Bernarda es oriunda de la localidad de Larroque, dpto Gualeguaychú. Tiene 21 años y hace tres años que mantenía una relación con un joven, pero que, según su relato, desde octubre de 2018, comenzó a ser víctima de violencia de género.
“Esa noche me pegó por primera vez, pero al otro día hablamos y se excusó que estaba borracho, de que no lo había querido hacer”, contó Bernarda.
“Salíamos poco, no teníamos amigos, las redes sociales las teníamos controladas”, agregó. Y así siguieron hasta que poco después le volvió a pegar. Las agresiones físicas fueron transformándose en verbales, “me decía que estaba gorda, perdí peso, no podía comer, pasaba muchos nervios, no podía dormir y él se mostraba tan carismático con todo el mundo, tan buena persona que yo no me animaba a decir que en realidad él no era así, que no era lo que aparentaba”.
Cada vez que la golpeaba ella lo perdonaba, e incluso se convencía que lo merecía porque “lo hacía calentar y me decía que si quería que no me siguiera pegando que no le dijera las cosas que lo molestaban”.
Cuando su adolescente novio cumplió 18 años el año pasado, la fiesta se realizó en un campo en las afueras de Larroque. “Yo me quería ir porque no había un buen ambiente porque su familia creía que era yo la que lo maltrataba, la que no lo dejaba salir, y él hablaba mal de mí, decía que yo le pegaba y yo jamás lo toqué a él porque le tenía mucho miedo de lo que me podía hacer”.
“Ese día me encerró en una pieza y me dijo que no me iba a ir y me empezó a pegar. Se sentó arriba mío en la cama y me pegaba en la cara, y hasta me rompió el teléfono. En una entró la mama y le dijo que saliera porque estaba haciendo un papelón, porque todos pensaban que yo lo había llevado a la habitación, pero como estaba la luz apagada no me podía ver cómo estaba. Después entró una prima, prendió la luz y me vio con toda la cara rota y en vez de ayudarme me dijo que estaba cagando el cumpleaños y me sacó de las mechas a la calle delante de toda la gente, gritándome cosas el papá, la mamá la abuela. En vez de defenderme y ayudarme me echaron y las únicas que me ayudaron fueron las amigas de él que llamaron a mi mamá. Tenía mucha vergüenza”, relató la víctima en declaraciones a ElDía.
Hasta ese día las excusas que ponía Bernarda ante sus padres para justificar las marcas en su cuerpo eran pasadas por alto, pero lo sucedido en ese cumpleaños fue la gota que rebalsó el vaso. “Me dijeron ‘hasta acá te creíamos pero ya no te creemos más, o lo denuncias vos o lo denunciamos nosotros, yo le dije que lo denuncien ellos porque yo seguía estando con él, me había convencido de que estaba confundido ese día, que no podía explicarle lo que le había pasado, que iba a cambiar, que iba a conseguir trabajo y nos íbamos a ir juntos, y cuando mis padres fueron a denunciarlo le dijeron que si yo no iba no servía de nada”, narró la joven.
Confesó que pasó por una profunda depresión en donde le manifestó a su madre abiertamente las ganas de morirse y para su madre era difícil entender que lo que le decía su hija era verdad, Lo trataba de minimizar y de remediar con una psicóloga, pero la depresión seguía estando ahí. Mientras tanto él la convencía de un cambio, y si bien ella sabía en lo profundo que no era cierto, seguía a su lado. “Me había sacado las ganas de vivir, ya no me importaba si me mataba porque si me mataba me iba a hacer un favor”, agregó.
“Una vez salíamos de una joda y me pegó un puñete y me dejó el ojo hinchado y me dijo ‘vení conmigo que te voy a curar eso que te hice’. Me convence de que no dijera nada y estuve tres días con él sin volver a mi casa porque no quería que mis padres vieran. Nos fuimos a un campo en las afueras de Larroque, pasaron los días y en mi casa me preguntaban por qué no volvía. Cuando teníamos que volver me dice ‘vamos a decir que te pegaste con un palo, pero como no era creíble agarró un pedazo de leña y me empezó a pasar la leña por el ojo para que pareciera que me había chocado una rama. Accedí porque yo quería salvarlo. Se me había metido tanto en la cabeza que mi único propósito era cubrirlo. Lo único que pensaba era en una excusa. Me agarró con la leña y me la empieza a pasar; y yo le pedía que parara porque me dolía y me dice que tenía que pasar más fuerte porque no se notaba bien el raspón, y me siguió raspando hasta dejarme el ojo como se ve en la foto. Cuando vuelvo a mi casa y digo que me había chocado un palo obviamente no me creyeron. Me querían llevar a la fuerza a hacer la denuncia y yo les dije que no. Estaba convencida en defenderlo”.
Contó que a partir de ese momento su vida se vino abajo, “mi familia era otra cosa, ahora me trataban como una enferma, no podía denunciarlo ni abrir los ojos, sentía que la gente me tenía lástima porque a pesar de todo lo seguía defendiendo y él seguía su vida como si nada”. Pero eso cambió el pasado fin de semana, cuando finalmente decidió poner un punto final y dejar todo en manos de la Justicia.
El viernes por la noche Bernarda tenía una fiesta y su novio no quería que ella fuera. Ninguno pisaba la casa del otro por lo cual los encuentros eran en la vía pública. Esa noche él volvió a golpearla y “le dije, andáte porque te van a denunciar mis padres, pero cuando él se va y me miré en el espejo, con el ojo cortado de nuevo, pensé que no podía volver a pensar en una excusa, con la cara hinchada, llamé una amiga para que viniera porque necesitaba ir a denunciarlo porque ya no me podía ver en esa situación”.
“No sabía por dónde empezar para dejar de estar sin él. Pensaba ‘ojala se termine o me levante muerta”, dijo Bernarda sobre todo lo que sufrió a lo largo de su relación y ahora decidió hacer pública su historia una vez que pudo dejar Larroque, para que “nadie más pase por eso y él tenga lo que se merece”. Actualmente, tras la denuncia realizada en la madrugada del sábado, la causa está en poder de la fiscal Carolina Costa. (ElDía)