Se trata de cuatro menores que destruyeron el monumento que recuerda a Ana María Michel, y cuya imagen se relaciona a la hechura del pan ruso, que los primeros habitantes de la zona, cocinaban en sus casas.

En la madrugada de este domingo 16, mientras personal policial de Aldea San Antonio (departamento Gualeguaychú), patrullaba la localidad, recibieron un llamado denunciando que jovencitos estaban en la Plaza San Martín, destrozando el monumento a la OMA.

Se trata del monumento ubicado en la plaza principal de la ciudad, y que recuerda a Ana María Michel, apodada «La Oma», cuya imagen se relaciona a la hechura en hornos tradicionales, del pan ruso o kalach, que los primeros habitantes de la zona, cocinaban en sus casas.

Los vándalos, ante la llegada del móvil policial, se dieron a la fuga, aunque con los datos que tenían lograron localizarlos. Resultaron ser cuatro menores, dos de 14 y dos de 15 años de edad, domiciliados en la mencionada localidad, indicó CristalUrdi.

Los menores fueron detenidos y trasladados a la dependencia policial, previo examen médico, para ser entregados a sus progenitores, de acuerdo a las directivas del Fiscal Auxiliar en turno Dr. Facundo Álvarez.

 

La Oma y su monumento

En la plaza San Martín de Aldea San Antonio se destaca la escultura de una mujer introduciendo un bollo de pan en el hueco de una barranca. Su historia simboliza un momento clave en el asentamiento de los alemanes del Volga en Entre Ríos y el trabajo y dedicación de las abuelas inmigrantes.

El monumento está emplazado en una de las cuatro esquinas, sobre una elevación no muy pronunciada, de modo es que llegar a él y observar en detalle su realización no resulta dificultoso.

Comprende el fragmento de una barranca con un orificio por donde una mujer, en apariencia añosa, se propone introducir un bollo de pan.

Cada familia amasaba el pan en su casa, luego en las barrancas se hacían excavaciones profundas en las que se hacía fuego; cuando el improvisado horno estaba caliente, se colocaban los panes que se cocían a calor lento y resultaban muy sabrosos. Generalmente cada familia hacía el pan para una semana, eran panes grandes en los que a veces empleaban hasta tres kilos de harina para cada uno.

La relación de Ana María Michel, viuda de Jacobo Kindsvater, con la hechura del pan ruso o kalach le valió el apodo de «La Oma», como se la conoce en la actualidad y tal como la perpetúa el monumento en la plaza principal de la aldea.

El llamado monumento «A la Oma«, simboliza el tesón y el espíritu laborioso de estos inmigrantes que enaltecieron a la Argentina que los recibió.

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