Reginaldo Quintana, un pastor de 47 años que trabaja con jóvenes en recuperación de adicciones, protagonizó el miércoles por la noche un caso llamativo que finalizó con la aprehensión de un hombre de 34 años que ya recuperó la libertad.
Según contó Quintana a ElDía, el miércoles por la noche concurrió junto a su esposa a la casa de un familiar en Borques y 3 de Caballería sin saber que iba a vivir una velada atípica. “Cuando llegué, veo una valija en la entrada y le pregunté al tío de mi mujer a quién pertenecía y me dice ‘no sé, es de un correntino que anda por ahí y nos pidió para dejar la valija, que ahora viene y se va a quedar una noche acá’, entonces yo le pregunté si lo conocía y me dijo que no, que era la primera vez que lo veía”, relató el pastor sobre la generosa acogida del familiar con alguien que desconocía, pero Quintana lo excusó diciendo que “el tío de mi señora es un hombre muy solidario”.
Al cabo de unos minutos llegó a la vivienda el dueño de la valija. Se trataba de un hombre de 34 años, domiciliado en Colonia Yeruá, “petiso y robusto”. “Cuando me presentan como pastor, me saludó y se quedó mirando; y al rato me dice que quería confesar algo, entonces pregunta si había un lugar donde se pudiera confesar. Fuimos a una pieza. Nos sentamos cada uno a un lado de la cama y me dice: ‘hoy maté a un tipo, necesito que me des mil pesos, una faca buena y me lleves hasta la Ruta 14’. Después se levantó y me dijo que me pusiera de pie. Me informó que sabía artes marciales y con la punta de los dedos me golpeó en las costillas y para intimidarme me dijo: ‘Si vos no me das la plata vas a ser el segundo que mate’”, contó Quintana.
El relato deja varios interrogantes abiertos, pero la víctima lo naturaliza todo excusándose en su labor al frente de su iglesia y del trato con los jóvenes a los que ayuda, pero con respecto a lo ocurrido el miércoles por la noche es una incógnita como llega el “correntino” a la casa donde estaba el pastor.
“Me empezó a apurar para que le diera la plata y yo le dije que se quedara tranquilo, que la plata no la tenía encima, que íbamos a ir hasta mi casa. Mi idea era llevarlo hasta mi casa y desde ahí llamar a la Policía, pero después me acordé que tengo unos amigos en Tala y Camila Nievas, y se me ocurrió llevarlo ahí”, contó Quintana.
“Antes de salir me amenazó y me dijo que no llamara a la Policía; y que si pensaba llevarlo a algún lugar extraño me iba a matar. ‘Tenés cara de perro traidor’ me dijo, pero yo le recordé que se quedara tranquilo que a mí me gusta ayudar a la gente que estaba como él”, indicó el pastor que tiene su centro de ayuda en calle Virreynato del Río de La Plata y 3 de Caballería.
Finalmente los dos hombres subieron a la camioneta y se introdujeron en el corazón del barrio Munilla. Allí Quintana simuló llegar a su casa y dejó esperando en el vehículo a su agresor. Adentro del inmueble estaban sus “amigos” y desde ese lugar se llamó a la Policía, y dos móviles llegaron en pocos minutos.
El supuesto atacante no tenía armas y no opuso resistencia. Fue detenido y trasladado a la Jefatura de Policía. Permaneció alojado en este lugar poco más de 24 horas, pero luego al ser identificado y establecer que no tenía antecedentes y no había cometido ningún delito comprobable, se dispuso su libertad con la prohibición de acercamiento a la víctima y familiares.
Quintana relató que el sujeto dijo que “estaba sin plata, que estaba parando en una pensión y que iba a ir a un aserradero a buscar trabajo, pero era un delincuente que vino a delinquir. Era un delincuente que te miraba sin misericordia”. (El Día)