El ilustre ciudadano de Gualeguaychú, abogado, historiador, político y reconocido personaje público, Gustavo Rivas, deberá sentarse en el banquillo de los acusados desde el lunes próximo. En esa localidad del sur entrerriano, su ciudad, un tribunal lo juzgará por Corrupción y promoción a la prostitución de menores. Vale destacar que son 12 los denunciantes que forman parte de la investigación. Rivas fue denunciado periodísticamente en agosto del año 2017, por la revista ANÁLISIS. Un detallado informe de investigación develó cómo el abogado, durante años, convocó a jóvenes a su domicilio privado con el fin de obtener favores sexuales a cambio de dinero, ropa u otros objetos. El caso rápidamente ganó las pantallas y portales del país, y hasta del exterior. Aunque en Gualeguaychú la sociedad se mostró reticente y hasta justificó lo que era un secreto a voces.

El juicio comenzará el lunes. El Tribunal de Juicio y Apelaciones que lo juzgará estará integrado por Alicia Vivian, Arturo Dumón y Mauricio Deruri. Los medios no podrán presenciar el debate pero podrán pasar antes del inicio de cada audiencia, para tomar fotos.

Las jornadas de debate comenzarán el 1 de abril y continuarán los días 3, 4, 8, 9, 10, 15, 16, 17, 22, 23 y 24 del mismo mes, aunque el cronograma dependerá de la dinámica del juicio. Y al final de cada audiencia se informará sobre lo ocurrido.

El Ministerio Público Fiscal estará representado por los fiscales Lisandro Beherán y Martina Cedrés, y la querella por los abogados Alfredo Vitale y Estela Esnaola. En tanto que la defensa de Rivas la llevará adelante Raúl Eduardo Jurado.

 

El caso

El artículo periodístico que publicó ANÁLISIS el 7 de agosto de 2017 derivó en la apertura de una causa. Se tituló La doble vida del abogado, y contó en detalle los abusos que cometió Rivas durante más de 40 años. Aquella investigación periodística precisaba que el ilustre ciudadano abusaba impunemente de porque nadie se había atrevido nunca a denunciarlo, “por temor al poder que sigue teniendo en la sociedad de Gualeguaychú”, se contó.

 

A continuación se reproduce parte de aquella publicación:

“Cada viernes o sábado se preparaba como nunca. Disfrutaba esas tardes, mirándose al espejo y engominándose el pelo. Había que ajustar todos los detalles para fotografiar o filmar a sus víctimas. Ya sea en su domicilio particular o bien en la vieja casona de Urquiza al Oeste, en Gualeguaychú, que ya no es de su propiedad. Ningún pormenor debía quedar al azar: la heladera tenía que estar llena de fiambres y quesos y no podían faltar bebidas. Con alcohol y sin alcohol. El proyector de 8 milímetros o el video de VHS -según la época- debía funcionar correctamente y las películas pornográficas compradas en Capital Federal tenían que renovarse cada semana. En esa misma Buenos Aires hacía revelar el material fílmico, para que nadie se entere en Gualeguaychú.

Solamente había que cargar dinero a la billetera, subirse a su moderno vehículo y empezar a recorrer. Así comenzaría la caza. Como un lobo hambriento. Ese mismo ritual lo cumplimentó casi a rajatablas durante más de 40 años y a la vista de todos. Pocos desconocían en Gualeguaychú cuáles eran las preferencias del doctor.

En su rostro había felicidad y deseos de sodomización. Nada podía detenerlo. Era su juego de doble vida, que lo llevó adelante desde 1970 -aunque no pocos indican que algunos episodios ya se registraron a fines de la década del ’60- hasta por lo menos el 2010, casi sistemáticamente y sin importarle nada, quizás, como consecuencia de su ‘poder’ social y la impunidad que esa situación le determinaba. Ni siquiera tuvo piedad con hijos de sus propios amigos o allegados. Aunque la gran mayoría -o casi todos- nunca se enteraron qué hacían los pibes puertas adentro de las casas del doctor”.

Análisis Digital

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