Waldemar Migueles tiene 38 años y un estado de salud “grave y sin diagnóstico preciso”. Las posibilidades: hantavirus o leptospirosis. La causa: sin diagnóstico claro, es difícil precisarla. Su mujer, la enfermera Marisa Verón, radicó denuncia ante el nodo epidemiológico zonal en el Hospital Centenario. Acusa a las condiciones laborales en las que se desempeña Waldemar de ser las responsables de su enfermedad: “trabaja para la firma Domvil S.A. en una granja avícola donde hay muchas ratas que orinan la comida de los pollos y los trabajadores no tienen ninguna protección sanitaria”, afirma.
Marisa Araceli Verón tiene 41 años y lleva 18 siendo enfermera. Tiene 4 hijos y está en pareja con Waldemar Migueles, quien tiene a su vez dos hijos de 15 y 10 años. “Él no puede hablar ahora, no le dan los pulmones. Por eso hablo yo”, dice. Al terminar de contar su historia, Marisa se encontraba en el Centro Médico Pronto aguardando la ambulancia que la ART de Waldemar enviaría para trasladarlo al Centro Médico Fitz Roy, en Buenos Aires, especializado en medicina laboral. “Los médicos de acá me sugieren el Hospital Muñiz, y voy a empujar para que vaya allí”, dice. El Muñiz es centro nacional de referencia en infectología. Sin embargo, hubo viraje de último momento: la delicada condición del paciente requirió terapia intensiva.
Denuncia epidemiológica
El malestar de Waldemar comenzó el 20 de diciembre. “Quiso seguir trabajando, siempre le preocupa cuidar su empleo. Tanto, que no quería decir nada de lo que sucede ahí adentro, y los otros muchachos tampoco por temor a perder el trabajo”, dice su mujer, Marisa.
Pero ella es enfermera. Ella ve bajo otra óptica, la de los riesgos de salud. Así que decidió hablar.
“En la planta donde trabaja Waldemar 8 horas diarias hay un encargado inspector, un encargado general, un veterinario y 6 empleados más. Tienen unas 15 mil aves repartidas en 4 galpones. Y una montaña de ratas y ratones. Se ven todo el tiempo, yo las vi –dice-. Andan entre la comida de las aves, correteando entre los galpones. Se ven las heces”.
Los empleados “no tienen protección sanitaria, trabajan sin barbijos, sin guantes, tienen un solo equipo de ropa para cada uno que lava una vez por semana la esposa del encargado –detalla Marisa-. Los hacen bañar en el establecimiento antes de retirarse cada día. Los limpian para salir, pero adentro no hay condiciones de cuidado”.
Todo está muy sucio, sigue diciendo. “Por ejemplo, los galpones y el lugar donde comen los empleados; a veces ponen hasta la comida sobre las gavetas de los insecticidas –afirma Marisa Verón, hablando por su compañero Waldemar-. No hay un sitio o comedor para ellos, ni siquiera una habitación aparte. Nadie ha ido a instruirlos sobre la higiene y seguridad adecuadas. No cuentan con artículos de limpieza como cloro o lavandina. Toman agua de un pozo, no de red. En cuanto al alimento para las aves, es cascarilla de arroz que viene en bolsas de 50 kilos que ellos deben fraccionar en otras 35 individuales. Las ratas pasean y orinan sobre las bolsas. Vuela polvillo que ellos inhalan”.
La presunción de Marisa es que esa sería la causa de la enfermedad de Migueles, y por eso decidió denunciar el pasado jueves 4 de enero ante funcionarios de Epidemiología en el Hospital Centenario.
Vigilancia epidemiológica sobre el caso
La denuncia fue enviada el día viernes al área de Vigilancia Epidemiológica de la provincia con oficinas en Paraná, la cual depende del médico Diego Garcilazo. “Se recibieron muestras para analizar”, dijo Garcilazo. La investigación fue iniciada por el nodo epidemiológico de la zona Gualeguaychú y remitida paralelamente a Paraná. “Los médicos nos han comunicado sus sospechas: Migueles padecería de hantavirus o leptospirosis o alguna clase de gripe”, expresó. Los análisis pertinentes no pueden completarse todos en Entre Ríos, por lo cual, irán unos a Buenos Aires, otros a Santa Fe y otros se harán en la capital de nuestra provincia. Los resultados tardarán aún una semana por lo menos.
Infoner consultó al funcionario si ordenarán una inspección a la granja aviar. “En tanto no tengamos los resultados, nosotros no podemos hacerlo”, dijo. Pero aclaró que, mediando la denuncia de Verón ante Epidemiología, se puede correr vista o trasladar la misma al área de Medio Ambiente de la provincia, para que esta encare la investigación.
Porque la denuncia de Marisa Verón involucra como sospecha principal a las condiciones de trabajo de Migueles en el establecimiento ubicado en Ruta 16 junto a Larroque.
La situación de Waldemar
Es grave, dice el parte médico. Ningún profesional aceptó hablar con la prensa. “La familia está informada y el equipo médico que lo está manejando es variado”, fue la respuesta. “No hay diagnóstico etiológico y el cuadro es grave. Hasta no saber la etiología no se puede precisar la causa. Presenta un síndrome febril agudo inespecífico y las posibles etiologías son variadas. Decir más es precipitarse”.
Ante ello, la ART de Waldemar decidió derivarlo a Buenos Ares. Sin embargo, la delicada situación pulmonar obligó a internarlo en terapia intensiva y descartar un traslado riesgoso.
DOMVIL S.A
La firma Domvil tiene 5 plantas fabriles, según su página web http://www.domvil.com.ar/. Dos de incubación (en Carbó, E.R., y la Plata); otra de faena, subproductos y oficinas de administración (en Ruta 16 Km 30.5 junto a Larroque); otra de alimentos balanceados (en Gualeguay) y una más, de Oficinas de Integración y Reproductores (en Gualeguay). Comercializan carne de pollo bajo la marca “Aveguay”; subproductos como harina de vísceras, harina de plumas y aceite de vísceras bajo la marca “Sader” y faenan en su propio “Frigorífico Entre Ríos”. Logran así la “integración y coordinación de toda la cadena productiva, contando con las etapas de reproducción, incubación, faena y procesamiento de las aves, anexando la elaboración de subproductos avícolas y el propio alimento balanceado para mantener mayor control de la calidad y sanidad en la alimentación de las aves” (ver su sitio web).
Escribe: Veronica Toller
Fuente: INFONER.