El jueves pasado, el presidente Alberto Fernández y los ministros del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro y de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, visitaron la provincia de Chaco para inaugurar, junto al gobernador Jorge Capitanich, el acueducto del Impenetrable que llevará agua a 60.000 personas.

En el acto realizado en Nueva Pompeya, el presidente ratificó su compromiso de “prestarle atención al norte argentino” al inaugurar el acueducto y remarcó que en el siglo XXI “no se puede vivir en ningún lugar sin agua, porque es un derecho”.

“Capitanich está obsesionado por integrar este lugar al resto de la provincia, para que EI Impenetrable sea cada día más penetrable y se pueda acceder a esta región”, añadió el primer mandatario, para luego agregar: “Ni a Néstor Kirchner, ni a Cristina Fernández de Kirchner ni a mí nos asustó el concepto de ´impenetrable´. Hoy me toca concluir esta obra, que es agua para los que viven aquí”.

En el Impenetrable afloraron las obras inconclusas de Sueños Compartidos, el abandono de viviendas, hospitales, cloacas y obra pública. Pero para el Presidente, los Kirchner nunca se asustaron de esa palabra.

Lo que tampoco asustó al presidente Fernández fue el dineral que gastó el gobernador Capitanich para recibirlo. Según trascendió, a través de una contratación directa se abonaron 450.000 pesos en «servicio de ceremonial. Gastronomía. Eventos». Un lunch de ese monto en la provincia más pobre del país, parece un insulto a todos los argentinos.

Periodismo y Punto

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