Sabíamos de los que se alimentan con insectos o traguitos de sangre, pero ante nuestra ignorancia la familia creció. Algunos dan risa, otros, rabia.

La escena ocurre en este lugar, pero en un momento que ubicamos hace millones de años. Es la hora de la luna y de pronto nos sorprende un cerdito con alas, largos brazos, largas patas y garras ganchudas, volando a ras de agua. Ante la señal más insignificante de un camarón, una mojarrita, tendrá asegurado el plato de la noche.

Es el murciélago pescador, con larga historia en las lagunas y los esteros del litoral, su hábitat predilecto.

Pasó el tiempo, y el murciélago pescador mayor (Noctilioleporinus) suele ser visto en estos días disputando peces al Martín Pescador, a los rayadores, los biguás y tantos alados pero claro: no es un ave, es un mamífero placentario dueño de la noche, de pelo rojizo en los machos, gris en las hembras, con alas parecidas a un primitivo experimento de aviación, y un radar que compite con lo más moderno de la tecnología del sonido.

Los guaraníes le llaman mbopipytã guasú (¿gran murciélago rojo?). Se sabía del Noctilioleporinus en Santa Fe, Corrientes, Misiones, pero hace poco lo detectaron también en nuestra provincia. La familia crece: en 2004, una extensa edición titulada “Temas de la biodiversidad del litoral fluvial argentino”, publicada por la Universidad Nacional de Tucumán, bajo la coordinación del geólogo entrerriano Florencio Aceñolaza, incorporó un informe de Rubén Barquez que contaba 11 especies de murciélagos en Entre Ríos. El estudioso ya señalaba que se trataba de una región con pocas muestras, es decir, no estudiada. En pocos años otros aportes le dieron la razón: el listado pasó a 16. Luego se encontraron cuatro más, y alcanzamos los 20 actuales. Entre ellos Noctilioleporinus, nuestro pescador, y también uno de los bichos mayores: el Orejón grande.

 

El duendecito

¿Que los murciélagos dan risa? Puede ser. Hace poco supimos de la presencia del simpático moloso Orejón grande, Eumopsperotis, singular por sus orejotas desproporcionadas, propias de dibujitos animados.

Esta especie, que la naturaleza creó como si fuera un duendecito, no estaba registrada en estos lares pero por pura ignorancia nomás, y apareció en el Departamento Nogoyá.

Están, pues, el raro pescador, el raro orejón, y ninguno se compara al vampiro.

La mayoría de los quirópteros se alimenta de insectos, frutas, néctar, o algunos de pequeños peces. Pero de los tres vampiros del orbe, todos de nuestro continente Abya yala (América), el más grande de ellos habita en nuestra provincia de Entre Ríos, el Desmodusrotundus, que llena el estómago lamiendo gotitas de sangre tras un mordisco.

Tanto los vampiros como los otros murciélagos pueden transmitir la rabia paralítica, por algún choque inapropiado con el ser humano. Conviene evitar el contacto con un bichito caído, porque puede mordernos y aplicarnos el virus; y mejor aún, estar vacunados, en caso de riesgo.

No es para inquietarnos, pero sabemos que la rabia está en casa. El año pasado se halló un ejemplar enfermo en Paraná, otro en Ubajay, otro en Concordia, un cuarto en Gualeguaychú. También al occidente del Paraná y al oriente del Uruguay se han detectado casos.

 

Solidaridad

Viven en nuestros montes hace millones de años. Los seres humanos llegamos hará 10 o 15.000 años, y sabemos poco de ellos, los murciélagos. Los pueblos del Abya yala veneraron a estos dueños de la noche, advirtieron sus condiciones excepcionales; su presencia era común en algunas de nuestras culturas. Así como hoy sabemos que el fútbol nació en nuestras tierras, en el mundo guaraní, como manga ñembosarái,también sabemos que Batman tuvo un antecesor en Camazotz, entre los pueblos mayas.

