Carol Kotliar (Directora Científica del Centro de Hipertensión del Hospital Universitario Austral) participó de una conferencia vía streaming con los principales cardiólogos de los Estados Unidos y China. Allí se afirmó -en base a las autopsias- que entre el 20 y 25 por ciento de los casos graves por coronavirus sufrieron más por fallas del sistema cardiovascular que por complicaciones en los pulmones. Además, el riesgo adicional de que el COVID-19 ingrese por los ojos.

Hasta ahora, se creía que el coronavirus sólo afectaba a las vías respiratorias y -en los casos más graves- a los pulmones. Ahora se sabe que, de los 266.092 casos que se produjeron en el mundo por la enfermedad, entre el 20 y el 25 por ciento atacaron al sistema cardiovascular.

Mientras el COVID-19 avanza en todo el mundo, la sensación es que en nuestro país apenas abrió la puerta. En la Argentina, hasta ayer, se contaban 138 casos y 3 muertos. En el mundo, las víctimas son 11.153.

Al mismo tiempo, científicos de todo el planeta van por la cura, la vacuna, o saber más sobre esta enfermedad. La doctora en medicina Carol Kotliar (MN 77156, Directora Científica del Centro de Hipertensión del Hospital Universitario Austral, Directora General del Centro Médico Santa María de la Salud, San Isidro y Experta CONEAU -Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria), estuvo presente -vía streaming por supuesto- de las últimas revelaciones que los médicos chinos le entregaron al mundo. Y aquí están sus interesantes -e inquietantes- conclusiones.

“Desde el punto de vista cardiovascular, la gente está muy preocupada. Quienes tienen enfermedades previas poseen menos tolerancia y más riesgo si se contagian el virus. Tengo entre 100 y 150 llamados diarios de pacientes, y mis colegas lo mismo”, señala de entrada.

-¿A qué tipo de enfermedades previas se refiere?

-Hipertensión arterial, diabetes en la mayoría de los casos. Pero las más importantes son haber tenido un infarto, o angina de pecho, que le hayan colocado un stent o practicado un by pass, o sufrir arritmias e insuficiencia cardíaca. Es que hay un porcentaje muy grande de la población que tiene enfermedades cardiovasculares.

-¿Cuanta gente hablamos?

-Presión alta, entre un 30 y 40 por ciento. Diabetes, más o menos un 15 por ciento. Y en el mundo, la enfermedad cardiovascular sigue siendo la primer causa de muerte. Este virus causa, en alrededor un 80 por ciento de los casos graves, neumonía, infiltraciones pulmonares, porque entra a través de los alvéolos. Es una neumonía diseminada, no la más frecuente que es la localizada. Es mucho más importante. Pero del 20 al 25 por ciento, la principal complicación que tienen es cardiovascular.

-Hasta ahora se decía que era un virus respiratorio.

-Claro. Pero se empezó a estudiar por qué se producían tantos infartos en estos pacientes. De los infectados que se complican, que van del uno al cinco por ciento según el país, alrededor del 25 por ciento es por problemas cardiovasculares, como te dije. De ellos, un 15 por ciento tiene arritmias y casi un 10 por ciento infartos. Llama mucho la atención. El 18 de marzo a la mañana tuvo lugar la primer conferencia de líderes mundiales de cardiología de la American College of Cardiology junto con la Asociación Cardiovascular de China sobre este problema. En esa reunión, que se hizo vía streaming, pudimos conocer resultados de las autopsias donde se verificó esto.

-¿Porqué se producen las complicaciones?

-A este virus se lo llama “coronavirus” porque tiene como unas “coronitas”, como espinas. Entra al cuerpo, según leímos, por los alvéolos pulmonares. Pero, ahora sabemos, también por el endotelio, la membrana que recubre las células cardiovasculares, las arterias y el corazón.

-Para ir por partes: antes ingresa por la boca, nariz y ojos.

