De las 245 muertes maternas que registró el Ministerio de Salud en todo el país en 2016, 43 fueron producto de un aborto. Pero las cifras no muestran la totalidad del problema. “La codificación del aborto como causa de muerte está escondida en otros diagnósticos. Por la situación y por el estatus legal del aborto. La información con la que contamos es solo de los hospitales públicos. El 50% de las camas en Argentina son del sector privado, y no sabemos qué pasa”, dijo el 31 de mayo en el Congreso, durante el debate del proyecto de despenalización del aborto, ahora con media sanción de la Cámara de Diputados, el ministro de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein.
“El aborto existe y es algo que no podemos soslayar. Más allá de todos los dilemas éticos, científicos, económicos, espirituales, más allá de esto, el aborto existe y es un problema que tenemos que abordar. Comencemos a hablar seriamente de educación integral en las escuelas, en educar en la anticoncepción y prevenir el aborto, que no es solución para nadie, para nada, que es un fracaso y por esto tenemos que actuar”, dijo el ministro del gabinete del presidente Mauricio Macri.
El sacerdote entrerriano Leandro Bonnin no está muy convencido de las estadísticas. Lo hizo público tras conocer, además, una carta pública escrita por Cecilia Ousset, una médica católica especialista en Tocoginecología, que escribió: “Mi récord personal son dieciocho legrados en una guardia. Vi morir mujeres (a veces madres de varios chicos), que pasaron lamentablemente sus últimos minutos lúcidas conmigo”.
Bonnin, que nació en 1° de Mayo, pero cuyo último destino como cura fue la Parroquia Nuestra Señora de la Piedad, en Paraná, y ahora está destinado en Villa Berthet, Chaco, conidera que son “falacias”.
“Nadie ha demostrado aún que las mujeres que supuestamente mueren como consecuencia de los complicaciones de los abortos clandestinos sean mujeres pobres. Sobre todo porque, más allá de las estadísticas del Ministerio de Salud -31 mujeres en 2016- nunca se desglosó cuáles de ellas habían llegado a la muerte luego de un aborto espontáneo y cuáles luego de uno procurado en la clandestinidad”, dice el sacerdote.
“A esta altura el partido, y después de haber visto cómo se ha mentido descaradamente a favor del aborto, me atrevo a desconfiar que esas muertes existan en absoluto. Nunca dijeron un solo nombre. Nunca apareció un familiar de una víctima apoyando la causa. La única voz que se alzó fue la de ´Flor de la V´, la cual luego de su conmovedor relato en el debate, una vez que se comprobó que había mentido, se olvidó del asunto por completo…”, dice Bonnin.
También negó el argumento de que las pobres abortan en condiciones precarias, y las ricas lo hacen, pero en condiciones seguras. “Así formulada, te da la impresión de que todas las ´mujeres ricas´ van piadosamente a misa los domingos, que todas ellas abortan y que todas ellas, al salir de la super clínica privada, corren a hacer fila al confesionario y se confiesan alegremente, como si expresaran un ´dije malas palabras´”, ironiza.
“Todo eso es falso. En primer lugar, según mi experiencia y la de otros hermanos sacerdotes, las clases altas altas -las ´mujeres ricas´- hace mucho tiempo se han alejado de la vida de fe católica. El porcentaje de miembros de la ´high society´ que practica la fe es ínfimo, menor al medio. Pero incluso si tomamos la generalidad de los católicos, no te olvides que en Argentina participan de la misa dominical de modo habitual sólo un 7 u 8 % de los bautizados. De ese 7 u 8 % de los católicos, sólo un 30% -o incluso menos- recurre al sacramento de la Reconciliación -se confiesa-, e incluso podría ser menos. De ese porcentaje pequeño, muchas son personas ancianas que ya no pueden concebir ni abortar, muchos son niños, un tercio son varones”, apunta.
“Esa falacia desconoce otro factor aún más complejo y doloroso: para muchas mujeres católicas que han recurrido al aborto, llegar a dar el paso de contarlo a otra persona es algo extremadamente duro y difícil. Muchas sólo lo hacen luego de años. Y muchas necesitan y quieren hacerlo luego muchas veces, porque les resulta muy difícil experimentar el perdón -sostiene Bonnin. Como ven, no es más que otra mentira completamente infundada, cuya finalidad es paralizar el pensamiento y pretender acallar a los que con argumentos y datos defendemos toda vida”.
Fuente: Entre Ríos Ahora