Le pidió gaseosa de la heladera y cuando ella se dio vuelta, le pegó con un hierro en la cabeza. La mujer estuvo al borde de la muerte y luego dijo que no recordaba lo ocurrido. Ahora se animó a confesar que el autor fue su hijo.

Luego de conocido el femicidio de Susana Villarruel y de la imputación a su ex pareja, Ramón De La Cruz Ortiz, la madre del acusado, Beatriz Espíndola, se animó a hablar de lo que fue víctima a principios de año, responsabilizando del hecho a su propio hijo.

El caso sucedió el 18 de enero por la noche en un domicilio de avenida Del Valle y Montevideo, en la ciudad de Gualeguaychú. La pareja de Espíndola llegó a su casa luego de un día de trabajo en una planta del Parque Industrial de Gualeguaychú, con la incertidumbre de qué había pasado con su mujer, con la que había dejado de tener contacto telefónico a las 17. Preocupado por esto, solicitó en el trabajo salir una hora antes y cuando llegó encontró a Espíndola tendida en el suelo, en medio de un charco de sangre.

Inmediatamente se comunicó con el Hospital Centenario para que su esposa fuera trasladada en la ambulancia y le informó a su cuñada el estado de salud en el que se encontraba la hermana. La ambulancia trasladó a la víctima y a su hermana al nosocomio, mientras que el hombre se quedó en el lugar y fue recién en ese momento en que constató la faltante de dos televisores, una tablet y unos 3000 pesos.

Espíndola quedó alojada en la Terapia Intensiva, inconsciente. El médico constató hundimiento de cráneo y debido a la gravedad de la situación, se decidió su traslado a una clínica de mayor complejidad en Concepción del Uruguay, donde permaneció poco menos de una semana en coma farmacológico.

Afortunadamente logró recuperarse, pero cuando declaró ante el fiscal Martín Gil dijo no recordar nada. Lo curioso de todo esto es que Espíndola fue atacada por la espalda y tras golpearla fuertemente en la cabeza con un hierro, los delincuentes le colocaron un almohadón en la cabeza y le prendieron un ventilador a su lado.

Todo era muy raro, pero nadie abrió la boca. Fue recién después de la muerte de Susana Villarruel que la madre del principal sospechoso del femicidio habló y señaló a su hijo de lo que ella había sido víctima y que por muy poco no le costó su vida.

Dio detalles de cómo De La Cruz Ortiz entró a su casa y de la forma en que fue agredida. Denunció que su hijo le había pedido dinero días antes, pero ella se había negado. Ese 18 de enero llegó acompañado de otro hombre y cargando unas herramientas para «arreglar algo». Le pidió gaseosa de la heladera y cuando ella se dio vuelta, le pegó con un hierro en la cabeza. Todo esto se lo dijo con lujos y detalles al fiscal luego del crimen de Villarruel. Antes -y por ser su madre – no lo quiso denunciar.

 

Otro hecho para investigar

Pero ahora, y conocida la autoría de Ramón De La Cruz Ortiz en lo sucedido con Beatriz Espíndola, se abrió una nueva línea de investigación en otro hecho que sucedió entre el 21 y el 22 de enero en el mismo barrio donde vivía Susana Villarruel.

Fueron los vecinos de Antonio Morales los que lo encontraron tirado en el piso de su casa. Era domingo por la mañana cuando vieron la puerta entreabierta y apenas ingresaron lo hallaron desmayado, en un charco de sangre, y con un fuerte golpe en la cabeza.

El hombre de 63 años fue trasladado inmediatamente al Hospital Centenario y de allí derivado a una clínica en Concepción del Uruguay debido a que presentaba un edema cerebral. Permaneció en coma inducido hasta que poco a poco recuperó su lucidez y regresó a Gualeguaychú para continuar con su recuperación.

En la casa no había signos de violencia. La puerta no estaba violentada y en el interior no había desorden, y además se halló el teléfono celular del hombre. Por este hecho hay dos jóvenes, de 23 y 30 años, señalados de haber sido quienes golpearon al hombre con el contrafilo de un hacha. Ambos fueron indagados y se les extrajo sangre para una prueba de ADN que todavía se está a la espera de los resultados.

Por el momento, Ortiz está imputado de homicidio triplemente calificado por alevosía, por el vínculo y por mediar violencia de género, lo que podría demandarle una pena de prisión perpetua, pero podría también ser llevado a juicio por lo sucedido con su madre y si se comprueba su participación en el ataque a Antonio Morales. (El Día)

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