Es un síntoma de que la audición ha sido sometida a niveles poco saludables. Los jóvenes son los que más lo padecen. En algunas personas el daño es constante y el zumbido no se va.
Sonido de lluvia o de mar, pajaritos, motor, soplido, silbido, click, mosquito revoloteando, interferencia en una comunicación. En todas esas formas (y muchas más) se manifiesta el zumbido en el oído. No es una patología en sí misma sino el síntoma de otra cosa: generalmente, de pérdida de la audición. Ocho de cada diez personas manifestaron que alguna vez lo sufrieron, según la última encuesta de hábitos de cuidado auditivo realizada a más de 1.200 argentinos por un instituto privado. Los jóvenes son los que más padecen el acúfeno aunque de manera intermitente. Más de la mitad de ellos reconoce escuchar música a un volumen alto conducta que, según los especialistas, puede afectar y provocar el pitido. Los mayores son menos pero perciben el ruido todo el tiempo.
El 62% de los jóvenes de entre 18 y 24 y el 61% de los que tienen entre 25 y 34 dijo haber sentido el zumbido, según el trabajo difundido por Gaes Centros Auditivos. Y, en muchos de esos casos, ambos segmentos lo detectaron estando en lugares con ruidos fuertes, como en un concierto o cerca de la explosión de fuegos artificiales. El 10% de los adultos de entre 55 y 64 años y el 12% de los que tienen entre 65 y 74 compartieron que padecen el pitido aunque, en estos casos, de manera constante.
“El ruido externo suele provocar que elevemos nuestra voz y escuchemos más fuerte con nuestros auriculares. Desde edades muy tempranas los sonidos intensos generan un daño auditivo y estos pueden ser muy nocivos. Como sociedad debemos asumir el compromiso de disminuir el ruido que generamos”, explica Ana Carolina Binetti, otorrinolaringóloga del Hospital Británico sobre la prevención del también llamado tinnitus, que define como “un sonido percibido por la persona, en ausencia de estímulo sonoro externo, que puede ser producido por lesiones en los oídos, en toda la vía auditiva o incluso en la corteza cerebral”.
Según el mismo informe, el 68% de los encuestados a nivel nacional expresa que le cuesta concentrarse cuando hay ruido a su alrededor. Sin embargo, estudiar o trabajar con música es algo que elige un 60% de los argentinos. Esto se da especialmente en el segmento que va de los 25 a los 34 años.
“Existe una relación directa entre la exposición y el acúfeno. Y la contaminación auditiva es la principal causa de zumbidos en jóvenes”, explica a este diario Analía Nicassio, otorrinalaringóloga del Hospital Italiano y experta en el tema. Y advierte: “Escuchar música con auriculares a volumen altísimo, por ejemplo, genera un trauma acústico. Eso no se recupera. Por eso, es fundamental no estar cerca de los parlantes durante un recital y usar protección especial si uno trabaja en un lugar con ruidos. Después de una exposición significativa la persona queda aturdida y debe descansar el oído por lo menos 24 horas”.
Entre los inconvenientes principales, la especialista señala la falta de conciencia. “Especialmente entre los jóvenes que creen que nunca les va a pasar nada y que el disfrute pasa por el exceso. Por malos hábitos recibo en mi consultorio pacientes de 20 años con daño auditivo”, remarca Nicassio.
Tapar el sonido del subte o de la calle con música está contraindicado ya que, al hacerlo, suele superarse el volumen recomendado. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), no se debe escuchar a más de 75 u 80 decibeles, que es lo que el oído puede tolerar sin daño. “Si uno está ocho horas por día a más de 75 u 80 dB, seguramente en el futuro aparezcan los problemas”, agrega Nicassio, que destaca que ya se utilizan aplicaciones, como Sonómetro, para medir los decibeles en el ambiente y así saber si el oído está soportando más de lo sugerido.
Si bien el daño es irreversible, la referente del Hospital Italiano cuenta que existen tratamientos, a partir de terapias sonoras como el reentrenamiento auditivo o el uso de audífonos con ruido, “para que el acúfeno no represente un estímulo significativo para el sistema nervioso”. Es decir, para habituarse al pitido y vivir con él de la mejor forma posible.
“Muchas de las personas que lo tienen se deprimen porque no aguantan el zumbido. La realidad es que en sólo el 1% de los casos resulta intratable. De ahí la importancia de consultar e iniciar algún tipo de terapia”, cierra Nicassio. (Clarín)