La voz contagia emociones en tiempos de crisis y la radio sirve como refugio para los más mayores.

En el discurso del Día Mundial de la Radio del año 2016, Ban Ki-Moon, el secretario general de la ONU, constató una idea que, si miramos con detalle nuestra historia más reciente, es inapelable: “La radio puede ser un salvavidas en tiempos de crisis y emergencia. En sociedades devastadas, azotadas por la catástrofe o que necesitan noticias desesperadamente, la gente encuentra en la radio la información que salva vidas. (…) La radio puede ser útil en operaciones de respuesta de emergencia y ayudar a la reconstrucción”, afirmaba Ki-Moon en unas palabras que hoy, inmersos en la psicosis de la Covid-19, se vuelven más necesarias que nunca.

En un artículo del año 2017, el profesor José María Legorburu apuntaba algo similar tras comprobar el papel fundamental que jugaba la radio en catástrofes naturales como las acaecidas con el huracán Irma en Cuba, el huracán María en Puerto Rico o el terremoto de México. En aquellas crisis este medio de comunicación daba voz a los momentos de angustia. O mejor aún, la voz se convertía en asilo, en refugio. En tiempos de incertidumbre absoluta la radio ofrece foco y contexto, acompaña sin molestar, consuela, ayuda, tranquiliza, divierte, alivia.

 

La radio en otras fechas críticas

“Busquemos formas de que la radio haga más aún por ayudar a las personas en situaciones de emergencia”, decía Ki-Moon en 2016. Pero, ¿cómo exactamente? Todas las radios han ofrecido este fin de semana improvisando una programación especial de enorme creatividad en la que las principales voces siguen acompañando a sus oyentes justo ahora, cuando más los necesitan. Especialmente a los oyentes más mayores, aquellos para los que la radio es, a veces, su única compañía. Ellos saben mejor que nadie el poder de la radio porque esta les acompañó, les entretuvo, hizo volar su imaginación en la posguerra española.

En este período de posguerra y hasta la llegada de la televisión, la radio dramática o expresiva gozó en nuestro país de gran éxito. La producción iba desde concursos musicales, pasando por seriales, zarzuelas, radioteatros, cuentos infantiles… Los actores de radio se convirtieron en los ídolos y en miembros esenciales de unas familias que, durante unas horas, olvidaban su miseria y el miedo en el que estaba instalado el país. No es de extrañar, por tanto, que los más mayores, los más vulnerables en esta crisis del Covid-19, sean los que más necesiten a la radio. Pero este aislamiento supondrá también una oportunidad extraordinaria para que los más jóvenes sepan que ningún otro medio acompaña y transmite como la radio. Se acercarán a ella por primera vez si están con alguno de sus mayores y ya no la soltarán.

La voz contagia emociones. También lo saben aquellos miembros de una generación que vivió la famosa ‘noche de los transistores’, la madrugada del 23 al 24 de febrero de 1981, en la que muchos vivieron pegados a su radio gracias a la habilidad de Mariano Revilla, un joven técnico de sonido de la Cadena SER por aquel entonces, que dejó abierta con toda la intención la señal de audio del hemiciclo e hizo historia. Nuestra historia. Esta que ahora rezuma incertidumbre y miedo, pero también bondad. La radio, es decir, la vida, nos revela como lo que verdaderamente somos. No hay trampa ni disfraz.

Lo cierto es que la radio ya fue esencial para otros grandes conflictos. La mayoría de ellos bélicos. Lo cuenta bien Slobodan (Boban) Minic, periodista y exdirector de los programas de cultura y ocio de Radio Sarajevo en su libro Bienvenido a Sarajevo, hermano. Allí relata de qué modo combatió en Sarajevo, durante casi mil días de asedio, con sus dos mejores armas: la palabra y el micrófono que amplifica su voz por todo el país. Otra historia similar es la que protagonizó Adrian Cronauer, el locutor de radio que inspiró el personaje interpretado por Robin Williams en la película Good morning, Vietnam (1987). Cronauer formaba parte de las Fuerzas Aéreas en 1965 cuando fue enviado a Saigón para ejercer como director de noticias en la Radio de las Fuerzas Armadas. Una vez allí, el puesto de locutor del programa de la mañana quedó vacante y él aceptó ponerse detrás del micrófono. Fue allí donde acuñó el famoso saludo que acompañó a toda una generación: Buenos días, Vietnam.

A ese poder de evocación y transmisión que la radio administra corresponde también una enorme responsabilidad, pues, como estamos viviendo en estos días de absoluta incertidumbre, todo puede volverse en contra en cuestión de horas. Se trata de la asombrosa facilidad con la que todo se rompe cuando menos lo esperamos. En este sentido y casi como reverso funesto de Minic y Cronauer se encuentra Valerie Bemeriki, una de las presentadoras de la radio que incitó al odio en el genocidio de Ruanda. Bemeriki interrumpía los espacios de música de la Radio Televisión Libre de las Mil Colinas para listar —con nombres, apellidos y direcciones— a los tutsis que debían ser masacrados. Un día fue a felicitar a un grupo de jóvenes por haber asesinado a una familia entera. La emisora ganó una considerable cuota de audiencia promoviendo el odio racial y el exterminio. La radio, entonces, se desveló como transmisora eficaz de las mejores y las peores intenciones.

 

Los ‘podcasts’ del Coronavirus

No son pocos los que estos días recuerdan ciertas ficciones en las que resuena lo que ahora vivimos. Y no hablo únicamente de series de televisión como Years and years o The Walking Dead. También de alguna series de ficción sonora que el formato podcast ha recuperado y que ensayaron esta suerte de parón global: El gran apagón —un mundo que vuelve a una economía casi medieval tras un apagón eléctrico global—; Guerra 3 —el desencadenamiento de una nueva guerra global— o Informe Z —un virus que se propaga a través de un perro infectado— son solo algunos ejemplos.

