La gualeguaychuense Teresa visitó por primera vez un centro oncológico en 2008, donde comenzó a deambular por diferentes hospitales para combatir el cáncer. Hoy, tras vencerlo nuevamente, aseguró: “Ojalá que no vuelva nunca más”.

Obstinado, incansable e insaciable, el cáncer ha estado presente en la vida de Teresa Ovalle durante 16 años.

“Mi enfermedad comenzó en 2008, con un estado gripal que no le di importancia. Al cuarto día, noté algo en mi mama izquierda y ahí comenzó mi batalla. Mi hermano, que era radiólogo en el hospital, me llevó. Encontraron tumores en la mama y ya sabíamos que era cáncer”, recordó. El doctor, Guidobono, le dio la noticia con cautela, y Teresa, firme, le dijo: “Soy yo quien tiene que luchar con esto, así que por favor, dígame la verdad”. Así, se programó su primera cirugía.

En esos momentos, Teresa pensó que se trataba de un resfriado que requeriría tiempo para sanar, sin imaginar que el cáncer volvería a aparecer. “Tras la operación, en cuatro meses, surgieron nuevos tumores en el útero, en los ovarios, incluso en la cara. Mi lucha fue prácticamente en soledad, con el apoyo de mi familia. Nunca quise que ellos sufrieran por lo que estaba pasando. Volvía de las sesiones de radioterapia en Concepción del Uruguay y nunca me dejé vencer. A pesar de todo, mantenía un negocio y atendía a los clientes con una fuerza que me sorprende hasta hoy. Muchas de mis compañeras sucumbieron a la depresión, pero yo me aferré a la fe y a la fortaleza. Siempre salía con una sonrisa, sin dejar de pintarme los labios y ponerme coqueta”, comentó sobre la importancia de mantener una actitud positiva durante los tratamientos.

Sobre el apoyo psicológico, subrayó su importancia: “La depresión y el miedo pueden ser devastadores. El apoyo que recibí en el hospital fue fundamental, con profesionales de la salud mental, médicos y enfermeros muy comprensivos y amables”.

Teresa junto a sus familiares. Foto: El Día
Teresa junto a sus familiares. Foto: El Día

El respaldo familiar fue otro pilar en su camino: “Me apoyé en mis hijos, Ludmila y Nahuel, en mis hermanos, en mis tíos, y en Vicente, mi nieto, que es el amor de mi vida. Él me da fuerzas cuando aparecen algunos dolores. Con 61 años (cumpliré 62 en dos semanas), creo que el apoyo de la familia es crucial para atravesar momentos difíciles”.

Recordando su experiencia más dura, Teresa mencionó: “Después de la histerectomía, cuando me vaciaron, fue espantoso, pero tomé mi medicación y seguí adelante”.

Cuando parecía que el cáncer había sido derrotado, volvió a aparecer en 2022: “Me diagnosticaron un tumor en la mama derecha y nuevamente tuve que operar. Nunca me asusté; enfrenté otro año de quimioterapia, que terminé hace siete meses, siempre aferrada a Dios. Hace 20 días fui a mi control y todo está bien”.

Sobre este momento de tranquilidad, destacó su enfoque en lo holístico: “Soy reikista, y tengo una maestra que me dice que debo afirmar que ya no tengo cáncer. Lo tuve, fui enferma oncológica, pero si me ves, lo último que pensarías es que lo fui. Me he acostumbrado a esa idea, ya lo tuve y espero que no vuelva más… ¡porque me tiene repodrida!”, concluyó con una risa que emanaba fuerza y determinación.

Elonce – El Día

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