Libros recientes registran 11 especies en Entre Ríos, y estudios más cercanos ya enumeran 20 especies, es decir: faltaba y falta comprender muchísimo.

Los seres humanos occidentalizados tenemos reparos sobre el murciélago. En nuestra cultura no se nos ocurriría comerlos, pero en China es un plato, y se sospecha que el coronavirus, tan famoso en estos días, pudo provenir de esa alimentación rara. (Rara para nosotros, que nos deleitamos con sabrosos chinchulines y tripa gorda…) Ayer nomás supimos que los estudiosos incluyeron al pangolín (ese zorrito escamado de cabo a rabo) como probable huésped intermediario. Murciélago, pangolín, hombre: he ahí el circuito fatal. Pero aclaremos que aquí no hay nada de eso por ahora, aunque el pangolín se trafica mucho.

La fauna autóctona ha sido menospreciada; conocemos mejor a los animales que llevamos a la olla. Los vampiros se han salvado de nuestros ojos porque antes se salvaron de nuestros dientes.

El Desmodusrotundus es uno de los bichos que pudieron provocar la imaginación de los europeos, al punto de darles letra para Drácula, y habita el centro norte entrerriano. Por conocida que sea la historia, repetiremos que este vampiro se caracteriza por tomarse una cucharadita de sangre en sus andanzas nocturnas, sangre de diversos mamíferos, lamiendo las heridas que provoca con un pequeño mordisco, con el adicional de una saliva anticoagulante para demorar el flujo de las gotitas. Si pasa un par de días sin su ración, se debilitará y morirá. Cuando vuelve a casa y un vecino le avisa que no probó bocado, entonces el temible vampiro regurgita un poquito y convida: es el animal más solidario sobre la Tierra.

 

Con cuna oriental

Ahí nomás, en la otra banda del Uruguay los paleontólogos orientales Martín Ubilla y Daniel Pereade la Universidad de la República (Facultad de Ciencias), junto a Pablo Gaudioso del Instituto Miguel Lillo de la Universidad de Tucumán, anotaron para las ciencias el húmero fosilizado de un vampiro un poquito más grande que el Desmodusrotundus actual, y suponen que hace unos 2 millones de años o más ese animalito pudo tomar sangre de los grandes mamíferos, hoy extinguidos como él. Se trata del fósil más antiguo del sur del Abya yala, y probablemente más antiguo del mundo, ubicado en sedimentos que corresponden al final del plioceno y principios del pleistoceno. Los expertos están a un paso de afirmar que los vampiros son originarios de aquí, del sur del continente.

El huesito fue hallado en el balneario Kiyú en las barrancas de San Gregorio, Departamento San José (entre Colonia y Montevideo), cuyos habitantes son llamados maragatos por su procedencia del norte de España y se identifican con un escudo artiguista, de banda roja como nuestra bandera. (No pocos descendientes de maragatos habitan también Entre Ríos, como puede comprobarse en la localidad de Larroque, donde además abundan los canarios, orientales, nietas y nietos de inmigrantes de las Islas Canarias). Allí en San José de Mayo, donde tuvo lugar uno de los primeros combates por la independencia y dio la vida Manuel Artigas, parece estar la cuna de los vampiros del mundo, por ahora, hasta que se encuentren otros fósiles.

El intercambio de comunidades humanas es fácil y habitual; más fácil aún sería, para un murciélago que habitó ahí cerca, sobrevolar nuestros suelos. Ochenta millones de años antes, el Argyrosaurussuperbus (lagarto de plata) se paseaba por esta región, entrerriana, oriental, sin pedir permiso en las aduanas. Sus restos quedaron fosilizados en la formación de las arenas cretácicas del palmar al norte de Colón, como en la formación Mercedes-Asencio en Uruguay. Uno comprende mejor la vida en sus pagos si se quita de encima las fronteras actuales, como bien ha aconsejado el estudioso César Pibernus en su provechosa tesis referida a la historia del mapa regional.

