Un testigo se presentó en Tribunales de Gualeguaychú este lunes al mediodía, para contar en detalle cómo el abogado Gustavo Rivas le pagaba todas las semanas a cuatro menores alojados en un albergue que dependía del Consejo del Menor, a cambio de sexo, según pudo saber ANALISIS DIGITAL. Los hechos se registraron entre el 2007 y el 2008, por lo cual no están prescriptos. Rivas los hacía ir en horario vespertino todos los viernes “bañados y perfumados” y les pagaba 10 pesos a cada uno. Los pibes tenían entre 15 y 16 años.

La situación del abogado Gustavo Rivas se va poniendo cada día más difícil, no solamente por las pruebas recolectadas, sino por el aporte de testigos o víctimas. Ayer al mediodía, un testigo que cumplía funciones en un albergue de menores, que estaba ubicado en proximidades de la costanera de Gualeguaychú y dependía del Consejo Provincial del Menor, declaró en detalle cómo Rivas le pagaba diez pesos cada uno, a cuatro pibes de entre 15 y 16 años, a cambio de sexo. “Ese dinero lo utilizaban para luego comprar algo de droga y tras ello retornaban al albergue”, indicó el ex operador de los jóvenes, que declaró bajo “identidad reservada”, ante la Fiscalía de Gualeguaychú.

Según su relato, Rivas los hacía ir todos los viernes, en horario vespertino, “bañados y perfumados”. Incluso, los hacía entrar de a uno a su domicilio de calle Mitre 7 y el resto de los pibes tenían que esperarlo en la plaza, ubicada en las inmediaciones de su residencia y frente a la Jefatura Departamental de Policía. Cada uno de ello sometía sexualmente al conocido abogado y cuando terminaba con tal tarea, debía ir hasta la plaza y avisarle al siguiente, para que también cumpliera con los requerimientos sexuales del letrado. “A cada uno le pagaba 10 pesos”, dijo, entre el 2007 y el 2008, o sea, en tiempos en que el dólar rondaba entre los 3.20 y 3.50 pesos, aprovechándose así de la necesidad de los adolescentes, quienes se alimentaban mal y tenían bajo peso.

Los pibes tenían entre 15 y 16 años y sabían que debían estar antes de las once de la noche en el albergue. Siempre estaban no más de dos horas en cercanías de la casa de Rivas, para cumplir con los requerimientos sexuales. Cabe recordar que en horas de la noche, precisamente a partir de las 23, Rivas siempre comenzaba su nuevo periplo sexual con jóvenes de otro nivel social, lo que se extendía hasta las 2 de la madrugada, aproximadamente.

El episodio relatado corrobora también parte de lo denunciado por la revista ANALISIS, en el sentido de que además de tener como presas de sus deseos sexuales a jóvenes estudiantes de conocidos colegios céntricos, a su vez apuntaba a pibes con serias necesidades económicas, que eran apuntados por terceros -que colaboraban con Rivas- y convocados a la vivienda del abogado, para que lleve adelante sus prácticas sexuales. (Análisis)

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