La médica infectóloga Virginia Azar es parte del Consultorio Amarillo del Hospital Centenario

El pasado 1° de diciembre fue el Día de la Lucha contra el VIH-SIDA. Actualmente, en Gualeguaychú se tratan activamente 148 pacientes. El prejuicio y la falta de información nacen desde el propio sistema de salud. El rol del Consultorio Amarillo en el Hospital Centenario. La relación directa entre la falta de educación sexual en las escuelas y el contagio. El testimonió de una mujer que convive con el virus hace 30 años.

Hablar de pandemia en estos tiempos es referirse al Coronavirus. Es lógico que así sea, ya que, hace más de nueve meses, llevamos una vida adaptada a los vaivenes de este virus. Pero, existe otra pandemia, hace muchos años, de la que se habla poco, o al menos no lo suficiente.

El pasado 1° de diciembre se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra el VIH-SIDA, una pandemia que sólo este año sumó 160 mil infecciones nuevas en Argentina. Por eso, ElDía dialogó con dos mujeres que tienen mucho para decir al respecto. Una es la médica infectóloga Virginia Azar, que forma parte del Consultorio Amarillo del Hospital Centenario, y la otra es la activista María Celia Trejo, quien convive con el virus hace 30 años.

En Argentina se notifican 4.800 casos nuevos de VIH cada año

“El Consultorio Amarillo es un espacio de atención integral, de enfermedades de transmisión sexual y de infección por VIH. Son enfermedades muy frecuentes y tienen cierto estigma y discriminación social”, explicó Azar, sobre el dispositivo creado en el nosocomio de Gualeguaychú hace diez años, y actualmente conformado por un equipo interdisciplinario del que son parte un segundo infectólogo, una médica clínica, una enfermera especialista en control de infecciones, una administrativa, trabajadores sociales, psicólogos y, recientemente, un psiquiatra.

“La más frecuente de todas las enfermedades de transmisión sexual es la sífilis. Pero también se tratan casos de VIH, hepatitis, clamidia o gonorrea. El VIH es una infección que por el tema de la discriminación requiere un abordaje integral, para que el paciente se sienta contenido, pueda continuar en el servicio de salud y adherir al tratamiento”, indicó.

“VIH y SIDA son dos cosas distintas -continúa-. El VIH es el virus de la inmunodeficiencia humana, el virus que produce, en último término, el SIDA, que es el síndrome de la inmunodeficiencia humana adquirida. ¿Qué significa eso? Que es la parte final de la infección por VIH, en donde las defensas que ataca el virus están tan bajas que el paciente contrae enfermedades habituales y no habituales. Las segundas son las llamadas enfermedades oportunistas, porque se aprovechan de ese déficit de defensas para causar la enfermedad”.

191: son los pacientes vinculados en Gualeguaychú (tuvieron al menos una visita médica posterior al diagnóstico inicial)

“Entonces, una persona puede tener VIH y no tener SIDA, porque tiene su inmunidad controlada, hace el tratamiento, está indetectable (volveremos sobre este término). Si tiene todas esas condiciones, la persona con VIH es una persona sana, con una expectativa de vida como cualquier otra persona”, explicó la profesional. Y diferenció al paciente con SIDA, quien “sí tiene mayor riesgo, por las defensas bajas y la posibilidad de adquirir esas enfermedades oportunistas (Neumonía por PCP, el Sarcoma de Kaposi, por ejemplo) que pueden ser graves y ser la causa de muerte”.

-¿Eso ocurre con frecuencia?

-Si bien actualmente son menos frecuentes, porque el tratamiento es accesible y sencillo, lo seguimos viendo. Seguimos teniendo pacientes internados por enfermedades oportunistas, cuando esto realmente ya no debería ocurrir. Porque tenemos todas las herramientas para diagnosticar y tratar al paciente de forma eficaz. Pero a veces son muchas las barreras en el camino y la persona llega al sistema de salud en forma tardía. Hoy tenemos un 30% de diagnósticos tardíos, tanto en Argentina como en Gualeguaychú.

-¿Por qué ese paciente accede tardíamente al sistema de salud?

-Hay muchas razones. El miedo es una. El miedo a que se le diagnostique VIH. Hay muchos pacientes que creen que tener un diagnóstico de VIH es igual a tener una sentencia de muerte, entonces prefieren no saber, prefieren no testearse. Por otro lado, existe la falta de acceso al sistema de salud y hay médicos que todavía son reticentes a pedir un diagnóstico de VIH. Se lo piden a las personas mal llamadas promiscuas y a otras no, y esto no es así, o no debería. Todas las personas sexualmente activas corren el riesgo de adquirir VIH, entonces deberíamos testearnos todos.

-¿El tabú opera dentro del sistema de salud?

-Todavía en nuestro sistema de salud existe desconocimiento de cómo se trata el VIH, de cómo evoluciona… entonces debemos fomentar el pedido de estudios, tanto de VIH como de hepatitis viral, de sífilis. Se recomienda que todos nos hagamos, una vez al año, estos estudios de enfermedades de trasmisión sexual.

148: son los pacientes en atención permanente en el Consultorio Amarillo del Hospital Centenario

Pasa, acá y en todas partes, que hay lugares donde no se los quiere asistir por ser una persona con VIH, y por cualquier patología los derivan acá, al Consultorio Amarillo. Yo me formé en La Plata y allá pasa lo mismo. Por eso es importante que todos los médicos y en general los trabajadores del sistema de salud estén familiarizados con la atención de este paciente y se pierda el miedo. Uno de los lemas de la ONU SIDA es que para el 2030, para terminar con la pandemia tiene que haber cero discriminación y cero estigma. De esta manera, el paciente va a acceder mucho más fácilmente a los testeos y al tratamiento.

-¿Y en la actualidad cuál es el objetivo?

-Para este 2020 el objetivo de la ONU SIDA era el conocido 90-90-90. Esto quiere decir que el 90% de las personas estén diagnosticadas; el 90% tratadas, y el 90% estén indetectables. A lo que Argentina suscribió a esa meta en 2015. Si se cumplía ese objetivo se iba a acabar con la pandemia. Pero, claramente no hemos llegado a esos objetivos y el inicio de la pandemia por Covid desestabilizó muchísimo todos los sistemas de salud y, por supuesto, la atención de pacientes con VIH. En el último boletín, a nivel nacional, se informa que las personas que desconocen que tienen la enfermedad representan un 17%.

Por Luciano Peralta, ElDía.

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