En la provincia hubo 98 intoxicaciones por la inhalación de este gas peligroso en 2017, que en el mismo período causó 200 muertes en el país.
Una nueva muerte por la inhalación accidental de monóxido de carbono conmociona al país. El hecho sucedió el martes por la noche en el barrio porteño de Palermo. La víctima se llamaba Miguel Bomchil, tenía 34 años y trabajaba como asesor del Ministerio de Transporte de la Nación. De forma similar se produjo hace 11 días el deceso de la esposa y del hijo del senador Luis Naidenoff; y un día antes el de la periodista Lucía Trotz.
El monóxido de carbono es un gas venenoso y altamente peligroso, ya que no tiene olor ni provoca irritaciones en los ojos ni en la nariz, por lo que es difícil advertir su presencia y puede provocar la muerte en minutos. Por lo general, cuando se genera una mala combustión de un artefacto defectuoso, quienes están expuestos al monóxido de carbono no se dan cuenta de que se están intoxicando hasta que aparecen los primeros síntomas, que son dolor de cabeza, náuseas, palpitaciones, vómitos y mareos.
A pesar de las numerosas campañas de prevención que se realizan cada año, las cifras siguen siendo trágicas: desde el Ministerio de Salud de la Nación revelaron que en el país el año pasado hubo unas 200 víctimas. Si bien en Entre Ríos no se registraron víctimas fatales en lo que va de este año ni en 2017, según la información difundida por Analía Corujo, médica toxicóloga de la Dirección de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Provincia, el año pasado se registraron 98 casos de intoxicación por inhalación de monóxido de carbono en localidades entrerrianas, y en estos primeros seis meses de 2018 se reportaron cinco casos de intoxicaciones. La estadística incluye los accidentes domésticos y también los casos ocurridos durante un incendio. Las ciudades que presentaron el mayor número de incidentes fueron Paraná, con 75 casos, y en segundo lugar Gualeguaychú, con 16 pacientes reportados.
Uno de los hechos más alarmantes en la capital entrerriana fue el ocurrido a mediados de julio del año pasado, cuando sufrieron una intoxicación 10 niños del plantel de hockey sobre patines de San Juan y ocho adultos que llegaron para participar de un certamen y debieron ser hospitalizados tras una falla en el calefactor de la habitación que compartían en la sede de Asociación Ciclistas de Entre Ríos (ACER). Según se informó entonces, fue un padre que desoyó las advertencias de que ese artefacto no funcionaba bien y lo encendió.
Respecto a este tema, el comisario principal Roberto Borré, jefe de Bomberos Zapadores de la Policía de Entre Ríos, señaló a UNO que un artefacto en óptimas condiciones garantiza un buen funcionamiento: «Con el tiraje correspondiente, va a trabajar bien. Lo que hay que considerar es que todos los años se junta hollín y hay que limpiarlo, además de evaluar el estado del calefactor con un especialista, para evitar que empece a quemar mal y provoque una llama amarilla, que es la perjudicial y genera el monóxido de carbono en el ambiente», sostuvo.
En este sentido, instó en que anualmente «se haga el service correspondiente por un matriculado y se exija una certificación», y explicó: «Eso es por reglamentación, pero no siempre se cumple».
Juan D’Agostino es uno de los gasistas matriculados de Paraná y sostuvo que «son muy pocas las personas que son conscientes de que se debe hacer un control cada año del artefacto que usar para calefaccionarse». En este sentido, aseguró a UNO: «Por lo general llaman al gasista solo cuando el calefactor no funciona, pero mucha gente no sabe lo que es la combustión ni cómo controlar la llama o qué color debe tener, y a veces se expone a un riesgo».
El especialista opinó que muchos son reticentes a invertir un dinero en esta gestión: «No hacen controlar los artefactos más que nada porque eso tiene un costo y quieren evitarlo». El valor de una visita a domicilio para verificar un calefactor o un calefón es de 300 pesos. Si hay que hacer algún arreglo o limpiar los quemadores, el piloto y demás para garantizar una buena combustión el costo se incrementa. «Lo mejor hacer revisar los aparatos, las rejillas de ventilación , el tiraje de combustión, y que haya oxigenación en la casa. Lo que debe trasmitir el gasista matriculado que este control no es para ocasionarle un gasto, como muchos creen, sino que es por seguridad de quien vive en la vivienda y que esto puede salvarle la vida», enfatizó.
