Cuatro jóvenes mujeres de Concordia – tres de las cuales hablaron con el diario local El Sol– denunciaron por acoso sexual al titular del Registro de la Propiedad del Automotor N° 2. Ellas cumplían funciones en la repartición pública de calle Andrade.

Florencia fue la denunciante de la situación de acoso sexual y laboral que la tuvo como víctima. De 22 años, contó que su padecimiento comenzó hace dos años cuando realizaba tareas administrativas en el RNPA.

“Esto empezó hace dos años en su oficina, me corrió el pelo, me agarró del brazo y me dio un beso en el cuello, es el encargado del Registro del Automotor 2, Roberto Larrarte. Me fui de ahí le dije que no me había gustado lo que me había hecho y al otro día fui a trabajar con un pañuelo en el cuello y cuando nos íbamos me preguntó si le iba a mostrar mi cuellito, le dije que no y me respondió, ándate entonces, para eso les había avisado a mi familia, a mis padres, a todos y ellos me apoyaron, estuve mal por no hacer nada”, recuerda y se quiebra.

Retoma la charla y dice: “a partir del año de trabajo me empezó a hacer este tipo de cosas, después no me hizo más nada pero me decía cosas permanentemente, como por ejemplo ponete derecha y que lindo te queda ese pantalón, te deja buena cola”, relata y se vuelve a quebrar al contar las situaciones totalmente fuera de lugar para un ámbito laboral.

Florencia agrega que después se enteró que la conducta de su jefe era habitual con otras mujeres que se desempeñaban en la oficina, “otra compañera me contó él se acercaba te tocaba la espalda, te decía que lindo pelo que tenés, a mi me tocaba el pelo y me decía que se iba a enojar si me lo cortaba”.

Para Florencia esa situación fue insostenible, “antes del 5 de noviembre de este año intentó besarme yo tenía un legajo en la mano, esto pasaba en su oficina siempre cuando nos teníamos que ir, las chicas teníamos que pasar solas a su oficina a saludarlo, ese día me quiso besar y le pegué con el legajo diciéndole que no, al otro día me pide disculpas, él seguía diciéndome cosas y una por una tenía que pasar a saludarlo, las abrazaba y les daba besos y nos decía: ¡Qué linda que sos! Y si reaccionábamos nos decía: ¡Qué forra que sos! Y nos trataba mal delante de la gente, siempre quería hacerte masajes en el cuello y tocarte, su esposa trabaja ahí y delante de su mujer nos decía cosas, conmigo llegó hasta ahí porque dije no puedo más con esto, me daba asco, cuando me dio el primer beso en el cuello recuerdo que mi marido en mi casa quiso besarme y me largue a llorar, pidiéndole por favor que no lo haga”.

 

MÁS DENUNCIAS EN FISCALÍA

Ante estas situaciones de acoso Florencia concurrió a tribunales donde realizó la denuncia en la fiscalía de María José Fonseca, para avalar sus dichos Florencia presentó de testigo a tres chicas, de las cuáles que también hablaron con EL SOL, los testimonios de estas mujeres fueron tan fuertes que de testigos pasaron a ser denunciantes ya que ellas habían sufrido el hostigamiento.

Las mujeres tenían que concurrir a declarar en horas de la mañana de ayer pero la fiscal decidió posponer la declaración, “había dos abogados representantes de Larrarte que intentaron hacer un arreglo con mi abogado, él les preguntó cómo se habían enterado del caso y les manifestaron que un policía les dio la información cuando en realidad la información se filtró de fiscalía para avisarle a los abogados de Larrarte, además le propusieron un millón de pesos y que sea racional, para que no siga con este caso”, cierra Florencia.

