Cecilia Azzolina acaba de publicar «Todas las cárceles» a través de Editorial Bärenhaus, que ya puede conseguirse en las librerías de Paraná.

Cecilia Azzolina nació en Paraná en 1992. En 2012 se trasladó a Capital Federal, donde luego inició la carrera de Profesorado de Artes en Teatro en la Universidad Nacional de las Artes. Como actriz, se desempeñó en varias obras teatrales y publicidades. También realiza guiones cinematográficos como actividad complementaria.

Pero ahora comenzó a explorar otra veta creativa: la literatura. Todas las cárceles (Editorial Bärenhaus) es su primera novela, y ya puede conseguirse en prácticamente todas las librerías de Paraná.

En esta novela breve, pero intensa, Azzolina le da vida a un personaje que se sumerge en lo más profundo de su ser para sanar las heridas, intentar recuperar el amor propio y, sobre todo, para rescatar su verdadera identidad.

Esta joven actriz, guionista y escritora se crió en la zona del Thompson y luego en calle Racedo. Vecina del centro cultural Juan L. Ortiz, fue en ese espacio donde a los 11 años descubrió su afinidad por la actuación: “En una visita a una exposición de cuadros, vi a un grupo de chicos en una clase de teatro y desde ese día no paré de pensar que quería ir a las clases”, recordó, en diálogo con Escenario.

“El día que empecé las clases de teatro me encontré con algo movilizante que me atrapó desde el primer momento. Durante algunos años dejé de ir a las clases, ya que era bastante tímida y no me sentía cómoda, así que empecé gimnasia artística. Después retomé en la Alianza Francesa junto a Rubén Clavenzani como profesor, el último año que viví en Paraná. A los 16 años empecé a ahorrar con la idea de ir a vivir a Buenos Aires para estudiar actuación, mientras encontraba trabajo. Sabía que quería ir a una escuela que me formara como quería y que tuviera mucha disciplina, que fuera exigente. Rubén, muy presente, se encargó personalmente de recomendarme los mejores lugares para el tipo de formación que yo quería tener. Ni bien terminé la escuela me mudé a Capital, donde conviví mucho tiempo con mi hermana Priscila, con quien tengo muy buen vínculo. Empecé las clases de actuación en El Duende, un lugar muy reconocido dentro del circuito teatral y terminé lo que es la carrera de Actuación cuatro años después”, detalló.

Con el paso del tiempo se fue perfeccionando y tomó clases de entrenamiento actoral con Lizardo Laphitz, quien se convirtió en una referencia para ella y con quien tuvo el placer de trabajar más tarde. Pero su amor por el teatro seguía creciendo; comenzó a actuar en obras mientras trabajaba para subsistir y emprendía en la Universidad Nacional de las Artes la carrera del Profesorado de Artes en Teatro.

—Sos guionista, ¿me contarías un poco de esa faceta?

—El empezar a escribir guiones se dio como una propuesta de mi pareja, él es director de cine, y hablando de cine surgió la idea de hacer un guión y trabajar juntos. Soy muy curiosa y todo el tiempo estoy buscando la manera de hacer algo relacionado con el arte, y el hacer un guión me interesó mucho desde el principio, porque lo vi como un desafío y algo nuevo que estaba segura que iba a gustarme. Así fue que empezamos todo el proceso para entender de qué se trataba y a familiarizarnos con el formato, que era nuevo para nosotros. Nos tomó alrededor de un año terminar el guión. Fue un proceso muy arduo y comprometido, y sobre todo un continuo aprendizaje ya que empezamos desde cero. Los diálogos, la composición de los personajes, la estructura y por supuesto la historia en sí fueron pensadas en detalle para lograr una película argentina muy completa. Así que ya estamos pensando en escribir otras cosas para generar a futuro. Hoy en día el guión está siendo evaluado por varias productoras. Estoy bastante movilizada y expectante de cómo se da todo en los próximos meses.

—¿Qué te llevó a explorar la literatura y la novela?