-Si, principalmente por la vía respiratoria. Quienes tiene el cuadro leve es porque el virus quedó en las vías superiores, la garganta. Y produce como una gripe común. Los cuadros más graves son los que avanzan a los alvéolos pulmonares. Que por suerte no son tantos, aunque parecen muchos. Ése produce la neumonía. Y al mismo tiempo ingresa al sistema circulatorio, porque los vasos sanguíneos bañan todos los alveolos.

-¿Y por los ojos?

-Es buena la observación: cuando ingresa por los ojos, que es una mucosa también, va directo al endotelio sin pasar por el pulmón. No va a la vía respiratoria, se dirige a la sanguínea. No da ni siquiera la oportunidad de causar una gripe común y que quede en el tracto superior. Digamos que este virus no contagia por las orejas, ni por la piel. Por eso es muy importante el lavado de manos, sobre todo cuando se va al baño, porque entre 3,5 y 5 por ciento de quienes tienen COVID-19 tienen diarrea. Y esos a los mejor tampoco presentan síntomas gripales.

-¿Qué provoca en el sistema cardiovascular?

-Una inflamación de tal magnitud que causa coágulos, trombosis. Estos trombos son los que tapan las arterias coronarias y causan infartos. Una persona que tiene factores de riesgo cardiovasculares tradicionales -colesterol alto, diabetes, hipertensión, sedentarismo, obesidad, que fuma- puede tener un riesgo mayor a sufrir un infarto porque también va a formar un trombo de colesterol, probablemente. Pero acá, a una persona que está sana, este virus le forma un trombo en dos días. Y produce el mismo infarto. Pero éste tiene un problema. En el infarto de siempre, que va tapando las arterias progresivamente, cuando el médico te hace una prueba de fuerza y detecta una placa de ateroma en las arterias se puede hacer una angioplastia. Pero este trombo que provoca el COVID-19 se produce en arterias tan chiquititas, de microcirculación, que no se puede meter el catéter para hacer la angioplastia, no se pueden destapar.

-¿No se puede hacer nada?

-Lo que están tratando los médicos en los Estados Unidos y en China es probar la hipótesis de anticoagulación para disolver el trombo. Es el único tratamiento que hay. Por eso decimos que en este caso no sólo consulten al médico por un dolor de garganta o tos. Si tienen dolor de pecho o síntomas de ataque cardíaco también puede ser por COVID-19.

-¿Los anticoagulantes surtieron algún efecto?

-Se usaron corticoides, que no demostraron ser beneficiosos. Pero los anticoagulantes, en algunos pacientes, fueron beneficiosos. Aunque todavía no están los datos finales.

-Por un marcador, el DIMERO-D, un factor que se forma cuando un coágulo, que tiene fibrinas, se degrada. Nosotros sabemos que se incrementa cuando hay una trombosis. Si está presente en un valor mayor a un miligramo por mililitro, significa que la persona puede estar haciendo un trombo. Se dieron cuenta que en los pacientes internados por COVID-19 se incrementaba el DIMERO-D y estaban haciendo trombosis, que tiene dos localizaciones: las pequeñas arterias coronarias y el hígado. Por eso las fallas multisistémicas en los pacientes más graves: hígado, corazón, pulmón y luego el riñón.

-¿Por qué se dice que la hipertensión es un factor de riesgo en el caso del coronavirus?

-La mayoría de los infectados que requieren hospitalización por complicaciones tiene hipertensión arterial, dato aportado por China y por Italia. Esto debe ser interpretado con cautela. Puede explicarse simplemente como que acompaña a la edad de los italianos graves -tienen un promedio de edad de 73 años- por lo que sería la misma prevalencia de hipertensión a esa edad. Es decir, como si habláramos de la calvicie en hombres mayores de 70 años. O, como yo creo, porque la hipertensión en muchos se asocia a mayor inflamación sistémica crónica y esto sitúa al hipertenso en un escalón más alto en su estado inflamatorio, y el virus inicia su inmensa actividad inmunoinflamatoria con una persona más vulnerable desde el inicio. Es decir, el coronavirus nos daña por una “tormenta inflamatoria que trata de defendernos, pero que se vuelve en contra“ y lastima nuestro organismo. Por esto los hipertensos, más que nunca, deben mantener su presión en los valores recomendados, menor de 140/90, aunque mayor de 120/70 para asegurar una buena perfusión de corazón y cerebro.

