Tras declarar ante el tribunal, los denunciantes que iniciaron las causas también relataron a UNO el proceso de las vejaciones en el Seminario de Paraná. También coincidieron en criticar a los obispos que ocultaron la investigación interna a la Justicia.
La segunda jornada del juicio oral y a puertas cerradas tuvo numerosas novedades que se iniciaron con varios cuartos intermedios por problemas de salud de las víctimas, o bien para la ejecución de pericias. Las largas exposiciones de las víctimas concluyeron con sus intervenciones ante los medios de prensa de Paraná. Fue la oportunidad de hablar largo y tendido con las personas que sufrieron los ataques sexuales y de corrupción por parte del sacerdote.
El más extenso de los testimonios de las víctimas de este martes fue el de Maximiliano Hilarza, un hombre que en la actualidad está afincado en Chile, luego de «escapar» de los abusos del cura en el Seminario.
Maxi, como le dicen los amigos, fue muy efusivo ante el tribunal a la hora de contar con lujo de detalles el mecanismo serial de los abusos del Ilarraz.
Sin embargo tuvo que aclarar más de la cuenta con una nota, que supuestamente él le envió al cura, donde relata las bondades del sacerdote. «Esa nota yo no la escribí, no es mi letra, y no sé quién lo hizo», dijo a UNO el hombre visiblemente emocionado luego de declarar.
«Como no reconocí mi autoría, es que se ejecutó una prueba caligráfica, ahora los peritos definirán al respecto, pero partiendo de la base que yo no escribí eso», aseguró una de las siete víctimas del cura.
El hombre vive en el país trasandino desde hace varios años y por esta convocatoria «me puse muy nervioso, porque quería contar toda la verdad, los padecimientos y las violaciones de él, como a mi familia».
«Viví de nuevo esos momentos. Al sentarme frente al tribunal, me sentí como ese chico de 13 años. No era el hombre de 40 en esa habitación», espetó el semicalvo.
«Hoy conté lo que viví y lo que me pasó en el Seminario. Me costó poder hablar, porque hay que tener en cuenta que estos hechos pasaron hace unos 30 años y yo no tuve ningún tipo de ayuda psicológica. Fue la primera vez que lo conté. Al hablarlo ahora, me descompensé un poco, por el asma», hizo notar, al informar del motivo que llevó a que fuera asistido por el médico de tribunales.
«La verdad es que me estaba desahogando, contando las cosas feas que me hizo este cura, y en un momento por la presión me descompuse, tuve un ataque de asma y de nervios», indicó Hilarza quien estuvo frente al tribunal por espacio de tres horas. «Allí le dijo a los jueces y las otras personas que Ilarraz me abusó sexualmente durante tres años en el Seminario de Paraná. Eso ocurrió en el primer año del internado y durante los dos años siguientes. Pero los abusos no terminaron en la parte física. Los abusos siguieron con la parte psicológica, después de que yo salí del Seminario. Eso no me permitía a mí ni hablar ni contar ni decir nada, porque a este cura se lo respetaba en todos lados, incluso en mi familia».
«Mi papá y mi mamá, también fueron abusados, porque Ilarraz no solo se aprovechó de mí de manera física, sino también de todos los demás, a través de la mentira, de la intromisión en mi familia para que yo no hablara. El demostró ser muy manipulador», relató a UNO.
Al detallar cómo podría describirlo al sacerdote, dijo con voz fuerte: «Yo diría que Ilarraz es un enfermo serial que repitió el mismo método con todos nosotros y con nuestras familias. Tras abusar de nosotros, no tenía problemas luego de ir a sentarse a la mesa con nuestras familias para callarnos y presionar para que nosotros no pudiéramos hablar».
«Ilarraz permanentemente estaba dando vueltas, rondando a la familia, y eso presionaba a los chicos, que teníamos entre 13 y 14 años cuando ocurrió todo esto. Además, tras la investigación canónica le prohibieron acercarse a las víctimas en Paraná o localidades donde las víctimas estuvieran», añadió más adelante.
Los obispos: responsables
Otra parte de sus comentarios, estuvieron vertidos hacia las responsabilidades de los obispos de Paraná. Sobre el cardenal Etanislao Karlic, dijo: «Karlic tendría que estar sentado acá explicando muchas cosas, no por escrito cubriéndose en su cargo».
«Deben saber todos los obispos que tienen que venir a la Justicia, porque callaron, ocultaron durante muchos años. Ellos no quisieron que se conociera la verdad, por el contrario hubo un secreto que ahora salió a la luz de todos», relató ofuscado Hilarza.
«Yo soy víctima, vine, me senté, fue muy duro, muy difícil, pero dí la cara. Karlic tendría que hacer lo mismo. No hacerlo por escrito ni esconderse», hizo notar.
Cambiar algo para no cambiar nada
Fabián Schunk, fue otro de los sobrevivientes a los abusos sexuales y corrupción de menores. Un día después de declarar ante el tribunal, contó a UNO: «Fue difícil contar todo de nuevo, fueron tres horas que no pasaron nunca, pero además porque contábamos y nos acordábamos de más cosas. Fue terrible responder tantas preguntas».
«Tras declarar me sentí más liberado, un poco más en paz, pero le confieso que a la noche no pude dormir porque quedé muy acelerado», explicó el hombre que llegó a ser cura durante dos años en Paraná y Nogoyá. Luego del proceso, decidió renunciar al sacerdocio para conformar una familia.
La víctima tuvo tiempo para reflexionar sobre los cambios impuestos por la Iglesia luego de los escándalos sexuales denunciados en Entre Ríos, sobre el protocolo de actuación dijo: «En la iglesia, de fondo, no ha cambiado nada. Lo que dio a conocer la Iglesia, es una guía para trabajar internamente ante las sospechas de abusos, cuando el protocolo frente a la sospecha y denuncia de abuso existe, y es el de la provincia, por el cual cualquier persona que trabaja en una institución, puede dar intervención a la Justicia. Por ejemplo: la cocinera de una iglesia, que sospeche de que un niño es abusado por un cura, no tiene que ir al obispo, sino que ir directamente a la Fiscalía o a la Policía, como lo indica el protocolo».
«Pero a nivel profundo, las cosas no han cambiado. Escobar Gaviria, con una sentencia de 25 años, sigue siendo sacerdote. A Ilarraz, Karlic lo encontró culpable, y solo lo desterró. Pero sigue siendo sacerdote. Lo mismo Grassi, Storni, Von Vernich y otros», reflexionó finalmente. (UNO)