulso por actuar, sino que además lo hizo porque dentro de él estaban los conocimientos necesarios como para saber cómo hacerlo.
«Yo ya tenía eso en la cabeza lo que prendimos en la capacitación, capaz que ni siquiera sabía que lo tenía, pero estaba ahí. Entonces supe que tenía que actuar, que tenía que hacer algo. Y entonces lo hice, nada más», explicó con sencillez y soltura, como si haber actuado de manera heroica fuera lo más normal del mundo.
«Lo que Munyo hizo tiene mucho valor como persona, sobre todo por la acción que tuvo. Eso es lo que todos acá valoramos», comentó sin disimular su orgullo Juan Manuel Corbeto, profesor de la EET Nº2, uno de los responsables para que los chicos realicen la capacitación en RCP y primeros auxilios el año pasado e integrante del Área de Responsabilidad Social Empresarial de CODEGU.
«Munyo pudo reaccionar porque pudo participar de esta capacitación, por el conocimiento que adquirido ese día, pero además por el poder de reacción. Estuvo a la altura de las circunstancia en ese momento. Ni siquiera el docente supo qué hacer en ese momento, pero él sí. Y actuó», reconoció Corbeto.
El valor de salvar una vida
«Es la primera vez que nos animamos a hacer algo tan grande y con tantos actores en juego, como en este caso son los chicos. Pero no podríamos haberlo hecho si no hubiéramos tenido el apoyo de la Cooperativa Sanatorio «Luis Jeannot Sueyro» (ex Agos) ya que gracias a ellos pudimos traer a una de las eminencias en el tema, como lo es el doctor Venturino. No fue cualquiera el que vino, y se notó en cómo manejó al grupo y los conocimientos que les transmitió», amplió también Joaquín Páez, responsable del Área de Responsabilidad Social Empresaria de CODEGU.
Los alumnos que el año pasado cursaban sexto año en la EETNº2 pudieron aprender sobre RCP y primeros auxilios gracias a una actividad que no forma parte de la currícula escolar en ninguna escuela. Sin embargo, la experiencia que se vivió hace unos días en el aula y la reacción de Matías Munyo ejemplifica la necesidad de que este tipo de conocimientos sea transmitido a todos los adolescentes de la ciudad.
«Para que una capacitación de este tipo sea obligatoria en todas las escuelas, sólo hace falta voluntad política», sostuvo Matías Gette, regente del turno nocturno de la EET Nº2. «Que los chicos hayan hecho el curso implicó un montón de riesgos que elegimos asumir para que los alumnos tengan ese conocimiento. La capacitación no se hizo en la escuela, por lo tanto los chicos salieron del establecimiento gracias a que uno o más profesores asumieron esa responsabilidad. Y para que los profesores puedan llevar a cabo esta actividad tuvieron que presentar un proyecto con anterioridad, con los nombres de los alumnos que iban a salir y todo estar avalado por la dirección de la escuela. La burocracia es mucha para que esto se pueda llevar a cabo. Y la responsabilidad para el profesor es mucha. ¿Y todo para qué? Para algo que debería ser de carácter obligatorio», señaló el directivo.
Según publicó ElDía, muchas veces, la burocracia es tan desgastante que muchos docentes se dan por vencido y ya no insisten con la realización de actividades como la capacitación en RCP y primeros auxilios. Pero todos estos trámites engorrosos no hicieron que Corbeto se rindiera: «Sigo haciendo todo para poder hacer con este tipo de acciones porque las mismas nos retroalimentan», concluyó.