-¿Qué sucede con los medicamentos que toman los cardíacos?

-En la revista Lancet, una de las más prestigiosas de medicina, hubo una carta de lectores de un profesional donde decía, correctamente, que el virus, para entrar a los alvéolos y al endotelio, utiliza una enzima, la ECA-2, que se incrementa cuando alguien toma los inhibidores para la hipertensión: el enalapril, losartán, valsartán… Esa enzima se eleva y es muy bueno, porque permite remodelar las arterias y reducir la ateroesclerosis. Pero, lamentablemente, es utilizada por el coronavirus para ingresar a alveolos y arterias. Este análisis fue hecho en animales, en ratas, no en personas. Así que no sabemos si va a entrar más virus por ésto o no. Entonces, suspender los medicamentos significa aumentar el riesgo de infarto. Sería un efecto boomerang. Toda la sociedad científica, en todo el mundo, mandó comunicados diciendo que ninguna de ellas recomendó suspender los medicamentos.

-¿Es cierto que en los pacientes que tienen grupo sanguíneo A la enfermedad es más grave?

-No, no está comprobado para nada. Lo que sucede es que van viendo estadísticas, y el grupo A es el que más predomina en la población. Es como decir que en la Argentina los que tienen el pelo castaño tienen un cuadro más grave que los pelirrojos. Es porque hay más.

-¿Los cardíacos tienen chances de salir de esos cuadros?

-Muchísimas personas que sufrieron un infarto como complicación salen adelante, sí. Y atención, quien tenga hipertensión no crea que es un enfermo cardíaco. Por ejemplo, la afección cardíaca que es motivo de licencia, por ahora, es la enfermedad valvular, coronaria o arritmia grave, no la hipertensión. Sí es riesgosa si se contrae el virus, pero no es inmunosupresora.

-¿Qué esperan los médicos que suceda acá en la Argentina?

-Desde la cardiología, que las complicaciones no sean todas las que dicen los medios internacionales, y poder tratar a los pacientes con más información que llegue desde los países que pasaron o están pasando esta pandemia, como hizo el presidente de la Sociedad China de Cardiología, para tratar todas las aristas de la enfermedad, no sólo las respiratorias. E ir teniendo las mayores evidencias en tiempos de crisis, cuando no se pueden esperar todos los estudios médicos que debiéramos hacer. Cuando la crisis llegue a la Argentina en las próximas semanas, vamos a tener que usar la evidencia científica de los demás.

-¿La cloroquina, el medicamento que se comenzó a probar, puede ser efectivo?

-Tenemos mucha esperanza que sea promisorio. Pero aún hay que demostrar su eficacia y que no tenga efectos peores de lo que va a curar. Se están haciendo estudios en individuos sanos y en animales. Son favorables, pero de aquí a poder aplicarlo masivamente faltan meses.

-Por ahora, lo mejor es el aislamiento y la higiene, entonces…

-Si. La higiene es el conocimiento: qué hacer cuando uno llega a su casa, con los zapatos, con la ropa, saber que no nos debemos tocar la cara, por ejemplo. El aislamiento es para mantener una distancia social y está bien, pero hay medidas importantísimas que no se toman como corresponde: uno vuelve a su casa con la bolsa del supermercado, y puede estar contaminada. Hay que dedicarse y concentrarse en hacer estas cosas bien.

 

Un estudio realizado en el epicentro del coronavirus advierte de nuevos síntomas

La diarrea, los vómitos y la pérdida de apetito podrían ser un aviso del virus.