 

Aquí están los feos

La cultura nos ha alejado de los murciélagos, pero apenas uno pueda desprenderse de ropajes verá en estos mamíferos criaturas extraordinarias, de constitución a veces graciosa, claro, con capacidades únicas como la del oído para ubicarse. Y bien, aquí las halladas hasta ahora en el territorio entrerriano:

1-Desmodus rotundus (hematófago), 2-Sturnira lilium (cara de guerrero astuto con un cuernito en la nariz o mejor, una hojita, como el que usa Camazotz de la tradición maya), 3-Eptesicus furinalis (carita de chihuahua), 4-Lasiurus blossevillii (peludo rojo), 5-Lasiurus cinereus (peludo, color ceniza como el zorro), 6-Lasiurus ega (Dasypterusega, leonado, amarillo), 7-Myotisalbescens (murcielaguito de vientre blanco), 8-Myotis dinellii (amarillento), 9-Myotis levis (pardo), 10-Eumops bonariensis (orejas anchas), 11-Eumops dabbenei (moloso grande, con orejas más cortas que el perotis), 12-Eumops patagonicus (orejas anchas), 13-Molossus molossus (mastín común), 14-Tadarida brasiliensis (cola de ratón),15-Platyrrhinus lineatus (zorrinito), 16-Noctilio leporinus (pescador, patas largas y garras, labio leporino), 17-Eumops perotis (orejón, de bonete, con chillidos audibles), y 18-Eptesicus diminutus (pardo chico, insectívoro).

La presencia de Platyrrhinuslineatus está discutida, pero de confirmarse comprobaría la presencia de por lo menos 18 especies en Entre Ríos, a los que debemos sumar dos incorporadas por la estudiosa María Ayelén Lutz en una tesis doctoral bajo la dirección de María Mónica Díaz y Mariano Merino, con trabajos de campo en dos quintas del Departamento Islas del Ibicuy, donde capturó murciélagos, además de revisar colecciones existentes.

Halló ejemplares de Myotisriparius (dorso marrón, vientre negruzco), y Myotisruber (murcielaguito rojo) en nuestra provincia. Con sus contribuciones, las especies registradas en Entre Ríos serían 20. Lutz sugirió la necesidad de un área protegida en el bajo delta.

 

Amantes de los alados

Como la presente es una nota periodística, dejamos para otra oportunidad aclarar por qué han alcanzado escasa repercusión los aportes de estos años, cuando en la práctica duplican la cantidad de especies que teníamos en vista hace una década; y por qué nos ha resultado difícil hallar listados completos de las 20 especies juntas.

Los murciélagos han sido estudiados, entre otros científicos, por Rubén Barquez, Norberto Muzzachiodi, Leonardo Leiva, Patricia Bierig, Andrés Pautasso, Daniel Udrizar Sauthier, Mariano Merino, Agustín Abba, Roberto Jensen, María Mónica Díaz, María Ayelén Lutz, Tatiana Sánchez,Eugenia Montani, IvannaTamasco, Horacio Delpietro, muchos de ellos investigadores del Conicet y al frente de cátedras universitarias. Son solo algunos de los nombres, claro; hay más en nuestro país y en países vecinos que trabajan en colaboración.

Los estudios sobre quirópteros están en curso. El año pasado, científicos del Conicet detectaron una nueva especie que denominaron Eptesicusulapesensis, un animalito muy suave del que no tenían registro. Lo anotaron en las localidades de Ulapes y Olta, en La Rioja, es decir: el país del patriota Ángel Vicente Peñaloza, el Chacho, asesinado precisamente en Olta.

En Entre Ríos hay dos especies del género Eptesicus: furinalis y diminutus. Serían primos (por así decir) del riojano.

Todos sabemos ya que los murciélagos, además de vivir en este suelo por mucho tiempo, ofrecen a la biodiversidad toda una interrelación que consideramos provechosa pero además, en el fondo, desconocemos. Saber un poco más de ellos es una manera de recuperar nuestros vínculos con el entorno y admirarnos de nuestros compañeros.

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