La búsqueda en un arroyo del campo de Crucecitas Séptima de los seis desaparecidos no arrojó ningún indicio, y se buscan otras pistas.
Si bien eran moderadas las expectativas en las excavaciones realizadas en el campo de Crucecitas Séptima para buscar restos de la familia Gill, desaparecida hace 17 años, el resultado negativo de las mismas implica volver a cero para pensar nuevas hipótesis o revisar otras que quedaron al margen. Familiares de las seis personas desaparecidas (el matrimonio y sus cuatro hijos) intentan constituirse como querellantes en la causa, aunque deben sortear trámites burocráticos. Carina, sobrina de Rubén Mencho Gill, contó a UNO que la familia está agotada, que ya no saben a quién recurrir, pero no bajarán los brazos, e insiste en lo que sostienen hace mucho tiempo: “Soy una convencida de que alguien debe saber algo, el tema es por qué no hablan. El crimen perfecto no existe”.
El 13 de febrero de 2002 fue la última vez que vieron con vida a Mencho, de 55 años, su esposa Norma Gallegos, de 26, y sus hijos María Ofelia de 12, Osvaldo José de 9, Sofía Margarita de 6 y Carlos Daniel de 2. El dueño del campo donde vivían y trabajaban, Alfonso Goette, siempre estuvo en la mira de la investigación como posible responsable, pero nunca se halló una prueba en su contra. Esto, en el marco de una investigación judicial y policial deficiente al inicio de la causa. Cuando Goette murió, hace tres años, en un accidente de tránsito, apareció un testigo quien dijo que, previo a las desapariciones, Mencho le contó que el patrón le ordenó hacer pozos, uno de ellos en un arroyo seco que cruzaba el establecimiento.
Ante la sospecha de que los mataron y los enterraron en ese lugar, allí fueron las excavaciones que comenzaron durante una semana en febrero de 2018, y se retomaron esta semana, junto al Equipo Argentino de Antropología Forense. El resultado fue negativo.
La familia de los Gill, en Paraná, se enteró por los medios de las tareas realizadas en estos días. En estas semanas han estado intentando constituirse como querellantes en la causa, pero les piden constancia del vínculo a los hermanos de Mencho, y se complica conseguir su partida de nacimiento. Hasta en esto se les ha complicado y el tiempo les juega en contra. “Mi tío Otto hace nueve años que falleció, entonces hace nueve años que no hay querellante de parte de mi familia, no sé dónde quedó estancada la causa”, dijo Carina.
“En las excavaciones anteriores estuvimos hablando con el juez (Gustavo Acosta) y nos dejó conformes, en su medida. Uno como familia no está conforme con lo que te dicen porque no aparece la familia”, sostuvo.
Ella está como sostén de su madre y tíos, quienes envejecen sin saber dónde están o qué les pasó a su hermano, cuñada y sobrinos: “Pasan los años y se hace muy difícil para una ser el pilar de los hermanos, como hija y sobrina se hace una carga muy pesada, mis tíos, mi mamá, son grandes, hace poco mi tío cumplió 75 años, como toda persona mayor tiene sus achaques y lamentablemente les va a pasar lo mismo que a mi tío Otto, se va a morir sin saber qué le pasó a su hermano. Yo los veo con esa mirada de dudas, como pasaba con mi tío Otto, en su mente está eso, es muy complicado”, expresó Carina.
El juez Acosta, tras la finalización de las tareas de búsqueda en el campo, afirmó que la causa no se cierra: “El Equipo de Antropología Forense seguirá trabajando con nosotros y en ese sentido vamos a continuar el desarrollo del expediente, entrevistando gente como se venía haciendo y buscando información o datos que nos puedan servir para orientar la causa”, dijo a Radio de la Plaza.
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