 

“ME TOCÓ LA COLA Y DIJE BASTA”

María, de 26 años, accedió a contar su experiencia mientras acompañaba a Florencia. Con tres años y medio de trabajo en el RNPA 2. “Comencé a trabajar en 2015 y a mediados de 2016 empezó, cuando iba a su oficina a pedirle las firmas de los pagarés de patentes. El único autorizado a la firma era él, me decía: Flaca, esa remera te queda linda, que lindo traste, me decía que lo volvía loco y me acariciaba la mano cada vez que le daba un papel, cuando lo iba a saludar y nos íbamos me abrazaba, me daba besos cerca de mi boca. Una lo primero que hace es correr la cara hasta que un día me toqueteó la cola y me besó en la boca, esa vez dije basta y renuncié”, remató.

Ella no radicó denuncia en ese momento y el 13 de agosto de 2018 abandonó su trabajo de palabra, pero no terminó ahí.

“Fui y me dijo que haga la renuncia, que compre la carta documento y me redactó lo que tenía que poner en la carta porque no tenía idea de como hacerla. En su momento, temía por las reacciones de mi familia, que vayan a pegarle, pero la perjudicada iba a ser yo, no él, tengo tres hijos”, dice.

La joven recuerda que tuvo propuestas de encuentros: “me decía: Elegí el lugar y nos vemos, no importa cuánto es, yo pago. Decime la hora y nos vemos, eso me decía”.

 

“TUVE QUE IR AL PSIQUIATRA”

Las denunciantes tienen en común ser mujeres jóvenes. El caso de Valeria es distinto, de 30 años, fue testigo de todas estas situaciones.

“Al principio era un buen trabajo, lindo, hasta que comenzaron los malos tratos y, también, para nosotros y para la gente que hace trámites como los gestores, todo depende de la cara, de quién seas o del poder que tengas. Si sos abogado o hijo de, te van a tratar de otra forma, se marcaba esa diferencia entre un vecino común o gente de los barrios”, indicó.

Valeria recibió el acoso verbal permanente. “Como decían las chicas, era constante, cosas de todos los días decirnos: Que linda te queda esa remerita, a todas nos recalcaba que le gustaba el pelo largo y que no nos lo cortemos que nos quedaba bien; si ibas con una remera ajustada, te quedaba linda, pero tenias consecuencias con la mujer y la hija que trabajaban ahí y nos decían que éramos provocativas. Tenías que ir vestida con lo más flojo y lo menos sugerente. No podías ir vestida como querías, él te decía: Ese pantalón te deja buena cola. Estabas en la maquina escribiendo y no faltaba el masajito, el masaje de hombros, a todas nos pasaba eso. Siempre sufrí comentarios, una vez me habló despacio, le dije que se fuera para no tener problemas. Todo el día hablaba y sus comentarios eran de sexo y te ponían incomoda, yo no le daba importancia y me iba, pero hoy no podemos permitir esa conducta, hasta me sentía culpable. Era mi jefe y me tenía que aguantar esas cosas, pensaba”.

Valeria llegó a tener problemas de salud y se terminó enfermando, “tenía malos tratos de su mujer y de su hija, me tiraban los legajos arriba del escritorio y me hacían quedarme a trabajar después de hora, no aguante más y no podía soportar, estuve siete años y mi marido me dijo que abandone”.

Los problemas en su salud derivaron en que debiera concurrir a un siquiatra. “Estaba al borde de la depresión, me dio medicación y no pude dormir durante meses, cuando subía al colectivo para ir a trabajar arrancaba con dolores de cabeza, me sentí mal, estuve un año con licencia hasta que dejé”.

 

LA VINCULACIÓN LABORAL DENTRO DE UN ORGANISMO PÚBLICO Y MÁS CASOS

EL SOL preguntó a las jóvenes qué relación laboral y qué vínculo tenían, porque se desempeñaban en un organismo público. “Nosotras dentro del registro trabajabamos para él, éramos empleadas de Roberto Larrarte, teníamos sellos oficiales, nosotras liquidábamos patentes, éramos empleadas de él. Para evitar que nos haga algo empezamos a pasar juntas a la oficina, nosotros sabemos que hay más casos, hay empleadas que han pasado. Siempre toma mujeres y hace 30 años que está al frente del registro”, concluyeron.

Diario El Sol

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