La madre pidió en forma reiterada, la restitución de sus hijas, pero se lo rechazaron porque el sujeto había denunciado al novio de la mujer. El padre ultrajó a las niñas durante cinco años. Lo condenaron a 15 años que cumplirá en Paraná.

En un dibujo, una nena lo decía todo: una chica con los ojos tapados, una cruz en la boca, las manos atadas y sus lágrimas se iban por un lavatorio. Ella y su hermana fueron abusadas por su padre durante cinco años. Hasta que pudieron contarlo y denunciarlo. Ese papel con los trazos de la víctima fue una de las pruebas que demostraron el horror que vivieron en la planta alta de la casa, donde las dos niñas estaban casi hacinadas y cautivas. Y estuvieron allí porque hace varios años la Justicia rechazó los pedidos de la madre para que volvieran a vivir a su casa, y confirmó que siguieran con el padre. El martes, dos meses después de que rompieran el silencio, tras un juicio abreviado, le impusieron al violador 15 años de prisión, que ya cumple en la cárcel de Paraná. La separación de los padres fue el inicio de un conflicto del que nadie imaginaba su final. Las dos hijas visitaban a su padre, hasta que un día el hombre las llevó a la comisaría a radicar una denuncia contra el novio de la madre por abuso. Nada quedó claro en esta causa, aunque hoy muchos piensan que podría haber sido parte de la estrategia perversa del padre. Corría el año 2014 y las nenas, de 8 y 10 años, ya vivían con su padre. «Desde el día uno que se las llevó, no paramos de presentarnos ante distintos juzgados de Familia, y estos nunca hicieron nada», dijo a Uno la madre, quien reclamó por la restitución de sus hijas durante cinco años, pero nunca le dieron una respuesta.

Ni los jueces intervinientes ni los quipos técnicos pudieron advertir lo que a las niñas les sucedía dentro de la casa del progenitor. El padre y las hijas vivían (en condiciones paupérrimas) en una habitación de la planta alta de la casa, y en otra estaba el hermano del sujeto con su familia. En la planta baja vivía la madre. El hombre había atado un perro pitbull en la escalera, para que nadie subiera a su habitación. El objetivo era aislarlas, por lo que no les permitía salir, y él las llevaba a la escuela y las buscaba a la salida, no les permitía tener amigos ni contacto con nadie más. Y, obviamente, les exigía que no contaran a nadie lo que les hacía en esa habitación.

Hace un tiempo, esta mujer (la abuela de las nenas) construyó una habitación abajo para que sus nietas se alojaran allí. Cuando esto sucedió las hijas pudieron hablar y contarle a su abuela y a su tía lo que estaban sufriendo hace años. Lo echaron de la casa y lo denunciaron por los abusos sexuales. Ese día el hombre quiso volver y se vivió un momento de tensión en la vivienda, por lo que llamaron al 911. Cuando llegaron los policías lo redujeron por la fuerza y lo detuvieron. Desde entonces, quedó alojado en la Unidad Penal N° 1.

La Unidad Fiscal de Violencia de Género y Abuso Sexual, a cargo de María Eugenia Smith (de quien la madre de las víctimas destacó su actuación), intervino rápidamente y, junto al abogado querellante Boris Cohen se pidieron medidas urgentes. Las declaraciones de las dos víctimas (de 13 y 15 años) en cámara Gesell fueron contundentes. Para evitar un proceso revictimizante, los acusadores se reunieron con la defensa y ofrecieron 15 años de prisión para un acuerdo de juicio abreviado con la finalidad de evitar el juicio y darle la seguridad a las víctimas de que el hombre ya iba a quedar preso por mucho tiempo, además de que así se evitaba que deban pasar por las pericias psicológicas y psiquiátricas, así como por entrevistas con trabajadoras sociales y la intervención del Copnaf. El violador aceptó.

El martes se realizó la audiencia de juicio abreviado en Tribunales, ante el juez José María Chemez, y con la presencia de la madre de las víctimas. El hombre, con total frialdad, confesó. Eran tan convincentes las pruebas y tan aberrantes los hechos manifestados en el legajo de la Fiscalía, que el juez se tomó menos de una hora para analizarlas. Tras el breve cuarto intermedio, Chemez informó que homologaba el acuerdo y condenaba al violador a 15 años de cárcel. Pasaron solo dos meses entre la denuncia y el veredicto. Hoy las dos hijas volvieron a vivir con su madre, como debió haber sido hace cinco años, pero la Justicia no lo había considerado. (El Once)

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