El juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, reinició este viernes 28 de diciembre el operativo de búsqueda de los integrantes de la familia Gill, cuyo último rastro se perdió en el verano de 2002 y de quienes no se ha vuelto a tener noticias. El magistrado encabezó un allanamiento para poder tomar registro videofilmado, realizar fotografías con un drone y la determinación de la ubicación del campo La Candelaria con sus coordenadas respectivas.
Ese insumo será luego entregado al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) que podría tomar la posta en la búsqueda de los seis integrantes de la familia entrerriana. No hay todavía un acuerdo en firme.
Rubén “Mencho” Gill, en 2012 de de 55 años; su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26, y sus hijos María Ofelia de 12, Osvaldo José de 9, Sofía Margarita de 6 y Carlos Daniel de 2, fueron vistos por última vez en el velorio de un amigo de la familia, el 13 de enero de 2002, en Viale, a 30 kilómetros de La Candelaria, el campo en el que vivían y donde el hombre trabajaba como peón.
La Justicia, primero actuó mal y pésimo, no le creyó a los familiares de los Gill, tardó en buscarlos, y cuando se activó por fin la pesquisa no se logró nada: pistas falsas, datos equivocados, rastrillajes infructuosos, testigos que daban información que, al final, no podía comprobarse, y siempre el mismo destino: nunca se supo qué pasó.
Un primer rastrillaje se produjo a comienzos de febrero de 2018. Entonces, el juez Acosta encabezó el procedimiento de búsqueda de los restos de los Gill en La Candelaria: a partir de los datos aportado por Armando Nanni, un testigo que apareció tras la muerte del dueño del campo, Francisco Goette, en 2016, y que está convencido de que los Gill están muertos y enterrados en el mismo lugar en el que vivieron, la estancia de Crucecita Séptima.
En octubre hubo un allanamiento a la estancia y Nanni marcó dos lugares posibles. La Justicia contrató a una empresa especializada en excavaciones, que el 5 de febrero comenzó la tarea.
“Quito” Villanueva, que vive frente a La Candelaria, propiedad de Alfonso Francisco Goette, cree haber visto al “Mencho” Gill cruzando a caballo el lunes 14 de enero, y eso contó en la Justicia de Nogoyá, que tiene una causa abierta sobre “averiguación de paradero”. La declaración de Villanueva es otro dato clave: es el último que vio a Gill con vida.
El propietario de la estancia La Candelaria y patrón de los Gill, Alfonso Francisco Goette, murió en un accidente de tránsito. Fue la noche del jueves 16 de junio de 2016. Una mala maniobra provocó la salida de la ruta, el despiste y el vuelco de la camioneta Nissan Frontera que conducía el hombre, entonces de 70 años. Las heridas producidas en aquel vuelco, ocurrido en la intersección de las rutas 32 y 35, lo llevaron a la muerte.
La muerte de Goette produjo un giro inesperado en la causa. Armando Nanni, un contratista rural de Tabossi, que supo realizar trabajos de siembra en el campo del hacendado y que conocía a “Mencho” Gill, se animó entonces a hablar.
Se estima que Nanni no había querido hablar antes “por miedo” a Goette. Pero con Goette muerto, acudió a los Tribunales de Nogoyá, y habló con el magistrado a cargo de la causa, el titular del Juzgado de Transición, Gustavo Acosta.
Y dio un dato: que los Gill no se fueron de viaje ni están en otra provincia sino que podrían estar en el mismo lugar de siempre, la estancia La Candelaria.
Y aportó una pista que ahora sigue la Justicia: que veinte días antes de que desapareciera la familia, en el verano de 2012, “Mencho” Gill cavó dos pozos, uno en el lecho de un arroyo que entonces estaba seco.
El lunes 23 de octubre de 2017 hubo un allanamiento en el campo La Candelaria, cuyo casco principal está desocupado. Fue una primera inspección ocular de la Justicia.
La causa fue caratulada al principio, por el juez de Instrucción Jorge Gallino, como averiguación de paradero.
El primer allanamiento que ordenó fue 18 meses después, el 10 de julio de 2003. Otro fue sucesivamente postergado por “inclemencias climáticas”: del 29 de julio de 2003 se pasó al 5 de agosto, y se pospuso para el 13 del mismo mes.
“En el rastrillaje toda la gente del campo vio que no se hizo nada, que Alfonso Goette les carneó una vaquilla y les dio de comer a los policías y que los perros no participaron de la búsqueda”, relató Adelina Gallego.
Elvio Garzón fue el primer abogado de Otto Gill, quien tuvo varios altercados para poder constituirse como querellante. Los familiares afirmaron que no eran atendidos por el juez.
Desde que asumió, en 2015, el juez Acosta se ha propuesto seguir hasta el final con la búsqueda de los Gill. “Me desvela que esto haya sucedido, y que nadie le dé respuestas a los familiares”, señala el juez.
Fuente: Entre Ríos Ahora