Con la nueva declaración que brindó ayer al fiscal Sergio Rondoni Caffa, la defensa de Nahir Galarza denota la falta de un horizonte. Después de intentar derribar el vínculo y presentarla como una víctima de violencia de género, ahora busca una condena por homicidio culposo. Indicó que los disparos se ejecutaron accidentalmente en una acción para nada clara.
Se escribió un nuevo capítulo en el caso que hasta el momento tiene más ribetes mediáticos que judiciales. Nahir Galarza volvió a los Tribunales de Gualeguaychú para ampliar su declaración de imputado y modificar algunas de las cuestiones que manifestó el día que se responsabilizó del crimen de Fernando Pastorizzo.
La acusada no respondió preguntas y relató minuciosamente cada uno de los pasos que dio. Contó que ella fue a la casa de él a buscar un cargador de celular y de allí regresaron en moto a la vivienda de los Galarza en Costanera. Dijo que Fernando estaba alterado y le decía cosas para manipularla, “sabía qué palabras decirme para que a mí me duela, hacía lo que quería conmigo”.
Un Fernando “descontrolado”
Dentro de la casa, “él agarró el arma de mi papá que estaba en la heladera, y ahí empezó a joder, a moverlo para todos lados, ‘mirá qué fierro el de tu viejo’”. Después de ello mantuvieron relaciones en la habitación de Nahir y se originó una discusión por celos.
Las idas y vueltas en los estados de ánimo de la pareja cambiaban con cada segundo. Siempre siguiendo el relato de la joven, a cada momento se originaba una pelea y una reconciliación y nuevamente otra pelea. En medio de esas discusiones, Fernando supuestamente le recriminaba una relación con un tal Rafael: “Me agarró del pelo, me sacó de la habitación y me empezó a decir que yo me iba a ir con él. Cuando pasamos por la cocina, él agarró el arma de nuevo y me apuntó en la panza y me dijo que yo era de él”.
Todo esto sucedió en la casa de los Galarza, mientras sus dos padres miembros de la Policía dormían sin escuchar nada y mucho menos inmiscuirse en la supuesta violencia que sufría su hija en pared de por medio. Cuando abandonaban la vivienda, Fernando la tiró “por la escalera de los pelos y cuando llegamos al patio me abrazó como si nada y me dijo que si yo quería que él se calmara que hiciera lo que pedía. Se guardó el arma en el pantalón y me hizo esperar adentro de mi casa hasta que sacó la moto”.
La pareja siguió discutiendo arriba de la moto. Transitaron por Costanera, mientras él le seguía recriminando por otras relaciones a ella. La discusión se hacía cada vez más fuerte, a tal punto que Nahir habría intentado arrojarse de la moto, pero Fernando aceleró y se lo impidió. “Le quise sacar el arma, pero él la tenía sostenida con una mano. Le pedí que me llevara a la casa de mi abuela, y le digo mañana hablamos tranquilos, devolvéme la pistola de mi papá, pero no me contestó nada y agarró para la casa de mi abuela”.
Cronología de un crimen
Siguiendo con el monólogo que Nahir Galarza esbozó al Fiscal, “cuando llegamos a la casa de mi abuela iba tan rápido que cuando dobló perdió el control de la moto y él agarra la moto con las dos manos; casi nos caímos y cuando me agarro de él le saqué la pistola. Ni siquiera miré cómo la agarré y en ese momento que frena de golpe yo sentí la primera explosión y ahí nos caímos los dos de costado. Me alcanzo a parar y como no entendía nada empecé a temblar. Me quedo sorda, quedé como boba, y fue todo rápido. Me agacho para mirarlo y ahí es donde sale la segunda explosión que me sorprendió, me quedé sorda de nuevo y ahí reaccioné y tiré el arma al piso, no sabía qué hacer, estaba nerviosa, estaba temblando y no sabía qué había pasado. Lo primero que se me cruzó a la mente fue que el arma era de mi papá y que le iban a echar la culpa a él, y entonces agarro el arma y me fui a mi casa caminando”.
Si se toma este relato como algo fidedigno, a Nahir Galarza nunca le importó Fernando. Lo dejó tirado. Nunca lo miró. Ni siquiera supo si el joven estaba muerto. “Cuando llegué estaban todos durmiendo, dejé el arma donde estaba y me fui a acostar. Tenía nervios y no sabía si lo había matado, no sabía lo que le pasó. Después se levanta mi papá, porque vi que estaba preparando el bolso, no hablamos, me dormí media hora hasta que me llamó la mamá de Fernando y me preguntó si yo había estado con él y le dije que sí, y ahí me enteré que él había fallecido”, declaró.
Una chica organizada
Antes de cerrar quiso aclarar que ella tenía “su vida organizada”, porque el día anterior al crimen había salido de compras junto a su madre para los festejos de año nuevo, la primera semana del 2018 se iba de vacaciones con sus amigas y luego con su familia. “No quería que pasara eso, fue un accidente, no supe qué hacer, me pudieron los nervios y que nunca en mi vida se me cruzó en la cabeza que podía matar a una persona, ni siquiera por todo el maltrato que me hizo”.
Por último mencionó que en la declaración anterior se responsabilizó del hecho porque “no quería que lo culpen a mi papá. Ahora estuve más tranquila, pude reconstruir lo que me pasó y ahora tengo la culpa de por qué agarré el arma o por qué no la tiré”. (El Día)