Calefacción peligrosa
Con la proliferación del tendido de la red de gas natural en las ciudades, en muchos casos los accidentes se asocian al mal funcionamiento de calefactores con este insumo, pero también otras formas de calefaccionarse suelen provocar tragedias, y muchas veces las víctimas están vinculadas a los sectores más vulnerables de la población, sin mayores recursos para protegerse de las bajas temperaturas, sobre todo por las noches, cuando el frío arrecia. En este contexto, el comisario Borré recordó a UNO: «Hace unos siete años hemos tenido casos de personas fallecidas, al ingresar dentro de su vivienda un brasero, que es monóxido puro. Afortunadamente la gente dejó de usar esta opción para calefaccionarse, al menos en la zona».
Otro de los artefactos que actualmente genera preocupación es la denominada salamandra, cuyo uso se extendió en los últimos años. Al respecto, el funcionario comentó: «Las salamandras se está viendo mucho y tomado hoy un papel preponderante por cuestiones económicas. Hay quienes las dejan encendidas a la noche y esto significa un riesgo. Al usar leña, es fundamental garantizar que haya un buen tiraje». «Otra cuestión con la que hay que tener cuidado con este artefacto es con los efectos de la radiación: todos los artefactos que directa o indirectamente generan calor pueden provocar incendios», advirtió, e instó a prestar atención a la proximidad de cortinas, sillones u otros mobiliarios, y evitar usar este tipo de estufas para secar ropa: «Cuando se evapora el agua la ropa empieza a chamuscarse y se puede llegar al punto de ignición y generar un incendio».
En numerosas viviendas en las que la gente se calefacciona con un hogar a leña, también hay un peligro latente y Borré indicó mantener alejados los bidones con combustibles al momento del encendido. «Se registraron tragedias años atrás por un descuido de este tipo. Son experiencias que aún tengo en mi retina y en mi memoria», lamentó.
Otro riesgo con los hogares a leña que señaló el jefe de Bomberos Zapadores es que caiga alguna brasa en una alfombra o sobre algún otro elemento y produzca un foco ígneo. «También las chimeneas que no están bien aisladas con respecto a algún machimbre pueden generar combustión», sostuvo.
Las estufas a kerosén son otro artefacto en la mira, ya que pueden emanar gran cantidad de monóxido de carbono y otros gases tóxicos debido al combustible que se utiliza. Sobre este punto, recomendó: «Deben ser encendidas y apagadas afuera, y la mecha que absorbe el combustible y va quemando tienen que estar limpia. Si está en perfectas condiciones de funcionamiento entrega calor, pero es muy peligroso tenerlas prendidas de noche cuando se está durmiendo».
También refirió tener especial cuidado con las pantallas que se conectan a las garrafas de gas envasado, ya que el calentamiento de las mangueras puede generar un incendio. E hizo hincapié en tener precaución al utilizar estufas eléctricas, sobre todo las que se enchufan a una zapatilla que, según aclaró, no están homologadas: «La mayor causa de accidentes e incendios en invierno se da por incendios eléctricos, ya que las zapatilla se sobrecalientan, ya que las estufas con las velitas o los caloventores consumen mucha energía».
«Cada artefacto entrega su calor, de acuerdo al elemento que se está quemando, sea gas, leña o kerosén, todo combustible en estado sólido, líquido o gaseoso que tiene un punto de ignición y tienen una concentración de monóxido uno totalmente distinto del otro. Entonces tiene que estar que estar todo calibrado», manifestó el experto.
Por otra parte, desde el Ministerio de Salud de Entre Ríos recomendaron no utilizar el horno o las hornallas de la cocina para calefaccionar el hogar; realizar anualmente el mantenimiento y la limpieza de las chimeneas del hogar y sus tirajes; y prestar atención si la llama de cualquier artefacto encendido no es de color azul: en ese caso hay que apagarlo de inmediato y llamar al servicio técnico para que lo revise. Tampoco se deben mantener encendios los motores de los vehículos en sótanos o garages cerrados, ni dejar mascotas ni niños en vehículos con el motor encendido en espacios cerrados. Y si se produce un incendio hay que salir inmediatamente del ambiente y llamar a los bomberos. (UNO)