El fiscal Martín Gil avanza en la investigación para esclarecer el crimen de Susana Villarruel. El viernes comenzaron las pericias psiquiátricas al único imputado, Ramón De La Cruz Ortiz. Mientras, se aguardan los informes de la autopsia.
Ramón De La Cruz Ortiz es el único hombre detenido por el homicidio triplemente calificado de su ex mujer, Susana Villarruel, de 38 años, que murió a causa de un shock hipovolémico por las heridas de arma blanca en la zona del cuello y de la mama derecha.
El médico Simón Ghiglione, que cumple funciones en el Juzgado de Menores de Gualeguaychú, comenzó a practicarle la pericia psiquiátrica el pasado viernes y el martes continuará con este examen que es de rigor en este tipo de hechos para legitimar si al momento del crimen estaba consciente de sus propios actos.
Por otra parte, esta semana llegará a manos del Fiscal el informe final de la autopsia y posiblemente los resultados de las pericias que la Dirección de Inteligencia Criminal de la Policía de Entre Ríos realizó sobre los teléfonos celulares secuestrados y lo analizado en la sección de Química Forense y Toxicología sobre la ropa incautada. Todos estos informes serán de vital importancia al momento en que sean exhibidos como pruebas en el juicio oral que se realizará en Gualeguaychú.
El cuerpo de la víctima fue hallado el miércoles 12 de julio, abandonado en la zona del arroyo El Cura. Lo encontraron durante uno de los rastrillajes que el fiscal Gil había dispuesto luego de la denuncia por desaparición que había realizado el propio De La Cruz Ortiz.
El fiscal nunca creyó demasiado la versión que había dado la ex pareja de Susana Villarruel. Había declarado que la había visto por última vez el lunes en las primeras horas de la mañana. Había ido hasta su domicilio en el barrio Totó Irigoyen a llevarle un dinero para la mantención del hijo en común y luego la acompañó hasta la parada del colectivo, mientras que él se tomó un remis en dirección al centro.
Esto no conformó al Fiscal, que le preguntó por qué no la llevó con él en el remis si tan buena relación de ex pareja tenían. Esta y otras respuestas no convencieron al investigador, que ordenó la detención de Ramón De La Cruz Ortiz antes de que se iniciaran los rastrillajes en busca de la mujer desaparecida.
En el informe preliminar de la autopsia, se confirmó que la víctima murió desangrada tras recibir ocho cortes o más. Las puñaladas más agresivas se dieron en la zona lateral derecha del cuello; la segunda en la región media; la tercera herida se constató en la mama derecha y dos cortes frontales se registraron a la altura de la sien.
Fue imputado de homicidio triplemente calificado por el vínculo, por alevosía y por femicidio, y se le dictó un a prisión preventiva de 30 días que actualmente la cumple en la Jefatura Departamental.
Luego de conocido el femicidio de Susana Villarruel y de la imputación a su ex pareja, Ramón De La Cruz Ortiz, la madre del acusado, Beatriz Espíndola, se animó a hablar de lo que había sido víctima a principios de año, responsabilizando a su propio hijo del hecho.
Hasta la madre lo denunció
El caso sucedió el 18 de enero por la noche en un domicilio de avenida Del Valle y Montevideo. La pareja de Espíndola llegó a su casa luego de un día de trabajo en una planta del Parque Industrial de Gualeguaychú, con la incertidumbre de qué había pasado con su mujer, con la que había dejado de tener contacto telefónico a las 17. Preocupado por esto, solicitó en el trabajo salir una hora antes y cuando llegó encontró a Espíndola tendida en el suelo, en medio de un charco de sangre.
Inmediatamente se comunicó con el Hospital Centenario para que su esposa fuera trasladada en la ambulancia y le informó a su cuñada el estado de salud en el que se encontraba la hermana. La ambulancia trasladó a la víctima y a su hermana al nosocomio, mientras que el hombre se quedó en el lugar y fue recién en ese momento en que constató la faltante de dos televisores, una tablet y unos 3000 pesos.
Espíndola quedó alojada en la Terapia Intensiva, inconsciente. El médico constató hundimiento de cráneo y debido a la gravedad de la situación, se decidió su traslado a una clínica de mayor complejidad en Concepción del Uruguay, donde permaneció poco menos de una semana en coma farmacológico.
Afortunadamente logró recuperarse, pero cuando declaró ante el fiscal Martín Gil dijo no recordar nada. Lo curioso de todo esto es que Espíndola fue atacada por la espalda y tras golpearla fuertemente en la cabeza con un fierro, los delincuentes le colocaron un almohadón en la cabeza y le prendieron un ventilador a su lado.
Todo era muy raro, pero nadie abrió la boca. Fue recién después de la muerte de Susana Villarruel que la madre del principal sospechoso del femicidio habló y señaló a su hijo de lo que ella había sido víctima y que por muy poco no le costó su vida.
Dio detalles de cómo De La Cruz Ortiz entró a su casa y de la forma en que fue agredida. Denunció que su hijo le había pedido dinero días antes, pero ella se había negado. Ese 18 de enero llegó acompañado de otro hombre y cargando unas herramientas para «arreglar algo». Le pidió gaseosa de la heladera y cuando ella se dio vuelta, le pegó con un fierro en la cabeza. Todo esto se lo dijo con lujos y detalles al Fiscal Martín Gil luego del crimen de Villarruel. Antes, y por ser su madre, no lo quiso denunciar.
Trató de desviar la investigación
Cuatro días después de lo sufrido por Beatriz Espíndola, Antonio Morales, un hombre de 63 años, recibió un fuerte golpe en la cabeza mientras estaba en su casa del barrio Totó Irigoyen. Por ese hecho hay dos sospechosos, pero con la aparición de Ramón De La Cruz Ortiz la investigación tomó impulso.
Fueron los vecinos de Antonio Morales los que lo encontraron tirado en el piso de su casa. Era domingo por la mañana cuando vieron la puerta entreabierta y apenas ingresaron lo hallaron desmayado, en un charco de sangre, y con un fuerte golpe en la cabeza.
La víctima fue trasladado inmediatamente al Hospital Centenario y de allí derivado a una clínica en Concepción del Uruguay debido a que presentaba un edema cerebral. Permaneció en coma inducido hasta que poco a poco recuperó su lucidez y regresó a Gualeguaychú para continuar con su recuperación.
En la casa no había signos de violencia. La puerta no estaba violentada y en el interior no había desorden, y además se halló el teléfono celular del hombre. Por este hecho hay dos jóvenes, de 23 y 30 años, que fueron señalados por el propio De La Cruz Ortiz que salió como testigo, de haber sido quienes golpearon al hombre con el contrafilo de un hacha. Ambos fueron indagados y se les extrajo sangre para una prueba de ADN que todavía se está a la espera de los resultados. (El Día)