—El amor por la literatura empezó con los libros. Empecé leyendo cuando era chica libros de autores que me fascinaron, como Edgar Allan Poe y Horacio Quiroga, que estaban en la biblioteca de casa. Cuando tenía 7 u 8 años en casa de mis abuelos maternos había una máquina de escribir vieja que me llamó mucho la atención. Empecé a escribir a escondidas, escribía sentimientos, anécdotas, cosas sin forma pero que para mí eran muy significativas. Después, sin darme cuenta, todo el tiempo estaba buscando espacios para expresarme y paliar esa energía contenida que tenía al ser tan introvertida y se convirtió en una necesidad. Empecé a escribir cartas a mis amigas, poesías, cuentos. La novela llegó después de varios años, y sin querer. De nuevo, fue la necesidad de lanzarse al vacío, ya que como dice la enorme Clarice Lispector, “escribir es una maldición que salva” y empecé a escribir lo que sería después Todas las cárceles en un momento muy particular en que busqué refugio. Yo que en general podía satisfacer ese deseo de expresarme o dramatizar con el teatro, me encontré en la escritura, me nació así y me dejé llevar. En ese momento lo tomaba como una especie de guarida, de nido. Nunca pensé hacer una novela, lo veía demasiado improbable, complicado. Tenía ese temor de empezar a escribir una historia y que fuera mala, quedarme sin recursos, sin nada para decir, pero con Todas las cárceles me pasó todo lo contrario, para mi sorpresa, me encontré con que tenía más para aportar.

—¿De qué trata Todas las cárceles?

—Todas las cárceles narra la historia de esta mujer que se encuentra perdida, confundida acerca de su propia historia y decide reinventarse de nuevo. Lo hace volviendo a su pasado, atraviesa recuerdos de su infancia y adolescencia que la marcaron y que hoy siente como una especie de nudo que la amordaza y necesita cortar definitivamente. Y solo puede hacerlo volviendo a sus raíces, a los recuerdos más hondos que ha tratado de olvidar por el dolor que le generaba. Escribe en una especie de cuaderno situaciones íntimas. Se crea un nombre para poder escribir a través de otra persona todo aquello que va recordando sobre su vida, desde los vínculos con su familia, conflictos que atravesó, la pérdida de un ser amado, indagaciones sobre su fe, la fantasía de la figura ideal de un hombre inexistente que ha creado de manera inconsciente para poder sobrellevar su desconsuelo y confusión. A veces, la protagonista escribe en presente y otras veces en pasado. Creo que las personas que la lean pueden sentirse identificadas con algunas cuestiones. La novela habla de la traición, el temor a la muerte, la necesidad de sentirnos amados y de reconocernos, la influencia de la infancia y momentos que han causado alguna herida que no ha cicatrizado por completo. Considero que es una novela surrealista y muy lúcida a la vez. Habla de la locura pero también de la consciencia de estar anclado a lo terrenal y simple. Es la misma protagonista la que se hace un mundo mucho más complejo y desolado de lo que realmente es, en su afán de alejarse de los lugares comunes. Necesita de ese drama que le da cuerda y sentido a su existencia, porque lo que pasa a su alrededor le resulta demasiado insulso e impredecible.

—¿Cómo fue el proceso de escribirla y publicarla?

—La novela empezó como un cuento que se fue alargando cada vez más porque pensé que el personaje tenía más que contar, y así se conformó esta mujer misteriosa y enigmática que vive su vida de una manera extraña, como alejada de lo cotidiano puramente, aunque todo el tiempo esté atravesado. El proceso fue intermitente, es decir, la dejé y la volví a agarrar muchas veces. A veces necesitaba tomar distancia porque realmente me requería mucha abstracción y sentía que no siempre podía sentarme a escribir algo interesante. Cuando llegué a la mitad la dejé y después de un tiempo necesité darle un cierre. Sentía que el personaje no estaba teniendo una verdadera historia, y que había fracasado como escritora sin ni siquiera haber empezado. Así que me propuse terminarla, era un asunto pendiente todo el tiempo. Cuando lo hice sentí un vacío enorme pero a la vez alivio por haberle dado ese cierre. No la escribí con el propósito de publicarla, pero después pensé que para terminar toda esa etapa sería bueno hacerlo y también compartirlo con otras personas, ya que nunca fui de mostrar las cosas que escribía. Además pensé que publicar iba a darme el pie para seguir escribiendo y comprometerme más con lo que hago; de hecho ahora estoy escribiendo un libro de poesías. Fue así que después de enviarla a algunas editoriales encontré una que me interesó mucho, Editorial Bärenhaus. Omar Tavalla, el director editorial, me contactó para proponerme publicarla y enseguida acepté. Estoy muy contenta con el resultado de la edición, con la recepción y trabajo de todo el equipo. La editorial hace solo unos años que está en el mercado editorial y ya tiene un gran reconocimiento debido a la calidad y al cuidado hasta en los mínimos detalles que puede apreciarse en cada libro.

—¿Vendrás a presentarla en Paraná?

—Es algo que está pendiente y que espero poder hacer pronto. Me encantaría presentarla en Paraná y que gente que no veo hace mucho, como así toda mi familia y amigas estén presentes en algo tan íntimo y tan significativo para mí.

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