Y aunque la preeminencia de la radio es absoluta en tiempos de crisis, en este inicio de 2020 los podcasts están siendo también un lugar extraordinario para ofrecer miradas reflexivas con enfoques diversos. La plataforma Acast ha informado que actualmente hay más de 650 episodios de podcasts en su plataforma sobre el Coronavirus que han sido descargados más de 16 millones de veces. Google Trends también constata este incremento: a partir del 12 de marzo de 2020 hubo más de 22.000 episodios con la palabra «coronavirus» en su título o descripción. Todo esto tiene mucho sentido, ya que en tiempos de incertidumbre, crece el deseo de información creíble, oportuna y directa.

Algunos de esos podcasts destacados son Coronavirus: Fact vs Fiction de la CNN, en el que el corresponsal médico jefe, el Dr. Sanjay Gupta, habla con los proveedores de atención médica en primera línea en New Rochelle, un suburbio de Nueva York, donde un gran grupo de casos ha llevado al gobernador Andrew Cuomo a establecer una zona de contención y desplegar la Guardia Nacional. Otro show importante es Coronavirus Daily Briefing (Art19) que en solo 15 minutos actualiza la información diariamente.

Otro de los episodios más escuchados es el especial de The Daily de The New York Times que analiza por qué Estados Unidos no estaba preparado para la Covid-19. La BBC también ha lanzado su especial The Coronavirus Podcast presentado por los mayores expertos de Reino Unido. El pasado 2 de marzo la productora Three Uncanny Four lanzó Viral: Coronavirus, un show que se presenta así: “El mundo está entrando en modo de pánico. Covid-19 se ha extendido a más de 50 países, incluido Estados Unidos. Los mercados financieros se tambalean. Los gobiernos están luchando. Y cada uno de nosotros está tratando de descubrir qué hacer y cuán asustado está. Este show lo guiará a través de todo lo que necesita saber sobre el coronavirus, sin la exageración y la histeria. Solo informes de hechos basados en las fuentes más autorizadas”. También son muy valiosas las playlists que están haciendo desde Radio Ambulante con episodios escogidos para la ocasión: desde 10 episodios para escuchar en casa con niños, hasta 7 historias que pudieron terminar mal pero tienen final feliz y que sirven como inspiración en estos días de crisis.

En nuestro país hay también varias propuestas: desde el impecable podcast de Aimar Bretos y Víctor Olazábal en la Cadena SER en el que se dan respuestas científicas a preguntas cotidianas, pasando por los dos episodios especiales de Lo qué tú digas, el podcast de Álex Fidalgo en el que entrevista a los expertos como Adolfo García-Sastre (catedrático de Medicina y Microbiología y director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes del Hospital Monte Sinaí, en Nueva York) o Juan Ayllón (virólogo y director del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Burgos), hasta el trabajo de Alfredo Arense, periodista y profesor en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid que ha lanzado 15 días. Coronavirus, un podcast con principio y fin: 15 días, 15 historias, en 15 minutos.

De entre todas las propuesta, quizás la más hermosa sea la idea lanzada por el escritor Alessandro Baricco y producida por Holden Studios. La propuesta es reunirse, día tras días, alrededor de un libro. El podcast se llama Fiesta Immobile y en cada episodio, un escritor o una escritora leeré las páginas que más ama. “Es una manera de abrir ventanas en nuestro aislamiento”, ha dicho Baricco. Hay cuatro episodios ya disponibles: en el primero Baricco lee un fragmento de Papeles póstumos del Club Pickwick de Dickens, en el segundo Carlo Lucarelli lee La Lussuria de Scerbanenco, en el tercero Giancarlo De Cataldo lee Il principe Verdeprato de Basile y en el último Chiara Gamberale lee Peter Pan de J. M. Barrie.

En cualquier caso, conviene revisar esa afirmación que estos días se está dando por válida, según la cual, al tener más tiempo libre vamos a consumir más podcasts. No necesariamente, si tenemos en cuenta que mucho de ese consumo —sobre todo en Estados Unidos— se realiza en desplazamientos, transportes, gimnasios, paseos… Tom Webster, vicepresidente de Edison Research afirma: «Como hemos visto con otros desastres y eventos mundiales importantes, los patrones de los medios se interrumpen de maneras impredecibles. (…) No digo que todos los podcasts se caigan, pero algunos sí. ¿Te encantan los podcasts de la NBA? No hay ningún juego. ¿Adicto a la política? Las primarias están canceladas». De modo que volveremos también a una sociedad más propia del siglo XX en el que la radio tiene preeminencia. Eso sí, ahora la escucharemos por smart speakers, a través de la TDT o en streaming por web o app.

 

La radio que salva

Finalmente, hay algo extraordinario en la palabra hablada que se hace ahora más imprescindible que nunca: su posibilidad de comunicar no solo información o ideas, sino también emociones. Se trata de esa función persuasiva que tan bien comprendió Francisco Umbral y que dejó escrito en este mismo periódico hace 40 años, en una España inmersa en otra era de la incertidumbre, en una columna titulada Viva la radio: «Hoy, si hay democracia en España, está en el aire, no solo por el riesgo, el clima y el subconsciente colectivo, sino también por la realidad continua, fugaz, parlanchina y testimonial de la radio. Viva la radio». También hoy la radio nos salvará.

El País

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