Es entrerriana y cuando les dijo a sus padres que quería instalarse en Rosario para estudiar «fue todo un problema». El año pasado se propuso obtener el mayor puntaje en Clínica Médica. Se encerró en su casa durante meses y aprobó con 10.
Cuando Florencia Corbalán le dijo a sus padres que quería mudarse a Rosario para estudiar Ciencias Médicas en la UNR no cosechó aplausos. Cinco años después, la entrerriana de 23 años está a un paso de graduarse y acaba de obtener el primer puesto en la 26ª edición de la Olimpíada Académica Nacional de Estudiantes de Medicina. Un reconocimiento que, señala, ganó a pura perseverancia, pero también a la calidad de la enseñanza que recibió de sus profesores de la facultad. Ahora, mientras se prepara para pasar cinco semanas en la Universidad de Yale (Estados Unidos), el premio del certamen, hace planes para iniciar su formación en cirugía. «Me gustan los desafíos difíciles», afirma.
No hubo mucho tiempo de prepararse para el examen, las exigencias de la carrera llevaron a que el grupo apenas pueda juntarse un par de horas para repasar algunos de los temas de temas de anatomía, histología, física, química, fisiología, microbiología y otra decena de materias del ciclo básico común que formaron parte de la evaluación.
Según explica Florencia, «al principio, todos íbamos con la sensación de que teníamos menos chances. Nuestra facultad tiene un plan de estudios diferente al resto, mucho más abarcativo en varios aspectos. Por eso pero nos dimos cuenta que tenemos una buena formación y que estamos muy bien preparados».
El examen tenía un tiempo máximo de tres horas. Florencia lo terminó diez minutos antes y completó en forma correcta 80 de las cien preguntas; el máximo puntaje de la evaluación.
La joven cursa el Proyecto de Formación Profesional, una de las últimas materias del sexto año de la carrera. La propuesta consiste en realizar prácticas de tres meses en guardias, centros de salud y hospitales.
Mientras tanto, se prepara para asistir durante cinco semanas a los servicios de la facultad de Medicina de Yale.
«Me interesa particularmente el de cirugía, pero pienso rotar una semana por cada uno», afirma y confiesa que no está dispuesta a perderse «nada».
En su casa, en Concepción del Uruguay, no hay médicos. Tampoco entre sus abuelos, tíos o primos.
Quizás por eso, cuando les dijo a sus padres que quería instalarse en Rosario para estudiar «fue todo un problema», recuerda.
De todas formas, dice, «rápidamente» todos comprendieron que se trataba de su deseo y «siempre lo apoyaron». Tanto como su primera tutora en la facultad quien, destaca, «hizo mucha más fácil» su estadía.
Lo que llegó después fueron una serie de desafíos que superó a puro tesón. En primer año rindió un examen para ingresar al museo de la facultad como disectora, el personal encargado de extraer de los cuerpos que se encuentran en la morgue el material necesario para desarrollar investigaciones.
Una tarea que, no hace falta que lo explique, «no todos quieren o eligen». Es más, «la mayoría se asusta» de sólo escuchar sus anécdotas.
El año pasado, además, se propuso obtener el mayor puntaje en el examen de Clínica Médica. Para eso, se encerró en su casa durante meses y aprobó con diez la evaluación.
«No me gusta competir con otros, la lucha es conmigo misma», señala. Y reconoce que, para plantearse desafíos, no repara en su tamaño.
El año que viene, después de participar de la experiencia de intercambio en la prestigiosa universidad norteamericana, empezará a hacer los trámites para obtener su matrícula.
Y después comenzará a prepararse para poder rendir los exámenes de residencia médica. Ya tiene especialidad elegida: cirugía y un destino donde estudiar, el Hospital Italiano de Buenos Aires.
La mejor estudiante de medicina del país, todavía tiene mucho por hacer.
Fuente: La Capital