Los problemas digestivos como la diarrea, los vómitos y la pérdida de apetito podrían ser un síntoma de coronavirus, según una investigación. El estudio realizado a 204 pacientes en Wuhan, punto de partida del brote de COVID-19, encontró que 99 pacientes (48,5%) fueron al hospital con problemas digestivos como su principal dolencia.

La mayoría de estas personas no tenían enfermedades digestivas subyacentes.

La pérdida de apetito (83%) y la diarrea (29%) eran los principales síntomas de los pacientes que presentaban problemas digestivos. Otros problemas digestivos notificados son los vómitos (0,8%) y el dolor abdominal (0,4%).

La mayoría de los pacientes también experimentaron problemas respiratorios –como una tos seca persistente o problemas para respirar (los síntomas más comunes del virus)– así como digestivos, pero siete pacientes del estudio mostraron solo síntomas digestivos.

El estudio, realizado por investigadores chinos, ha sido examinado por otros académicos y publicado esta semana en el American Journal of Gastroenterology.

Los investigadores estudiaron a 107 hombres y a 94 mujeres con una edad promedio de 55 años que dieron positivo en la prueba de COVID-19 entre el 18 de enero y el 28 de febrero. Noventa y nueve tenían síntomas digestivos y 92 de ellos también sufrían problemas respiratorios como resultado de la infección.

“De los 105 pacientes sin síntomas digestivos, 85 se presentaron solo con síntomas respiratorios, y 20 no tenían síntomas respiratorios ni digestivos como su principal queja”, detallaron los especialistas.

El estudio también encontró que los problemas digestivos empeoraron al aumentar la gravedad de la enfermedad. Los pacientes sin síntomas digestivos en este estudio tenían más probabilidades de curarse y ser dados de alta que los pacientes con síntomas digestivos, explicaron los científicos.

Alrededor de un tercio (34,3%) de los pacientes que sí experimentaron problemas digestivos fueron dados de alta para el 5 de marzo, cuando el estudio dejó de recabar datos. Esta cifra de tratamiento satisfactorio se eleva al 60% en el caso de las personas que no experimentaron síntomas digestivos.

«Encontramos que los síntomas digestivos son una queja común en los pacientes con COVID-19”, aseguraron los investigadores. «Comparados con los pacientes sin síntomas digestivos, aquellos que presentan síntomas digestivos tienen un tiempo más largo desde el inicio hasta el ingreso y un peor pronóstico”, advirtieron.

La doctora Brennan Spiegel, profesora de medicina y salud pública de la UCLA (Universidad de California en Los Ángeles) y coeditora del American Journal of Gastroenterology, donde se publicó el estudio, explicó: “En este estudio, los pacientes de COVID-19 con síntomas digestivos tienen un peor resultado clínico y un mayor riesgo de [muerte] en comparación con los que no tienen síntomas digestivos, haciendo hincapié en la importancia de incluir síntomas como la diarrea para sospechar de COVID-19 al principio del curso de la enfermedad antes de que se desarrollen los síntomas respiratorios”.

“Esto puede conducir a un diagnóstico más temprano de COVID-19, que puede conducir a un tratamiento más temprano y a una cuarentena más rápida para minimizar la transmisión de personas que de otra forma no estarían diagnosticadas”, agregó.

La razón exacta por la que el virus afecta al sistema digestivo sigue siendo desconocida, pero los académicos creen que podría ser similar a cómo el SARS daña el sistema: el virus se une a un receptor en las células humanas y puede desencadenar que el cuerpo produzca demasiadas células llamadas hepatocitos.

Esto puede conducir a una lesión del tejido hepático. También se cree que el SARS-CoV-2 daña directa o indirectamente el sistema digestivo a través de una respuesta inflamatoria que daña el sistema digestivo. Los investigadores advierten que se necesita más investigación para entender cómo el nuevo coronavirus afecta al cuerpo humano y que es necesario realizar estudios con muestras de mayor tamaño.

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