El homicidio tuvo un estilo mafioso y hasta el momento no se han encontrado sus autores ni secuestrado el arma utilizada.
Se cumple hoy un año del homicidio de Pablo Toti Burguello, perpetrado por dos sujetos que circulaban en una motocicleta de baja cilindrada. La víctima estaba recostada en el asiento del conductor de su vehículo Toyota Corolla en plena vía pública la mañana del 11 de enero de 2017 cuando llegaron dos sujetos y le dispararon.
Sus familiares dijeron después que cuando lo atacaron, estaba descompuesto y esperaba que le trajeran la insulina que debía aplicarse pues era diabético. En esa circunstancia Burguello recibió dos certeros disparos desde atrás en el cuello, de un arma calibre 9 mm.
El fallecido y una cuadrilla de una cooperativa social estaban trabajando en la zona de calle Intendente González entre 32 y 33 del oeste, cuando llegó al lugar una moto de 110 cc, gris y amarilla, con dos sujetos con sus respectivos cascos. El acompañante bajó y descerrajó dos disparos a Burguello ante la mirada atónita de quienes estaban cerca, incluso dos de sus hijos. Rápidamente la moto se fue del lugar y no fue encontrada, al igual que el arma y el autor de los disparos.
Días antes, desconocidos habían matada a su perro en su domicilio de barrio 25 de Mayo, en un sorpresivo ataque nocturno. De las pericias balísticas surgió que la misma arma que mató al can, fue la que luego ultimó a Burguello.
Durante las investigaciones, fue secuestrada un arma en una vivienda cercana a la de la familia Burguello, pero luego se comprobó que no había sido la usada para perpetrar los hechos. (La calle)